
Hola:
Llamar secretos de poesía a nuestra sección es un riesgo porque habrá gente que conozca, y bastante bien, la poesía del portugués Carlos de Oliveira (1921-1981). Para los que no le conozcan, o los que quieran recordarle, abrimos esta pequeña ventana.
"Entre dos memorias" lo edita Calambur, que comienza a tener una más que interesante colección de poesía en portugués, a su vez una de las más interesantes que se están escribiendo en la actualidad. La traducción, fiel al texto y en la que el traductor deja todo el protagonismo a Oliveria, es del recientemente fallecido Ángel Campos Pámpano, que ya había traducido a Carlos en una edición difícil de encontrar de Pre-Textos de 1987 (a la que luego siguió "Experimentos con uno mismo..." por otro traductor).
De Oliveira pasó su infancia en la región portuguesa de Gándara. El poeta describió el paisaje que le rodeó, clave para entender su poesía: "Lagunas pantanosas, desolación, roca caliza, arena. Crecí rodeado de la enorme pobreza de los campesinos, de una brutal mortalidad infantil y una temible emigración...Mi trabajo nació en esa atmósfera casi lunar habitada por los hombres...La sequedad, la aridez de mi lenguaje, la forma y se forma a sí misma en parte de materiales que vienen de lejos: grava, caliza, árboles, musgo. Y gente, en una soledad inmensa de arena. Un paisaje de niñez que no es un paraíso perdido sino pobreza, desnudez y muerte de casi todo...La propia tierra es nómada: las dunas se forman y luego se deshacen por el viento. ¿Qué literatura podría haber nacido de todo esto sin ser marcada por esa brevedad opresiva, por ese tono precario, que ha ido creciendo para conformarse con los sentimientos del propio autor?"
Hay veces que los autores explican muy mal su obra y otras veces que en un sólo párrafo explican casi todo lo que hay que entender para leer su poesía. Efectivamente, la poesía de Oliveira es contenida, condensada, elíptica en su frecuente uso de la elipsis, descriptiva hasta el impresionismo, atenta a los detalles más mínimos con minuciosidad, alejada de cargas retóricas, con un lenguaje claramente poético pero en nada amanerado. Poesía del silencio apenas roto.
De hecho, las pocas veces en las que la poesía de Carlos falla es cuando aumenta la temperatura retórica del poema, en especial en un uso no del todo habilidoso de la metáfora.
El libro tiene tres partes, a su vez divididas en tres secciones. En cada una de las secciones el poeta hace una especie de descripción poética del tema elegido, descripción que se distribuye en varios poemas, a veces independientes o a veces formando un todo interrumpido por la página. Las tras partes son Cristal en Soria (En las colinas de Antonio Machado, Descripción de la guerra en Guérnica y Río, despedida), Sub Specie Mortis (Salto de altura, Noche de verano y La segunda memoria) y Tiempo Variable (Danza, Crepúsculo y Fotomontaje). La duración de cada una de ellas es variable.
No hemos querido extraer en este reseña versos sueltos del libro porque nos parecía que era romper un esqueleto demasiado frágil. Hemos preferido poner un poema casi al azar, aunque elegido por su relación con el título del libro. Es el último poema de la parte titulada "La segunda memoria". En él se podrá observar algunas de las características ya comentadas y alguna otra mencionada por la crítica entre las que destaca la abundancia del punto y coma, señal casi obsesiva del mundo poético del poeta, y de como enlaza y a la vez separa los versos, añadiendo la necesaria ambiguedad a quien sabe que la verdad es inalcanzable.
Valoración de "Entre dos memorias": 7,75 / 10
Entre dos memorias;
ya separadas como estratos,
pero recordándose una a la otra;
subimos por el frío:
paredes altas de agua condensándose
en el aire aún azul; con la transparencia
sin sonido suavizándolo;
preguntamos vagamente:
¿nieve más silencio
igual al fin del azul?
¿o la fórmula del olvido;
por donde pasan lentos hielos;
se contradice de otro modo?
sea como fuere,
ninguna sombra nos prolonga
por este suelo de vidrio;
y el aire boreal se nos refleja en los ojos,
tan limpios, que los extingue.