sábado, 28 de junio de 2008

Antonio Colinas. Desiertos de la luz. El Cultural


Hola a todos:

De las dos reseñas de poesía que trae El Cultural esta semana, dejamos la de Camilo José Cela para los amantes de la disciplina inglesa. Nos centraremos en el último poemario de Antonio Colinas, "Desiertos de la luz". Publica Tusquets. Realiza la crítica Túa Blesa.

Colinas es crítico de El Cultural y no es mal crítico desde luego. Pero la objetividad que puede tener un compañero suyo la ponemos en cuarentena. Ser crítico de poesía siendo poeta no da dinero, o da muy poco. Pero da un inmenso poder poético. Por eso hay tortas en la cola de entrada a los suplementos y los más "listos" de nuestros jóvenes compañeros van haciendo su hueco en suplementos, webs y diarios de menor calado. En ese juego que tan poco nos gusta está el señor Colinas, por mucho que se dedique a poesía extranjera.

Objetividad a priori del crítico, en este caso, en nuestra opinión: 2 / 10

Como resumen de la reseña de Túa, este final con una metáfora brillante y arrebatadora: "Quien se aventure a atravesar estos desiertos sin duda quedará iluminado por su luz poética.". Arrebatados quedamos.

Nuestra objetividad se ve influenciada por este hecho: 4 / 10

Vamos a hacer esta contracrítica más breve de lo habitual porque nos ha aburrido tanto el libro, nos ha irritado hasta tal extremo, especialmente en su primera parte, que no queremos contagiar nuestro aburrimiento haciendo un análisis poema a poema.

De hecho, uno de los primeros errores del libro es la insistencia del autor sobre los mismos temas, las mismas palabras, los mismos finales, hasta que rápidamente lamentamos tener que quedarnos hasta el final del libro en vez de devolverlo inmediatamente a la librería. Como si fuera una litografía numerada, cada poema parece uno más de una serie 1/x.

Ya nos habían advertido nuestros amables lectores de que la foto de Antonio mirando el cielo, como poseído por un haz divino, era sospechosa. Y nada más y nada menos que eso es lo que ha ocurrido. El Espíritu Santo se ha apoderado del alma del poeta, y de algunas cosas más porque como intento de libro místico, una de nuestras debilidades, el libro es un auténtico fiasco. Como libro de poesía, también.

A veces se habla de Machado, con cierta mala leche, como el mejor poeta del siglo XIX. Quizás habría que considerar si Colinas podría ser, desde luego no el mejor, pero sí un poeta muy anterior a los tiempos que vivimos.

El libro se divide en dos partes. La primera, y todavía peor que la segunda, se titula "Cuaderno de la vida". La segunda, "Cuaderno de la luz".

Los mayores errores del libro, según nuestro juicio crítico, son la sobreabundancia de clichés, la falta de recursos técnicos, la falta de originalidad en la temática, la falta de originalidad en la forma, la métrica forzada y anquilosada, el amaneramiento, etc

Cuando nos referimos a clichés queremos decir esto exactamente: "Nuestra patria debiera ser el mundo"; "tú germinabas silenciosamente / en mi interior"; "y cantaba, cantaba / tu palabra en la luz y en las sombras sonoras"; "que me abren la granada / cárdena de su sangre"; "nuestra sed de infinito"; "es un espacio en que la nada es todo / y el todo es la nada"; "portando entre las palmas de sus manos / una llama"; "donde el ocaso viene a posar / las brasas de los suyos", "...y por estas brasas / del sol último enrojeciendo el horno del pórtico"; "Y era el otoño de él"; "Era el otoño ya maduro de ella"...

Como dice el propio poeta, "tanta y tanta palabra desgastada".

En el aspecto técnico, el texto abusa hasta lo insospechado tanto del oxímoron como de la paradoja, tan de moda por lo que parece: "pero el hombre aún no sabe que no sabe", "un fuego /que arde y que no quema", "en un tiempo sin tiempo"; "antes que esta luz /.../se torne negra"; "saber que este cuadrado / de la plaza es un círculo de hogueras"; "que arde / sin arder, que quema / sin quemar"; "...palomas con escarcha / que arden sin arder...", "pero a la vez tus dedos eran llamas,"; "hasta llorar por siempre de alegría / lágrimas negras", olé el Cigala; "...música que suena / para aquel que no escucha, que le habla / a quien no habla y que muy dulcemente / le abre los ojos para siempre a aquel / que los tiene cerrados a la luz."; "¿Acaso estás ofreciendo su nada a una nada / que es todo para él?"; "esas eternas piedras vivas / que están muertas, / esas eternas piedras muertas / que están vivas"; "en la que, siendo noche, luce el día"; "de un vivir sin vivir"...

Alguna metáfora es realmente de taller de poesía: "y que nos va quedando poca leña / entre las manos para alimentar / la mínima hoguera del espíritu."; "en la quilla / del mirador"; "si la quilla del barco que es esta azotea"; "fundiéndose en el mismo horno de cobre del sol"...

Por supuesto, no falta el amaneramiento, muy en la línea de los algunos de los últimos libros de Tusquets: "respirar dulcemente la música que huye / a los prados remotos del firmamento"; "Si pudiese apoyar mi frente en ti / y perder el sentido! / ¡Si pudiese / extraviarme por siempre en tu pureza"; "donde / dialogan los rayos y el pinar"; "como si en ellos bebiese mi rostro / tardes del paraíso"; "¡tanto cielo azul / tallado a diamante..."; "Y si fuésemos sólo ese color /escarlata de la flor del granado"...

Cuando hablamos de métrica forzada hablamos de "mas Dios es la no guerra"; "Se alza entonces una brisa süave /.../ que no cae, mas que en bruma se deshace"; "sea un bello cuadrado: ágora de más vida". El léxico y la sintaxis se retuerce lo que haga falta con tal de que la cifra de sílabas sea impar. Da igual que todo suene igual y además antiguo. La métrica es mucho más que eso, señores. Es una ciencia y un arte, no una mísera regla de tres.

Todo ello saturado de palabras que se repiten, algunas hasta la saciedad, como luz, hoguera, fuego, música, misterio, laberinto, oro, piedra/s, cigarra...

Hay algún poema que aislado, olvidando que ya ha sido de alguna manera leído en otro lugar del poemario, funciona, como puede ser el caso de "Desiertos de la luz", "En el Mar Muerto", "En Bruselas" o "Tiempo del cielo". Y también hay poemas que sonrojan, y que nos llevan a preguntarnos para qué sirve un editor, o si debería cambiar el nombre de su profesión, como es el caso de "La lámpara de barro", una "originalísima" variación sobre el Padrenuestro.

Acabamos el libro, y al contrario que los buenos místicos, no queremos saber nada más de la luz de Antonio, de su hoguera, su fuego, su verdad y descubrimientos en las tierras de Israel. Un poeta grande se distingue del resto por su originalidad de forma y fondo. En nada de esto se distingue Antonio y nos trae además uno de los peores poemarios que hemos leído desde hace tiempo, que establece una peligrosa línea de continuidad con el Vicente Gallego de "Si temierais morir" y que le pone en bandeja a Visor el mercado poético de los grandes nombres mediáticos. Poemarios como éste hacen bueno a Montero y a Benítez Reyes.

Valoración del libro "Desiertos de la luz": 3,5 / 10

PD.- Tras dos semanas de sequía, vuelve Babelia con poesía. Una larga reseña del último libro de Ángel González...

sábado, 21 de junio de 2008

Goethe. Elegías romanas. Hiperión. Tercera semana de junio de 2008. El Cultural


Una reseña de poesía esta semana en El Cultural. El libro es "Elegías romanas", de Johann Wolfgang von Goethe. Publica Hiperión y traduce el propio editor, Jesús Munárriz, en la que es su segunda versión de este libro, con cuya primera traducción el propio Jesús admite que no se quedó contento. Por cierto, deseamos a Jesús un pronto y muy duradero reestablecimiento.

La crítica está firmada por Antonio Colinas, que ésta vez se queda demasiado en lo descriptivo y apenas entra en el texto, dando detalles que ya habíamos leído en el prólogo. Sobre su objetividad con Hiperión, a la hora tanto de elegir publicar esta reseña de un libro ya editado como de la propia reseña, suponemos que estará aproximadamente a la altura de la nuestra: 4 /10

La traducción de Jesús, buena.

Recordamos que hace poco recibimos un correo que de alguna manera nos venía a decir que era fácil "meterse" con los poetas de ahora, en concreto hablaba de nuestra crítica de Ada Salas, que no fue precisamente negativa, pero que habría que vernos con un clásico. Bueno, pues ya ves querida lectora que tus deseos se han cumplido.

Las "Elegías Romanas" constituyen un poemario de 24 poemas que narran en parte la experiencia de Goethe en su anhelado viaje a Italia entre 1786 y 1788. Cuando el poeta alemán visita Italia, ya había publicado su "Werther" y era probablemente el escritor más conocido de Europa, y quizás el que contaba con el mejor mecenazgo, el del entonces casi adolescente gran duque Carlos Augusto de Sajonia-Weimar-Eisenach. De su estancia en Italia también saldrían las "Elegías venecianas" y el diario de viajes "Italienische Reise".

Goethe llegó a Italia con un hambre desmesurada tanto de clasicismo como de vida. Su estancia en las gris Weimar le hizo que quizás su viaje a Italia fuera realizado con la mayor de las pasiones. El mismo recuerda su estancia en Weimar de esta manera al comenzar el poema VII:

"¡Oh qué feliz me siento aquí en Roma! Me acuerdo de cuando
el día gris me cercaba a traición en el Norte,
cuando el cielo opaco y pesado se hundía sobre mi cráneo..."

Estamos ante un libro no culturalista como dice Colinas, barriendo para casa, sino plenamente neoclásico, como respuesta propia del poeta a su "Werther" y al significado que tuvo esta obra en el movimiento romántico europeo. La métrica utilizada, una adaptación del hexámetro y pentámetro latinos al idioma alemán con una fortuna irregular, y las clarísimas referencias a los tres poetas elegíacos por excelencia, Tibulo, Propercio y Catulo, además de alguna referencia ovidiana, y frecuentes preguntas retóricas enumerando a dioses, convierten al libro en un ejemplo de neoclasicismo. El mismo habla de la métrica en dos partes del poemario:

"y han contado con mimo en su espalda latinos hexámetros"

"A ti, hexámetro, a ti, pentámetro, confiado os sea
cómo me alegra de día, qué feliz me hace de noche"

Ya en el primer poema, con ecos ovidiano, el poeta nos cuenta que "Aún contemplo palacios, iglesias, ruinas, columnas.../ ¡Pero esto pasará pronto! ¡Luego será sólo un templo, / el templo de Amor."

Dicho y hecho, ya en el segundo poema el poeta ha encontrado amante y habla de "mi amada". Dice de ella, con una cierta ironía respecto al dinero que de nuevo remite a Ovidio:

"le alegra que no escatime el oro...
Mejor servida está ahora su mesa; ni le faltan vestidos
ni un coche le falta que la lleve a la ópera"

El poema III también es importante en este libro, en primer lugar porque introduce el tema del sexo por primera vez ("¡No te pese querida habérteme entregado tan pronto!"), y en segundo lugar, porque a la manera de los clásicos, razona y ejemplifica utilizando como base la mitologia
clásica.

Dentro de los rasgos de este Goethe italianizado, otra de sus características importantes es su paganismo, paganismo que escribe expresamente en el poema IV:

"Devotos somos los amantes, rendimos tácito culto a todo demonio,
pretendemos que nos sean propicios cada dios, cada diosa."

Y otra de las características que lo emparente con los clásicos latinos es el sentido del humor, y la propia ironía. Y así, cuando habla en el poema V (cuya nota se ha pasado por error al poema 6 en esta edición) de que el amor le quita tiempo para ilustrarse, él mismo se responde:

"¿Y no aprendo acaso a la vez que atisbo las formas
del seno gracioso, y mi mano por las caderas se mueve?"

Este sentido del humor también se ve en el siguiente poema en el reproche que la amada le hace sobre el disfraz elegido para ir a visitarla por la noche, y se verá en el conjunto del poema XVI.

"¿No has escogido por broma tú mismo un disfraz religioso?
¡Y había de ser un prelado!"

Los poemas del VIII al XI son más cortos de lo habitual en este libro. El IX es un canto puro al amor y el X una comparación del amor frente al dinero y el poder, cosas a las que nunca renunció el escritor, que de nuevo remite a los clásicos. El XI contiene una sútil referencia a Príapo, acompañada de una nota que de nuevo se ha colado en el siguiente poema.

El tono elevado de canto al amor no cesa en el poema XII: "Pues dos amantes son ellos solos todo un pueblo reunido", ni tampoco en el siguiente la referencia al pasado como base de la que se nutre el poeta, no sólo desde el punto de vista literaria sino también vital:

"¡Vive feliz y así en ti la antiguedad vivirá!"

En el poema XV de nuevo una referencia clásica, que incluso nuestros propios escritores del barroco imitaron, cuando pretenden que el tiempo se acelere para encontrarse con la amada:

"¡Qué lejos queda la noche! ¡Aún cuatro horas de espera!"

En XVIII el poeta se separa del canallesco Ovidio, para hablar de una fidelidad en el amor, que obviamente el poeta no llevó a la práctica durante su estancia italiana:

"...a quien es fiel le guarda idéntica fidelidad..
La juventud impulsiva prefiere seductores obstáculos; yo,
de un bien seguro disfrutar mucho tiempo tranquilo"

Tras un clásico enfrentamiento entre la Fama y el Amor, llegan los cuatro últimos poemas, censurados en una época muy concreta, a pesar de que comparados con otros textos clásicos, podríamos hablar del genial Aristófanes, la sexualidad es bastante comedida.

El poema XXI contiene un rechazo clásico a la riqueza y termina con este verso más tierno que escandaloso:

"Nos divierten las alegrías del auténtico amor desnudo
y el sonido chirriante, armonioso, de la cama que traquetea".

Al poema XX, una reflexión en clave simbólica de las enfermedades venéreas, le sigue un poema que termina con una referencia a Marcial que el propio traductor anota, y termina el poemario en su poema XXIV, aquí ya claramente mucho más atrevido, con el discurso de un dios de la fecundidad, Príapo, que termina catuliano o aristofiano, lo que se prefiera:

"Por eso también a ti te ha de rebosar desde el centro medio pie de largo
la espléndida verga cuando a la amada le ofrezcas,
y no ha de cansarte el miembro hasta que de las doce
posturas que Fileno con arte ideó disfrutéis."

"Elegías romanas" es un poemario divertido, interesante en su visita al mundo clásico, pero para nosotros no pasa de ser un excelente y jovial ejercicio de recreación y copia de los tres elegíacos clásicos italianos, con algún añadido ovidiano o de otras fuentes ya comentadas. Goethe era un enorme escritor e incluso cuando imitaba, o casi copiaba, lo hacía muy bien. Pero evidentemente "Elegías romanas" es una obra menor dentro del complejo universo literario de este genio, cuya culminación es quizás la primera obra posmoderna de la historia de la literatura. Su brutal, genial, eterno y extraordinario "Fausto".

Valoración de "Elegías romanas": 7,5 / 10

lunes, 16 de junio de 2008

Max Blecher (1909-1938). Cuerpo transparente


Hola amigos, amigos y demás:

En dos semanas Babelia ha publicado tan sólo una crítica de poesía, crítica además ubicada dentro de una crítica de narrativa. La reseña la realiza Ignacio Vidal-Folch. No vemos ni conocemos problemas de objetividad por ningún sitio. Nos preguntamos, eso sí, qué ha sido de los críticos clásicos de la casa. Y de la poesía.

El libro en cuestion se trata de "Cuerpo transparente", y está escrito por el rumano Max Blecher. Edita "Ediciones de la rosa cúbica". Traduce Joaquín Garrigós.

Es difícil valorar un poeta cuyo único poemario tiene 15 poemas, aparte de algún poema suelto más que rescata esta edición. Se nos podrá decir que la obra de San Juan de la Cruz también fue brevísima, pero casos como el de San Juan se producen uno cada milenio.

Max Blecher vivió tan sólo 29 años, y los diez últimos lo hizo inmovilizado por una escayola como consecuencia de una tuberculosis ósea. Su labor como narrador es bastante más conocida que como poeta, aunque la obra completa de este libro bilingüe nos ofrece a un poeta que podría haber dado mucho de sí en otras circunstancias vitales.

La poesía de Max está claramente impregnada por movimientos muy concretos de la poesía de su época. Hay muchos matices surrealistas en varios de los poemas. A modo de ejemplo:

"vitrinas lunares con ángeles y sables"
"aguilas aleteando blancas sobre las montañas del sueño"

Y también hay elementos de escritura automática, que le emparejan directamente con Breton:

"El caballo es la mujer de agua camafeo
Con pechos de nubes
Con el gesto real como una zarpa
En el cerebro
Y bandera en el sueño descolorido de la muerte
Isla en la mañana locura fría
...
El caballo entra el caballo sale
...
Con orejas de aire
Y pendientes de gorriones
..."

Curiosamente también puede entreverse ecos postmodernistas en algunos versos, normalmente acompañados de imágenes surrealistas:

"Tu mirada interior lleva una barca y me la envía
cargada de terciopelo de ojos negros y diamantes"

"El vestido del mar en la concha del zafiro mueves o deslizas
navío o acróbata, tú, río vertical con la diadema
del pelo azul cascada de helechos y de gritos"

En general el tono suele ser lírico con alguna pequeña excepción como la parte titulada "París y otros poemas", y en algunos poemas el surrealismo y la escritura automática son llevados hasta casi el extremo como en el caso de "Poema grotesco".

Hay también algún poema metapoético, en donde el poeta define de diversas maneras a la palabra, "dibujos indescifrables de esta escritura / Como mis manos, como tus ojos cerrados."

Y también hay imágenes bien logradas y escritas:

"...ayer al anochecer
se ahorcó un ángel en un momento de felicidad
y sus alas caídas chirrían bajo tus pies..."

"Buques como cabezas de ahogados con el cigarrillo aún en la boca"

"Los niños, por la tarde, volando su cometa, sostienen en la mano un hilo de saliva a través del cual el soldado no les envía nada..."

Entre los mejores poemas del libro destacaríamos "Eternidad" junto con "En la orilla".

"Por un momento", ya en dentro de los poemas sueltos, es un poema original de rebobinado del tiempo si tenemos en cuenta cuándo fue escrito: "mi corazón retrocede hacia la noche del feto y se transforma en sexo".

Y sorprende que en todo el poemario, el tono general no hable del dolor del poeta, ni de sus gravísimos problemas físicos, sino que hasta incluso se atreve a mencionar la palabra más sagrada:

"Amor red del mundo en la que los hombres atrapados
Danzan como payasos serios y enloquecidos"

Sólo a veces el poeta nos hace ver algo de su larga agonía:

"Tus manos en mi cabeza
Como dos piedras en una sola tumba"

Pero tiene un tono neutro, con la excepción del último poema, como puede leerse en estos versos:

"En vano intento silbar
Es como si atravesara la masa de una melancolía
Y como si siempre hubiera sido así
A medias hermoso y a medias triste"

Acaba hermosamente el libro: "toda la calle...me tomó por un fraile en busca de un volumen de aire tranquilo para depositar sus sortijas".

Como decíamos al principio, es difícil valorar un poeta con una obra tan corta. El libro que se nos presenta, sin embargo, es un excelente ejemplo de poesía surrealista, escrito por un autor que llevaba la poesía en sus venas, que presenta poemas muy buenos, sin apenas fallos, de una gran liricidad, y que tan sólo necesita de una voz más propia, que sin duda el poeta habría logrado viviendo más, para convertirse en una poesía muy grande. A pesar de su brevedad, un libro recomendable.

Valoración del libro "Cuerpo transparente": 7 / 10

martes, 10 de junio de 2008

Manuel Vázquez Montalbán, Poesía completa 1963-2003. El Cultural

Hola hermanos:

La pasada semana El Cultural nos trajo una reseña de poesía además de una reseña de un ensayo sobre poesía.

Nos centraremos en el libro de poesía. Se trata de "Poesía Completa 1963-2003 Memoria y Deseo" de Manuel Vázquez Montalbán. Publica Península.

La crítica la realiza Túa Blesa. Nos vemos a priori conflictos de objetividad por ninguna de las partes, pero si alguien tiene más información, que lo diga por favor. La reseña de Túa, en su línea habitual, poco acertada, plana y sin matices ni atrevimiento. Se vuelve a meter a un poeta, en este caso Manuel, en el que parece el gran cajón de sastre de la poesía cuando no se sabe qué decir, Eliot y Pound, lo cual, para nosotros es un error en el caso de Pound, al margen de guiños intertextuales, que incluyen otros muchísimos autores, salvo que el Pound que hayamos leído nosotros sea distinto.

Comienza el libro con un buen prólogo de Manuel Rico. Es un prólogo bien escrito, con interesantes matices sobre la historia reciente de la poesía con los que estaríamos bastante de acuerdo, está documentado, y demuestra, Manuel, que te mueves bien en el terreno del ensayo.

El primer poemario de Manuel, quizás el más famoso, lleva por título el excelente "Una educación sentimental". Comienza con el antologado título: "Nada quedó de abril", verso al que el propio poeta nos remitirá en la última parte de su obra. El verso no sólo se inspira en el primer verso de "The waste land" de Eliot sino que el tercer verso, como puede observarse, dice "Memoria y deseo", justo el nombre de la antología, pequeño detalle que tanto parece que se ha olvidado:

"APRIL is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing

Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain."

Comienza el poemario en su primera parte, "El libro de los antepasados", con una cita estupenda de Espriu. Ya sólo los dos primeros poemas son un buen resumen de la técnica del poeta: frecuentes cambios de plano espaciotemporal, a veces los realizará en un mismo verso, entorno urbano, descripciones numerosas, enumeraciones, ambiente de postguerra, referencias a la publicidad, al cine, la radio y la música, uso de varios idiomas, ausencia de puntuación, en definitiva, un estilo estilo muy propio, que apenas cambiaría con los años, y que convierte a Manuel en una figura singular de la poesía española contemporánea.

A veces el tono roza lo narrativo como en "SOE" o lo elegíaco como "In memoriam". Una buena primera parte, que entre otra muchas personas, habla de:

"míticos seres sin una pierna o llenos de vieja
metralla soportable"

La segunda parte da título al libro, "Una educación sentimental". Además de hablarnos del amor, destaca especialmente por el uso de la ironía y del humor socarrón que tan bien manejaba el poeta. Dos ejemplos. El primero es el comienzo del poema "Françoise Hardy":

"Coches aparcados, la noche
colgada de las fachadas, cantan
como licenciados en ciencias
exactas"

El segundo es un ejemplo que auna el tono melancólico de partes de la poesía con la ironía del autor:

" porque
la mala alimentación y la falta de yodo suelen
abocar al hombre en la melancolía"

Y es que en un misma estrofa el poeta puede ser irónico, irreverente y nihilista:

"...
castos cálculos de menstruos regulares,
celosos termómetros de infiel temperatura,
vaginas díscolas, hijos imprevistos
atribuibles
a la voluntad de Dios, Padre al fin,
y al cabo
lento días sin preguntas, sin
respuestas, pequeño y gran mundo en orden
porque sí
porque sí
la vaciedad del mundo..."

La tercera y última parte se titula "Ars amandi" y contiene los mejores poemas de amor y desesperación escritos por el poeta, en los dieciocho poemas que contiene:

"en habitaciones con lirios apagados
de vez en cuando el corazón
falseará un latido"

Casi siempre con un tono melancólico:

"agradecer la soledad que me has quitado
que te he quitado"

y algún verso genial: "noches sin adjetivar"

Y como suele ser habitual en Manuel, cuida especialmente tanto los finales de los poemas, como los finales de cada una de las partes de un libro. Y por supuesto, el final de un poemario:

"duérmete lejana
duérmete, demasiado cobardes para morir
al último acorde del toque de silencio, cierra
los ojos para vivir, cierra
los ojos para matar".

La guerra, la postguerra, la supervivencia del amor y el humor en esas condiciones son los protagonistas principales de esta primer parte del poemario, al que le sigue un segundo libro, "Liquidación de restos de serie" más vanguardista, en la que la forma ocupa a veces el sitio del fondo.

El tercer poemario del libro es "Movimientos sin éxito". El conjunto de poemas no está a la altura del primer poemario de Manuel, aunque encontramos elementos interesantes, especialmente en la profundización y mejora de los recursos técnicos del poeta. La heterodoxia es casi brutal y en momentos se podría hablar casi de un culturalismo cotidianizado y a veces burlado ("astillas de cedro de hundidas naves fenicias / y las letras de cambio desparramadas"). El tono a veces es más narrativo como en el poema "El suicido de Aliosha Karamazov", otras es reflexivo como "El silencio, al anochecer", y a veces hasta el poeta se ríe de la poesía con el final en "la la la" de "Movimientos sin éxito". Destaca el poema "Hippy blues", con alguna imagen de bello irracionalismo:

"y agitar las cadenas de viejas bicicletas
contra la sombra inmensa del pájaro metálico"

y otras de alocado irracionalismo:

"mi reino no era de este mundo, poseía
plantaciones de luníes y blancos montes de Venus
barbechos encarnados en un asteroide, fuentes
de alquitrán dulce en las cumbres de Júpiter"

El tono irónico también se da ("y yo amo a los extranjeros porque no les entiendo") aunque en menor medida, como se dan la referencias económicas ("una fábrica de Yorkshire produjo / un cepillo de dientes más de lo previsto") y políticas.

El cuarto poemario es "Coplas a la muerte de mi tía Daniela". En realidad el personaje de Daniela es una excusa para construir un poemario de verso mucho más corto que los anteriores, aunque los poemas siguen siendo largos, poemario basado en la pre y postguerra. Este libro se ve lastrado por la excesiva profusión de nombres propios, que más que construir un collage como dice el crítico, producen una fragmentación excesiva en la que se pierde parte de la fuerza poética del poema. Como ya hemos dicho anteriormente, el poeta en los últimos versos da un giro importante y nos presenta la poesía alta que es capaz de hacer:

"y entonces
quisiera marcharme
donde desde siempre
nos esperan
abiertos
puertos sin naves
de regreso
.
.
la fuerza de un hombre
será la fuerza
de los hombres
inútiles
los buenos propósitos
la nostalgia
los remordimientos

el recuerdo"

En el quinto poemario de ecos proustianos ironizados en el título, "A las sombras de las muchachas sin flor", "poemas del amor y del terror", siendo el amor la primera parte y el terror la segunda, Manuel vuelve con su singular estilo a hablar del amor. Los dos mejores poemas son los que abren y cierran el libro, que comienza así:

"Si te pusieras al trasluz
muchacha azul
comprobarían las escamas irisadas
con las que cierras los ojos
y te cubres las fisuras
de ahogada"

El amor es confundido a propósito con una bailarina de discoteca, con mujeres anónimas e inaccesibles, se habla del sexo en un poema no muy afortunado ("Seis y nueve"), se reflexiona sobre la anatomía femenina, se homenajea a Chavela Vargas, se cae de nuevo en el nihilismo y se termina una primera parte remontando de nuevo en el final:

"cuando seas muy vieja
y yo me haya muerto
rompe espejos retratos recuerdos
ponte bragas de corista diadema de acanto
sal desnuda al balcón y méate en el mundo
antes que te fusilen las ventanas cerradas."

En los poemas del terror, hay un sentido más negro del humor, a veces un malditismo algo forzado ("eructa y recupera el aire / con la mano / mientras defeca lenta / mansamente / sobre tu mousse de chocolate"), expresionismo en las imágenes ("y algún ojo murió en adobo", "gotea un nacar casi ciego", "Los partidarios del asesinato / encalan con pus"), algún poema dedicado expresamente a la publicidad ("Terry me va") y un último y cuidado buen poema para cerrar, "Epílogo para ahogados", que termina con un verso referencial a todo el libro:

"es preciso elegir entre memoria y deseo".

El sexto poemario es Praga. Como el propio poeta dice, "Praga es Praga, pero también Barcelona o cualquier otra ciudad a la vez exterior e interior, capaz de generar una morbosa relación erótica entre el amo y el esclavo, entre memoria y deseo."

Algunos poemas de Praga, como el que inicia el libro, tienen el mismo defecto que otros poemas que encontramos en el libro. Se alargan en exceso sin que el poeta pueda mantener la intensidad lírica. A veces el yo poético es el propio Kafka, que también podría ser otro escritor, en un nuevo poema en donde lo narrativo pesa en exceso, y en el que hay algún guiño metapoético ("todo lenguaje es un tamtam / que pide socorro en una lengua").

Cuando el poeta adapta un tono más lírico, el poemario se recupera, como el poema número 3:

"PODÍA SER LA MUCHACHA DE ARENA
moajada a la espera
de la muerte en el sol
desmigadas carnes en caída
lenta la pleamar trasiega
carnales arenas

o la verdad Total la Historia
como un cubo que se crece
hasta encerrar la tierra
falsificando
su maltratada curvatura de luna
ciega"

Quizás en este poemario, como excepción, el mejor poema no sea el último sino el número 5. Aquí, como en muchas parte del conjunto de la obra completa, se aprecia como el poeta repite versos que el mismo ha escrito en otros lugares, pero lo hace no de manera gratuita sino con oficio. Manuel, curiosamente, en este poemario pero también en otros, más que recuerdos de palabras concretas de Eliot, nos recuerda en su estilo a lo mejor del movimiento beat. En cualquier caso, el poeta logra alturas importantes en sus versos:

"en cada esquina un laberinto
en cada portal un muchacho que vuelve

para qué ser yo si era vuestro
el aroma del tiempo si era vuestro
el tiempo
aquel país de otoño y buenas noches mamá

aquella ciudad de horarios y reencuentros"

El séptimo poemario es "Pero el viajero que huye", el libro que según el propio autor cerraba el círculo de la memoria y el deseo, y que termina con el poema titulado "Definitivamente nada quedó de abril", como cierre circular de aquel primer poema "Nada quedó de abril". Este séptimo poemario es bastante irregular en cuanto a su calidad. Comienza con varios poemas inusualmente cortos para el estilo del poeta, con un estilo también alejado del suyo propio ("San Juan se la menea / en las cuevas de Patmos / de los santos tengo envidia / de ver como se la menea en el aire"). Sea en un tono más lírico o más contenido, los primeros poemas son de los más flojos de la producción del poeta ("las palabras descansan en la bandeja", "cuando yo iba de luto por la muerte del mundo"). El nivel sube algo en el último poema de la primera parte, y también lo hace en la segunda parte ("Abandonados a las puertas de las peores galaxias"), excelente título. Los poemas siguen siendo cortos pero la comunicación lírica es mayor, como lo es el acierto de los versos ("el que contempla estrellas / para no ver las ratas"), el tono se vuelve cosmológico en ocasiones, reflexivo, casi filosófico ("podríamos dejar de ser históricos / e intentar ser inocentes"), a veces tratando de imaginar el futuro ("será la Tierra un lugar de regreso"), otras veces social, duro e irónico ("ni la violada de El Salvador será Miss Playboy / en abril / aunque abril siga siendo el mes más cruel"), a veces simplemente genial:

"calcula cómo calcular lo incalculable
por ejemplo
cuántos deben morir cada día en Etiopía
para que nos salga social
de pronto
la poesía"

Y termina esta parte con un poema visionario de magnífico final.

La tercera parte, y última, comienza con otro poema desgraciadamente visionario, en el que de alguna manera anticipa su propia muerte en Bangkok:

"...el extranjero que espera vida o muerte
ignorado en un rincón de Asia"

En general el tono es similar en esta parte a un diario de viajes, excelentemente cerrado con el poema que empieza por "Definitivamente nada quedó de abril", "siquiera el derecho / a su añoranza"

El octavo poemario, "Ciudad", quizás sea nuestro preferido. Como también escribe el poeta, "Yo escribí un poema sobre una ciudad y al acabarlo me di cuenta de que estaba dedicado a la ciudad de la Memoria...versa sobre las ciudades del cuerpo, del alma, de la memoria personal, terrestre, la memoria original de la materia en el tiempo, de la ciudad de la Historia..."

El libro tiene siete poemas numerados del uno al siete. La memoria es sinónimo aquí de tiempo, tiempo anterior y actual, ya que la verdadera ciudad aquí es un fondo, casi un decorado. El poema "El uno" comienza brillantemente:

"Bajo la piel del párpado
el decorado se sumerge
porque la noche
complica la soledad..."

En "El dos" surge la pregunta de si la memoria es salvación o hundimiento, o "un reloj de arenas movedizas". Aún así, el poeta afirma que "sólo serás libre al llegar a Memoria". "El tres" adolece quizás de una excesiva obsesión por la numerología, que carga la segunda parte del poema. En "El cuatro" el tono es elevado, casi abrumador, cosmológico, se insiste como anteriomente en la astronomía, "duro problema el de la materia oscura", para terminar rozando lo místico:

"Oh ciudad del futuro Oh ciudad de los sabios
no habrá ciudades necesarias sin profetas."

En "El quinto" el mar se hace referencia junto con el tiempo, referencias que en "El seis" acaban con un "no se sabe no se vuelve". "El siete", que tiene un comienzo menos elevado, termina con un grito del que nos sentimos voz:

"no quedó piedra sobre piedra cuando los bárbaros
decidieron prohibir cualquier paisaje que proclama
¡SUBVERSIÓN!

De fondo, en cada uno de los poemas de "Ciudad", estrofas de la canción de Glenn Miller "Canta el petirrojo en diciembre". Aunque hay un cierto abuso de la repetición de versos enteros en esta parte, la más acusada de toda su obra, "Ciudad" es un poemario corto pero complejo que invita a la reelectura y que está entre lo mejor de su producción.

Tras el penúltimo y buen poemario "Construcción y deconstrucción...", el libro termina, salvo por unos poemas sueltos, con Rosebud, la palabra mítica de Ciudadano Kane, libro con unos versos muy fragmentados, ubicados en la postguerra, en los que vuelve el humor, el sexo, el amor y el desamor y predomina el tono elegíaco subyacente con fondo de cuplé. El poema se cierra más en su semántica, y termina, qué bien finalizaba los libros este hombre, así:

"ADIOS ADIOS SILUETAS CONSTRUIDAS
con más memoria que deseo acaso
mas tu serás el aura que abandona
como abandona la última mirada
que te sumerge en el aceite de la muerte"

Si no es sencillo valorar un libro, menos lo es valorar una obra completa. No cabe duda, para el que lea este libro, que Manuel Vázquez Montalbán era un poeta antes que nada, y no un poeta cualquier sino uno de los mejores poetas de su generación. La poesía de Manuel tiene personalidad propia, ritmo propio, belleza, denuncia, humor, amor, elegía, memoria...Como su estilo, su temática es variada y heterogénea. ¿Qué le faltó a Manuel para tener un mayor éxito en vida como poeta? Difícil pregunta que quizás otros sepan contestar mejor. Por el lado negativo, quizás se le pueda echar en cara la falta de evolución estilística a lo largo de su carrera. Igualmente podría hablarse de algunos poemarios salvados por unos pocos poemas, que el poeta, hábilmente ubicaba en lugares estratégicos. A pesar de todo, de que quizás no fuera capaz de mantener el nivel que conseguía en algunos poemas, y que por tanto, será difícil que la crítica lo termine considerando como entre los más grandes poetas, Vázquez Montalbán era un excelente poeta. Que no es poco. Y este libro, a 16 euros en la caseta de la editorial en la Feria del Libro, a pesar de sus tapas duras y sus casi 500 páginas, es muy recomendable.

Valoración del libro "Poesía completa 1963-2003 Memoria y Deseo": 8 / 10

jueves, 5 de junio de 2008

Darío Jaramillo. Cuadernos de música. El Cultural

Hola a todos:

La pasada semana El Cultural, aparte de olvidarse del aniversario de Juan Ramón y no olvidar el aniversario de su querido, y de hoja caduca, premio Loewe, nos ofreció dos reseñas de poesía. Una de ellas, el premio semanal que El Cultural reseña de Visor, criticado por el premio Melilla de Visor, Francisco Díaz de Castro, con cita final de Vicente Gallego, ni nos molestamos en reseñarlo. Sólo con echar una ojeada al libro en la librería entenderéis por qué. Y a parte es nuestra pequeña manera de protestar por los premios Visor, por la calidad de los mismos, por la actitud de El Cultural, porque un premiado por Visor realice la crítica en El Cultural...Como financia el Ayuntamiento, o sea todos, tampoco creemos que les importe.

El otro libro de la semana, bastante más interesante, es el nuevo poemario de Darío Jaramillo "Cuadernos de música". Edita Pre-Textos. Nos vemos problemas de objetividad por ninguna de las partes. La reseña la realiza Joaquín Marco, que aprovecha bien el espacio y ha leído con rigor e inteligencia el libro. Muy por encima de la media de sus compañeros de El Cultural. Quizás le falta algo más de espíritu crítico para terminar de cerrar una buena reseña.

"Cuadernos de música", es como anticipa el título, una colección de poemas sobre la música, tan enraizada la una con la otra y en el que el poeta presenta cuatro "Cuadernos de música", el último una especie de coda final en la que el poeta vuelve al tema favorito de anteriores libros: el amor.

El primer cuaderno del libro son "Piezas para piano". El nivel general de los diez poemas que constituyen esta primera parte es bueno. Por un lado, se establece un clima general de sosiego y paz, marcado desde el mismo comienzo del primer poema ("La quietud absoluta elimina el tiempo en esta música"). Son frecuentes la utilización de las imágenes como parte de un lenguaje simbolista ("Textura de sauce en otro viento. / Agitación de algarrobo. / Música de clorofila, coqueta al tacto, / seductora."), imágenes que a veces beben del surrealismo ("Sostengo en la otra una inmóvil gota de mercurio"; "Arde un árbol escarlata"), y asociación de la música con Dios con una clara intención mística:

"Digo liturgía, y culto y ceremonia.
Digo comunión y sacramento, iniciación y voto.
Digo rito y estoy diciendo esta armonía.
Esperamos a Pentecostés pero no tenemos prisa.
El piano lo traerá cuando llegue el instante."

Los aspectos que menos nos gustan de esta primera parte son dos. En primer lugar, hay un abuso de dos figuras retóricas en concreto que deben ser administradas con cuentagotas para lograr su efectividad, algo que el poeta no hace. Nos referimos a la sinestesia, de la que contamos cuatro ejemplos en diez poemas ("pero la palabra tiene el color de la jacaranda florecida"); y nos referimos también a la paradoja, de nuevo otro poemario cargados de paradojas, de la que contamos seis al menos en esta primera parte ("tacto que tantea y no toca", "y en un luego sin luego..."). En segundo lugar, el lenguaje utilizado por el poeta en ocasiones lleva una carga de uso importante, sin que se le dé una nueva salida al mismo ("Brisa de seda", "destrozo rumbos", "silencio de algodón", etc).

En la segunda parte, "Piezas para violonchelo", el lenguaje ahonda más en su carga mística y, las sinestesias ("Verde es el silencio interior que provoca esta música, / verde con un verde de todos los colores") y paradojas ("juego de palabras sin palabras"), están están mejor distribuídas y con mayor acierto. El tema de la música y la poesía es un tema muchas veces tratado por muchísimos autores. En este sentido, se echa en falta una mayor dosis de originalidad. Por ejemplo, "No fue el verbo en el principio" seguido de lo que el poeta considera que fue el principio es algo que hemos leído ya en muchas ocasiones. Igualmente ocurre respecto al lenguaje usado sin nuevas salidas que comentamos anteriormente ("El viento mece las sombras", "un recinto construido en el aire por estas notas"). El lenguaje, en ocasiones, suena excesivamente artificial y retórico.

Se siente más cómodo el poeta, o al menos transmite mejor su capacidad lírica, cuando ahonda en su misticismo:

"Ronroneo místico.
Esquivo rumor para conectar a los ángeles esquivos.
Ración felina de Dios, iniciación".

Igualmente:

"Entrar en lo sagrado.
Sin salir de la tierra
sentir que es de Dios este cuerpo mortal
y sentirlo con un regocijo verdadero".

Por supuesto, a veces el poeta sorprende con versos geniales ("y un aliento cálido y frutal que canceló la infancia") o con enumeraciones muy acertadas:

"El tiempo se desploma y no lo vemos,
piedra traslúcida, luna de nada, tortuga y halcón.
El tiempo nos abarca, nos rebasa y avanza."

Termina el apartado músical en el tercer cuaderno, de nuevo dedicado al piano. En esta parte, la música deja el protagonismo simbólico a la luz y sus sombras. Son 21 poemas, algunos de ellos de dos versos. El lenguaje tiende a lo esencial en esta parte en la que el poeta ya no escribe con las figuras retóricas antes señaladas, y en el que el ejercicio de lirismo se ve a veces sobrepasado por un léxico sobrecargado y esteticista ("Nieve perfumada de los almendros en flor", "Bailan los rosales con la brisa"). Aunque hay momentos muy buenos ("Es el amanecer, / es el primer amanecer del mundo, / la luna en el poniente, / los potros soñolientos"), quizás sea la parte más floja de las tres dedicadas a la música.

Y cierra el libro "Some presents moments of the future", nueva paradoja, con dos versiones. En la primera el poeta imagina el encuentro con su amada. Utilizando un lenguaje erótico pero contenido, el poeta cuenta literalmente las horas. El poema no nos convence debido a su falta de originalidad, no sólo por el planteamiento sino especialmente, de nuevo, por el léxico utilizado ("Desde ya mis dedos codician acercarse a tus abismos", "Vamos a volar...", "ebrios de nuestro galope interminable", "ebrios de ti") y termina con una paradoja tampoco especialmente original ("y caerás hacia arriba"). La segunda versión está a años luz de la primera, rebosante de versos acertados, con un planteamiento lírico mucho más efectivo, alejada de estereotipos, y que acaba de esta forma magnífica:

"duremos este tú y yo,
beso, saliva y piel,
duremos."

No es "Cuadernos de música" el mejor libro del autor. Al libro le falta originalidad en muchas partes del poemario y le falta una mayor riqueza de recursos. Aún así, hay poemas muy buenos a lo largo del todo el libro, libro que de nuevo, como viene siendo habitual últimamente, es bastante irregular. Nuestra valoración, por tanto, se queda en ese lado templado que no nos gusta especialmente.

Valoración del libro "Cuadernos de música": 6,5 / 10