domingo, 21 de junio de 2009

Resumen de premios en los últimos meses

Nos lo habéis pedido por activa y pasiva y os hemos escuchado. Cada tres meses aproximadamente analizaremos brevemente los premios de poesía concedidos más relevantes (entendiendo por relevancia su repecursión económica y mediática). A cada premio le otorgaremos una nota con nuestra valoración subjetiva de su supuesta ecuanimidad. Salvo algún caso muy concreto, no entremos a valorar la calidad poética del libro premiado. Anticipamos que los resultados, por el momento, son poco alentadores.

Ricardo Bellvesar es el último ganador del Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma convocado por la Diputación Provincial de Segovia. Publica Visor. El ganador es director de la Institució Alfons el Magnanim (que también tiene sus premios de poesía), académico de la Academia Valenciana de la Lengua, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos y miembro del Consell Valenciá de Cultura de la Generalitat, además de profesor de Crítica Literaria en la Universidad CH-CEU. El premio está dotado con 10.000 euros.

El jurado de la XIX edición del premio “Jaime Gil de Biedma”, presidido por el presidente de la Diputación, Javier Santamaría, estuvo compuesto por Víctor García de la Concha, Luis María Anson, Antonio Colinas, Juan Van Halen, Juan Manuel de Prada, Fanny Rubio, Guillermo Carnero, José María Muñoz Quirós, Jesús García Sánchez (Chus Visor) y Gonzalo Santonja, actuando como secretario Emilio Lázaro.

Bellveser ya había sido accésit de este mismo premio con un libro que ya publicó Visor: "El agua del abedul". También, como puede verse de forma clara en la composición del jurado, y por la entidad patrocinadora, predomina el ambiente conservador (sea en lo poético o doblemente en lo político y poético). Y a ese mismo ambiente pertenecen algunos de los organismos relacionados con el autor.

Considerando la baja calidad literaria del libro, la relación previa con Visor, los cargos del premiado y el carácter conservador del jurado:

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 2 / 10

Destaca también el hecho de que el presidente de El Cultural vuelva a los jurados de Visor. Viva la separación de poderes, señor Anson. Ser y parecer. Esa es la obligación.


El poeta Francisco Onieva (Córdoba, 1976) ha ganado por su obra "Las ventanas de invierno" el XXI Premio de Poesía 'Cáceres Patrimonio de la Humanidad' dotado con 6.000 euros,
Onieva se mostró "muy orgulloso" de haber recibido este premio que calificó de "prestigioso" y del que confesó que admira a los miembros del jurado, compuesto por Luis García Montero, Jesús García Sánchez (Ch. V), Teófilo González Porras, Benjamín Prado y Basilio Sánchez, de los que dijo que, en algunos casos, han sido sus maestros literarios."

Efectivamente, Basilio Sánchez forma parte de sus afinidades electivas. No vemos más conflictos que los evidentes. No pocos.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 5 / 10


El cordobés Rafael Espejo ha ganado el premio de poesía Emilio Prados dotado con 8.000 euros. El presidente del jurado ha sido Francisco Brines, que ha estado acompañado, según la noticia, por Carlos Marzal, Álvaro García, Aurora Luque y José Antonio Mesa Toré. Edita Pre-Textos.

Rafael Espejo trabaja de lector en Pre-Textos.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 2 / 10


El escritor colombiano Ramón Cote ganó el Premio Unicaja de Poesía por su poemario "Los fuegos obligados". El premio Unicaja de Poesía consiste en la publicación del libro, dotado además con un cheque de 10.000 euros.

El jurado, a lo mejor os suena, estuvo integrado por José Manuel Caballero Bonald, Felipe Benítez Reyes, Luis García Montero, Manuel Alcántara y Jesús García Sánchez (Chus V).

Ramón Coté es un viejo conocido de Visor. Aparece ya en 1992 en una antología. En 2003 publica con la misma editorial "Colección privada" y en 2006 vuelve a aparecer en una antología de Visor. Un jurado tan de la casa no podía quedar demasiado lejos.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 2 / 10


El granadino Fernando Valverde ha ganado el Premio Alarcos de Poesía con la obra 'Los ojos del pelícano'.

La noticia decía que "Valverde se va a convertir en el único autor menor de 30 años que publica por segunda vez un libro en la editorial Visor de Poesía". El autor añade, "la más importante en lengua española". El premio está dotado con 18.000 euros.

Fernando Valverde dirige el Festival Internacional de Poesía de Granada y es periodista del diario El País. Licenciado en Filología Hispánica y Románica, en la actualidad trabaja en una tesis sobre Ángel González. ¿Ángel González? ¿Granada? ¿Festival de poesía? ¿Edición regional de El País?

Escuchemos sus declaraciones sobre la poesía: "los poetas que se encierran en su torre de marfil han hecho mucho daño a la poesía, provocando que parezca un género difícil...los buenos poemas se entienden perfectamente, lo que sucede es que hay muchos malos poetas que prefieren echarle la culpa al lector y llamarlo tonto antes que reconocer que son incapaces de comunicar nada." Bien aprendida la lección.

Valverde, galardonado con el Premio Emilio Alarcos de Poesía, aseguró que "le ha alegrado muchísimo por diferentes motivos", por ser concedido por el Principado de Asturias en Oviedo, la ciudad de Ángel González, por unir su nombre al de Emilio Alarcos, y por tener la posibilidad de publicar en Visor, lo que le permite que el libro se distribuya en España y en Hispanoamérica."

El jurado estuvo compuesto, ¿sí?, por Luis García Montero, Francisco Brines, José Luis García Martín, Jesús García Sánchez (Chus V), Aurora Luque y Josefina Martínez.

Segundo premio Visor, tesis sobre Ángel González, jurado de la casa, concesión por parte del Principado de Asturias, edición regional de El País, festival de Granada, etcétera. Coincidencias sin importancia.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 0,5 / 10


El escritor Luis Alberto de Cuenca ganó la decimoséptima edición del Premio de Poesía Manuel Alcántara, el de mayor dotación económica en España para un solo poema, con 6.000 euros, por su obra "Paseo vespertino".

Manuel Alcántara declaró que se alegraba de que el premio "pertenezca a un poeta auténtico con una biografía espectacular", Luis Alberto de Cuenca, "un hombre relevante y notorio en la vida española", lo que supone la "suerte añadida" de que la entrega tendrá mayor repercusión.

Sin duda la ha tenido, señor Alcántara.

Alcántara ha subrayado que en este premio "la honradez es absoluta" y "las plicas se abren cuando se sabe cuál es el poema premiado". No lo dudamos.

Sobre este premio ya hablásteis en anteriores comentarios. Sólo destacar que estamos de acuerdo en la casualidad política concedente-concedido que comentásteis. Y si el poema, malo, debía ser inédito, su publicación en Internet debería haber supuesto la anulación del premio por incumplir las bases en dos puntos.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 1 / 10


Más. El poeta Fernando Luis Chivite ha sido galardonado con el XLI Premio Internacional de Poesía "Hermanos Argensola" por "Apuntes para un futuro manifiesto".

Chivite ya obtuvo el Premio de Novela "Ciudad de Barbastro" en 1993 por su obra 'Los seres indefensos'.

Fernando Luis Chivite (Navarra, 3 de agosto de 1976), es licenciado en Filosofía y Letras. Es autor de los libros de poesía “La inmovilidad del perseguido”, “El abismo en la pared” (Premio Gerardo Diego, 1996) y “Calles poco transitadas” (Premio Ciudad de Irún, 1999); y de las novelas “Los seres indefensos” (Premio Ciudad de Barbastro, 1993), “La tapia amarilla” (Pre-Textos, 1996), “El viaje oculto” (Bassarai, 2001), “La fuga de todo” (Bassarai, 1996) e “Insominio” (Acantilado, 2007). En la actualidad es columnista habitual en dos periódicos de ámbito regional.

El jurado del XLI Premio Internacional de Poesía “Hermanos Argensola” estuvo presidido por Pere Rovira y compuesto por Maria Ángeles Naval, Ricardo González, Luis García Jambrina, Lorenzo Oliván y Soledad Catalán, Chuse Ignacio Navarro y el editor Sergio Gaspar con voz pero sin voto.

Este premio es mucho menos claro que los anteriores. Hay miembros del jurado de los que desconfiamos por completo y otros que nos merecen mucha credibilidad. No tendríamos ninguna duda si el autor no hubiera ganado ya el premio de novela, aunque es verdad que el jurado es completamente distinto. Tampoco sabemos de qué dos periódicos es columnista habitual.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 6 / 10


El poeta colombiano Juan Manuel Roca ganó el IX Premio Casa de América de Poesía Americana con su obra "Biblia de pobres".

El jurado del certamen, vuelven, estuvo presidido por la poeta nicaragüense Gioconda Belli y compuesto por los escritores españoles Julia Escobar, Luis García Montero, Jesús García Sánchez (C.V.), Andrés Pérez Perruca, Benjamín Prado y Anna María Rodríguez-Arias.

Ninguna conexión previa con Visor. Por razones no imprimibles, la valoración va a ser intermedia.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 5 / 10


El ganador del XXII Tiflos de Poesía fue Jaime Siles por su obra "Desnudos y acuarelas".

El jurado fue el siguiente: Luis Alberto de Cuenca, Ángel García López, Fanny Rubio y el editor Jesús García Sánchez (C. Visor).

Es tan evidente que nos ahorraremos explicaciones.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 0,25 / 10


La poeta Erika Martínez ganó el I Premio de Poesía Joven de Radio Nacional de España para autores menores de treinta años, por su obra "Color Carne". Licenciada en Filología Hispánica y Teoría de la Literatura, en la actualidad trabaja como profesora en la UGR.

El jurado estuvo conformado por los poetas Luis Alberto de Cuenca, Amalia Bautista, Esperanza López Parada, Javier Lostalé e Ignacio Elguero.

No nos importa la relación de la ganadora con Andrés Neuman, que no formaba parte del jurado. Ni le gustan los premios. Sí nos importa la bajísima calidad del poemario.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 3,5 / 10


Luis García Montero, con 'Vista cansada', obtuvo el XV Premio Andalucía de la Crítica de poesía.

El jurado del citado galardón estuvo constituido por Ricardo Belleveser, Antonio Enrique, Pilar Quirosa-Cheyrouze, José Sarría, Antonio Garrido Moraga, Manuel Gahete, Miguel Chaparro, Rafael de Cózar, Rosa Díaz, Paloma Fernández Gomá, José García Pérez, José María Barrera, Manuel Urbano, Carlos Clementson, José Ruiz Mata y Francisco Morales.

No tenemos elementos para hacer una valoración de la ecuanimidad del premio aunque algo intuimos.


El libro "Zapatos de cristal" de Ana Isabel Conejo, ganó el premio Alfons el Magnànim (ahora sí enlazamos con el comienzo de esta entrada) que publica Hiperión.

El jurado estuvo compuesto por Antonio Hernández, Jesús Munárriz, director de Hiperión, Gonzalo Santonja, Antonio Porpetta e Ignacio Caparrós.

Ana Isabel es mujer Hiperión. Ganó el Hiperión con Atlas (2005) y el Antonio Machado (2007) de la misma editorial. Por tanto, tercer premio de la casa para una poeta sobrevalorada por su editorial, editorial que en sus últimos años parece haber perdido el rumbo.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 0,5 / 10

El llamado "Premio de la crítica", en su modalidad de poesía, recayó en Eduardo García.

En primer lugar, no es el premio de la crítica porque no hay una sola crítica. Hay una asociación de críticos que tiene las narices de llamar de esta forma a su premio, como las CC.AA. hacen lo mismo con los suyos. Intento fallido, o no, de monopolio asociacionista.

Curiosamente el premio va a parar al primer libro que Eduardo publica con Visor, que ganó el Fray Luis de León. El presidente del jurado, Miguel García-Posada, ha asegurado que el fallo no ha respondido a "impulsos ocasionales", sino a meses de valoración y análisis por parte de más de cincuenta expertos en literatura.

Sin duda, la relación de García-Posada con Visor (premiado por esa editorial y con varios libros en la misma) no ha tenido nada que ver en un premio en el que han participado tantos expertos.

Valoración subjetiva de la ecuanimidad del premio: 3 / 10


Y hasta aquí el análisis del maravilloso estado de nuestros premios más importantes por su dotación económica. Es un milagro que la hemofilia no se transmita entre poetas afines.

miércoles, 10 de junio de 2009

"Versos y ortigas" de Julio Llamazares


Hola a todas y todos:

Esta semana traemos el libro de Julio Llamazares "Versos y ortigas", que reune su poesía, podríamos decir que completa, desde 1973 hasta 2008. Edita Hiperión.

El libro es una reedición de sus dos poemarios completos hasta la fecha ("La lentitud de los bueyes" y "Memoria de la nieve") a la que se ha añadido un grupo de primeros poemas bajo el epígrafe de "Inicios", otro pequeño grupo de poemas de un libro esbozado titulado "Retrato de bañista", y finalmente "Las ortigas", donde se reunen unos cuantos poemas escritos entre 1984 y 2008. En total, hablamos de un libro de aproximadamente 125 páginas que contienen la poesía del poeta leonés.

Julio Llamazares publica "La lentitud de los bueyes" en 1979 con 24 años y, según dicen las crónicas, desde el primer momento su poesía tiene una buena acogida crítica y de público. El libro se ubicó, creemos que acertadamente, dentro de una corriente neobarroca que, en sus primeros libros, acogería más tarde a poetas como Juan Carlos Mestre, Margarita Arroyo, Isla Correyero y otros poetas. Cada uno de ellos ha evolucionado de manera muy distinta y quizás sea Llamazares, al quedar como referencia suya sus dos primeros poemarios, el poeta que con mayor asiduidad se ubica en el neobarroquismo, con los matices peculiares de su poética.

En "La lentitud de los bueyes" Llamazares se convierte en un simbolista de la tierra. Su verso es, por extensión, salmódico, verso que repetirá en su siguiente libro. Su temática es la del tiempo, existencial, el recuerdo y su memoria. Y su técnica es barroca, en especial, en la gran carga metafórica y comparativa que ejerce sobre los versos además del cromatismo de algunos pasajes.

Temáticamente tres son los conceptos principales sobre los que se mueve el libro: soledad, olvido y tiempo.

La soledad es el alimento del tiempo en palabras del poeta. El olvido son arenas movedizas, pero es salvación. Cuando Julio habla de aquellos tiempos mejores dice muy claramente que "Y no tuvieron otro dios que su existencia ni otra memoria que el olvido." Pero es más claro si cabe cuando habla del antónimo del olvido, es decir, del recuerdo: "Y en el recuerdo está el origen de la autodestrucción". Lo cuál puede ser tan cierto como que el poeta sigue buscando el recuerdo a pesar de todo. En cualquier caso, el olvido "supone transcendencia".

El poeta se sitúa en la desesperanza: "No quedará por tanto ninguna perspectiva de retorno". La libertad no es posible en nuestro tiempo porque "Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos." Las expresiones que utiliza a veces llevan adjetivos que fortalecen el ambiente melancólico y de angustia: "agonía frutal", "hoz helada que espera", etc.

En "Memoria de la nieve" vuelve el canto, casi un blues, a la memoria de unos tiempos ya perdidos, tiempos anhelados que el poeta parece situar en la Hispania romana, a tenor de la cita de Strabon. Tiempos en los que "hubo un dios por cada hombre sobre la tierra." Es sin duda el libro más épico del poeta, con guerreros ("He aquí la tumba del guerrero sin nombre") y cazadores, imbuido en la melancolía de la arcadia perdida. Su intento de rescate de la memoria colectiva es legítimo en cuanto a ensoñación, y no es sólo la colectiva la evocada. Recordemos el poema de los bardos que pasaban por el pueblo, por ejemplo.

El primer verso del libro ya define el propio título del poemario: "Mi memoria es la memoria de la nieve.", en un buen primer poema. De nuevo es el tiempo el eje sobre el que se vertebra la temática: "No existe otra espiral que el bramido del tiempo." Y es la nieve la que, casi al final, termina sepultando a la memoria: "Pero la nieve siguió cayendo mansamente y sepultó su memoria para siempre." Una nieve que finaliza sepultando todos los puentes. La soledad por tanto como epílogo: "Solo estoy, en esta noche última, como un toro de nieve que brama a las estrellas."

"Retrato de bañista", esbozo de poemario del que sólo existen tres poemas cortos, es una pequeña continuación al estilo y formas de los poemas anteriores aunque sin algunos de los defectos, y excesos, de sus precedentes. Destacamos este largo verso:

"Abandonaron ya sus dados los mendigos. Junto al gran lago de Isoba, un animal sin ojos bebe la maldición del sol. Aguas negras y acero, entre la niebla helada la muerte viene y va."

Por último, "Las ortigas", que habían sido de sangre en un poemario anterior, recoge poemas escritos entre 1984 y 2008. Si bien la mayoría de poemas siguen escritos en versos salmódicos, la carga retórica se reduce de manera considerable. El significante es más sencillo pero también lo es la forma. Incluso podríamos hablar de una cierta confesionalidad. A nivel temático, el tiempo, la memoria, los recuerdos, ahora la infancia, siguen muy presentes, pero el tono épico ha sido puesto de lado. No hay demasiada brillantez en estos últimos poemas ni tampoco grandes errores. Son versos que se leen y se olvidan sin mayor trascendencia.


Es lógico pensar que el primer libro de Julio tuviera el éxito que tuvo en 1979, una época dominada por los excesos culturalistas (que han logrado llegar a estos lares y si no leed el último libro de Guillermo Carnero), y en la que "La lentitud de los bueyes" supondría un cierto aire fresco que ya había iniciado Gamoneda con "Descripción de la mentira". ¿Cómo valoramos a día de hoy, treinta años después, su poesía?

Los libros de Llamazares no han envejecido lo bien que esperábamos. En especial, la carga retórica de metáforas, simbología y comparaciones, nos parece por un lado poco brillante y por otro lado repetitiva.

En el primer terreno podríamos mencionar, a título de ejemplo, algunos extractos de versos: "Hay racimos de soledad en tus manos", "El esparto ha crecido entre las grietas del placer", "La tristeza que madura lentamente en el panal del corazón", "la alameda de los sueños", "descorro la cortina de niebla que levanté...en torno a mi memoria", "derrama el sol su sangre por lánguidas riberas.", "las carretas se atollan en el fango del tiempo", "Nieva...sobre los páramos de mi memoria" Algunos versos serían más barrocos que neobarrocos, cercanos al gongorismo: "y la sospecha de lo dulce cercano pone en ella preguntas de bronce.", "los ojos de la anciana son blancos como nieve". El uso de la comparación con el adverbio "como" es a veces muy seguido y repetitivo.

El léxico, sin embargo, se adecua perfectamente al tema. Se enriquece con un lenguaje que busca la conciencia rural en sus descripciones: las bayas rojas del acebo, las guedejas de lana, abrojos, los campos de urces, el orégano y la genciana, las paneras, sebes de espinos, lábanas de nieve, etc.

Hay versos magníficos por otra parte. A modo de ejemplo: "Y ahora ocultamos en lugar seguro la sangre de aquel árbol que resistió al diluvio y al amor del esparto"; "Ese día en que sus ecos sean viejos. Tan viejos y apagados como el canto del último urogallo" o:

"Un vagabundo me habla de inmortalidad. Y en mi interior el espesor de la música alcanza el color de la nieve."

En el terreno de las repeticiones, opinable como casi todo lo que decimos, la múltiple repetición de ciertas palabras (nieve, acidez, agrio, nata, dulce), colores (amarillo) e incluso de reflexiones hace que en tan sólo 120 páginas de obra completa los textos suenen demasiado similares.

En el campo del surrealismo, que a veces se ha mencionado junto con Llamazares, lo cierto es que apenas son pinceladas en unos pocos poemas, pinceladas que el poeta realiza con talento: "y muchachas hermosas, asesinadas a carcajadas mientras la orquesta humilde se alejaba tras los árboles." Este verso que apuntamos ahora quizás os recuerde a un verso similar de otro poeta escrito años más tarde: "Más allá, en su memoria, los ciervos se incendiaban como flechas de sangre:".

Nuestra valoración numérica de la obra de Julio Llamazares hasta la fecha no pasaría de un seis. Es evidente que hay aciertos en poemas completos y brillantez en algunos de sus versos. Pero creemos que el neobarroco que practicó requiere detrás a un poeta extraordinario para que sus versos no "amarilleen" con los años. Y opinamos que Julio Llamazares no llega a ser ese poeta.