miércoles, 3 de diciembre de 2008

Antonio Méndez Rubio. Para no ver el fondo. Ediciones Idea


Hola:

Esta semana nos ha tocado un libro de 2007 que recientemente fue reseñado en Babelia. Se trata del libro de Antonio Méndez Rubio "Para no ver el fondo". Edita Ediciones Idea. La reseña fue escrita por Manuel Rico. No vemos, que nosotros sepamos, conflicto de intereses por su parte. Respecto a nosotros, Antonio y el grupo de poetas que formaban "Alicia Bajo Cero" han sido uno de los sospechosos habituales relacionados con nosotros. Con todo nuestro respecto y cariño a Quique y compañía, somos más jovenes, no somos marxistas y, para que se vea que repartimos un poquito de leña a todos, jamás hemos organizado antologías, habría que llamarlas libros colectivos, de amigos :p

"Para no ver el fondo" está dividido en 5 partes, que el autor denomina libros. Cada uno de los libros tiene 17 poemas.

"Zoom" es el primero de los libros. A primera vista destaca una escritura sin puntuación, que sólo encontramos en esta primera parte. El verso, como es habitual en el poeta, es corto, abundan las yuxtaposiciones y un léxico que suele girar en torno a unas pocas palabras. El mensaje se hace voluntariamente críptico y repetitivo, y se aprecia tanto la deconstrucción del lenguaje como su descomposición fragmentaria. Hay algunos juegos con los sonidos (¿porvenir? / para arder)
La transmisión poética, a veces oculta de manera deliberada, se muestra otras veces lo suficientemente clara como para explicar el resto:

"la canción de las hierbas amarillas
esa obediencia bajo
la luz del estupor
de nada a nada
con
esa condición
y no con ninguna otra"

Pronto queda claro que detrás de esa nada puede estar la realidad, una realidad que asfixia ("cuando salir sin aire / al aire..."). El poeta marca clara la distinción entre día y noche, nos habla de la ausencia o la memoria. Finaliza este primera parte centrado en la desubicación. La paradoja quizá es la figura que mejor representa la duda continua que se expande sobre el poemario:

"que el mundo no
sea una vez más el mundo"

La parte segunda, "Aunque", esta dominada por una paisaje de niebla y nieve, en donde el zoom es imposible como respuesta toda vez que lleva a un mayor adentramiento en la oscuridad. Cada poema lleva asociada una película o un libro. Si en la primera parte, en el poema 16, el poeta hacía una primera mención paradójica sobre el título del poemario, "para no ver el fondo / anterior a lo que no va a ocurrir", esta segunda parte comienza jugando de nuevo con el título, deseo y certeza:

"¿Qué ruinas, cuerpos
para no ver el fondo?"

El mismo poeta se responde con la sabiduría de la incertidumbre sobre lo que se ve: "ninguna imagen guarda / la sed más prometida."

Técnicamente continua el uso de la paradoja ("extendido en la tierra que no existe"), de la elipsis en sus diversas formas, personificación ("La luz se abrevia. Viene del exterior / a arrepentirse"), hipérbaton ("más luz habrá hecho falta"), extrañas estructuras sintácticas ("Ahora las nubes / son de ningún país"), sinestesia ("ver lo que dice el sonido"), normalmente de visualización del sonido; la metáfora ("Pero aquella blancura de la nieve que hubo/.../también era una huella / de la pregunta por la claridad"), etc.

Temáticamente encontramos reflexiones sobre la soledad ("Sobre el musgo de nieve / nada, nadie), el miedo (en un claro cliché como "Todo se oculta en la clarividencia / del miedo a la ceniza"), la muerte, referencias a su tierra natal tanto por Buñuel como por el latinismo hic incipit extrema hora, un paisaje del que a veces brota humo tras la destrucción, imposibilidad del olvido y la verdad, imposibilidad de localizar el lugar del encuentro que ocurre una vez tan sólo, y entre todo, la neblina que rodea los objetos.

La tercera parte, "Contraventanas", tiene una nueva singularidad formal frente al resto: cada uno de los diecisiete poemas tiene nueve versos. Aunque se aleja del silabismo métrico, hay un gusto natural por el número impar.

Esta vez el sueño comienza diurno y la relación memoria-título se hace clara:

"...La ceguera
guarda una memoria imposible
para no ver el fondo."

El tono se vuelve más optimista en algún poema de "Contraventanas": "Hasta el aire está ahora abierto / a lo que dure la canción". Pero comienza a llover y parece como si la lluvia susurrara la palabra obediencia. Y es la luz, como dice el poeta, la que se olvidó del fondo para poder vivir. Y esa falta de luz, esa "urgencia por la oscuridad" se relaciona con la falta de voz, con la mudez, con el desaliento como inocencia, el elogio al lenguaje que no habla. El fondo, de vacío desconocido, acoge.

Técnicamente encontramos las mismas figuras que en poemas anteriores, aunque el tono es más claro y sentencioso. Destaca como novedoso alguna triple repetición ("Se espera. Se vuelve. Se aclara"; "Humedad. Licencia. Sazón").

El libro cuarto, "Maniobra" es el único que está escrito como prosa poética y el único donde aparece la primera persona. Las maniobras parecen llevar al fin y su deseo. La identidad es la nadiedad. El sujeto pierde la niebla que le impedía ver pero que le protegía a su vez. Vuelve la obediencia, el camino de huellas anónimas que seguimos. Sabe que el no es un poder pero, ¿lo utiliza? El sujeto sigue para evitar la desmemoria y la pérdida es sólo una ocasión.

La quinta y última parte, "Más", tiene algo de resumen involuntario del libro. Existen, son ontológicamente, en la luz del fondo "no respirable". Pero no sabemos cómo son. Es como un caminar a tientas por una casa oscura. Un escenario con la tranquilidad después del holocausto o un escenario bélico. A veces, la pura contemplación. La paz, la tranquilidad, el "silencio para ver el fondo".

"¿Cuando descansa de su claridad
el agua que no tiembla en el fondo
del pozo?"

Técnicamente el poeta repite figuras: hipérbaton ("Ahora está para el cuerpo / todo por recibir"), personificación ("el mar no nos reconocería") o paradoja ("Regresan por la noche / adonde no habían ido"), aliteración ("tenaz trasluz de nube") e incluye nuevas como la hipérbole ("hasta / la semilla se esconde del fruto / para salvarse en esa oscuridad").

Antonio Méndez es un buen poeta. Tiene recursos técnicos de sobra, riqueza estilística, hondura, capacidad de reflexión, voz propia, independencia y personalidad en su obsesión por el lenguaje y su dominio de la deconstrucción linguística y semántica. Por el lado negativo, y hablamos de este poemario, nos resulta algo cansino que el discurso poético recaiga tan reiteradamente en una pocas palabras pivote (luz, nubes, aire, mirar, ojo, memoria, nieve, niebla, etc). Igualmente parece que en ocasiones la oscuridad de su discurso es más una postura estética. La abstracción en el uso de cierto sustantivos y adjetivos impide a veces una comunicación poética que podría ser más fluida y ganar intensidad. No es malo necesariamente que la lectura de un poemario de una sola vez se haga fatigosa, pero si la fatiga proviene de la repetición excesiva y de una nebulización que se intuye parcialmente artificial, el libro queda algo lastrado.

Nuestra nota refleja que "Para no ver el fondo" es un buen libro, en algunas partes muy bueno, fue finalista de nuestros premios el pasado año, pero que por los problemas que observamos se queda a las puertas de ser un poemario notable:

Valoración de "Para no ver el fondo": 6,9 / 10

39 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola soy XX:

A ver si los Addisson me dejan. Mando esta poética de Chantal Maillard.
La pregunta por la relación entre poesía y pensamiento ha llegado a ser uno de los tópicos de los encuentros poéticos. Aparentemente, el tema da para mucho, pero una termina preguntándose si no será ésta otra de tantas falsas dicotomías que se inventan, al nombrarlas, para poder hablar de algo, que de eso, al fin y al cabo, se trata.

Obtuve la respuesta de repente, mientras leía el Fiat umbra (Pre-Textos) de Isabel Escudero cuando, al darme cuenta de que levantaba los ojos del libro y me quedaba con la mirada perdida después de la lectura de uno de sus fragmentos, recordé un ejemplo que ponía Miguel Palacios en sus clases de Ética: el que lee filosofía, decía, levanta a menudo la cabeza, como hace un pájaro al beber. Así, lo leído se filtra, como el agua en la garganta del pájaro, y se asienta en el entendimiento. Pues bien, tomé conciencia, en ese instante, de que no estaba leyendo un ensayo sino unos poemas y que, sin embargo, hacía el mismo gesto; la misma necesidad había de dejar que el agua se filtrase y hallase su camino hacia el núcleo. Si, pues, para beber el verso hay que levantar la cabeza, ¿qué diferencia existía entre el poema y el pensamiento?

No obstante, fiel al principio de sospecha, volví a la pregunta: ¿era realmente el mismo gesto? ¿Acaso no había, en la recepción de un buen poema, además del placer del entendimiento, un cierto paladeo? Ciertamente, el verso se “saborea”. Y esto, el sabor, al que los filósofos de la India llamaban rasa, es algo que viene dado por la buena elaboración, por la sabia combinación de los ingredientes. No otra cosa es la poíesis.

Pero si bien la poíesis es el arte de hacer poemas, el poema no es la poesía. El poema es algo más. Nos abre una ventana, a veces pequeña, a veces grande, sobre el mundo. Nos cuenta algo que, sin saber, sabíamos, y que reconocemos. El poema es una evidencia que nos asombra. Derrida lo comparaba con un erizo. Lo encontramos indefenso, hecho una bola en la autopista, y nos dan ganas de cogerlo, de protegerlo porque allí, muy a ras de suelo, murmura, dice algo muy bajito. Algo importante. Pero sin aspavientos. Y repetimos lo que murmura, nos lo aprendemos de memoria (par coeur) y el corazón, entonces, el corazón que no había, se hace.

Este hacerse el corazón no es cosa de artificio. Es tiempo de deponer las ansias, los poetas, y estar atentos. Caracol, mejor que erizo, el poema —y el poeta— es la más humilde de las criaturas. Indefenso pero ligero, lleva consigo su casa, su morada; la construye con su propia saliva a medida que va creciendo. Así ha de ser el poeta para los tiempos que vienen. Humilde, anónimo si pudiera. Porque lo que dice, lo dice para todos y es en boca de todos cuando halla cumplimiento.

Vuelvo al Fiat umbra. A medio camino entre el haiku y la sentencia popular o la métrica breve castellana, estos “farolillos” expanden su luz en mi penumbra. Brevemente, a modo de estampas para la imaginación o para la inteligencia, permitiendo ese sesgo de la mente que tanto abreva. Sirvan de ejemplo para lo dicho. Beber un sorbo y levantar la cabeza. Como el pájaro.

En Babelia, 21 de junio de 2008.


Saludos

Anónimo dijo...

Como decíais hace poco, excusatio no petita...

Vamos que de objetividad con este señor, nada. La nota dada es de las más altas que recuerdo recientemente para un poeta español. Sospechoso sospechoso. Y el libro no lo merece en absoluto.

En lo único que estoy de acuerdo es en lo que decís de las antologías para disimular. No hay grupo más endogámico, tan creído de sí mismo y de su labor salvadora y cumbre (sólo hay que ver cómo se adornan en wikipedia), tan dogmático y tan cerrado como éste. Me gusta muy poco Montero pero si estos estuvieran arriba la dictadura marxista iba a ser un caramelo.

Anónimo dijo...

Este libro tiene un pequeño problema: es aburridísimo. Se puede intentar comenzar por delante, por atrás, por en medio, da igual, no hay mortal, amigos aparte, que sea capaz de leer dos poemas seguidos. La poesía aburrido no es poesía, es un ejercicio lingüístico sin más interés.

Anónimo dijo...

¿Por qué no abrimos un debate sobre la emoción en poesía?

Creo que la emoción es un ingrediente necesario para que exista poesía.
A mí estos textos sobreintelectualizados, tan cripticos, me dejan ciego,sordo y mudo. ¿O es que de eso se trata?

Anónimo dijo...

Yo creo que no se trata de eso, precisamente, sino más bien de conseguir un efecto a todos los niveles. Desde el emocional, al intelectual y al formal, pasando por el respeto al ritmo necesario para la intensidad. Lo que pasa es que eso lo consigue muy poca gente y de los elegidos ni siquiera en todos los poemas. Tenemos que seguir intentándolo seriamente, aunque el resultado parezca sencillo. Aprendiz, no te rindas ni creas que hay fórmulas definitivas. Jaula

Anónimo dijo...

¿Qué es la emoción? ¿Tiene que ser el sollozo, la risa, la pena? ¿Todavía seguimos con un concepto de la emoción heredado del romanticismo del XIX?

Puede existir emoción, y creo que existe, pero expresada de una manera menos convencional, en la poesía de Antonio. No es una lectura fácil. Es un libro que exige, que pide, que los poemas sean releídos. Pero una vez que se penetra en su misterio la satisfacción es comparable, al menos, a la que se tiene con otro tipo de poesía.

Ignoro si es un libro notable o no, pero es un buen libro.

Anónimo dijo...

Aprendiz dijo:

"La poesia tiene emoción o no tiene emoción, y esto es todo"

Federico García Lorca

Anónimo dijo...

"Nuestra poesía es más puta que nuestra democracia
con su parpados puede corromper a la juventud
trompeta de brudel sonada hacia el horizonte
a lomos de una vaca a punto de desintegrarse
pero ducha en el póker de los siglos...."

Roque Dalton

Anónimo dijo...

Bien, aprendiz. Ahora estira la definición de emoción, amplíala, deja que se dilate, que te sobrepase, y entonces podrás ver un poco más de lo que ahora puedes.

Anónimo dijo...

Hola!

Soy el pequeño miserable que sabe que este poeta es merecedor de un caballo.

Pero un caballo bueno. No vale un penco cualquiera. Tiene que ser un caballo de Poeta, de señor Poeta. Blanco, o negro, como sea, a capricho del bardo pacense.

Un buen caballo para Antonio Méndez Rubio, por favor.

Cuando se haga caso a mi petición y Rubio tome las calles de las ciudades españolas, embelesados entonces, verémoslos desfilar...Al trote, al trote, al galope, al trote, al galope...Y que nos vaya exhalando lenta, lánguida, dulcemente esos deliciosos decires...¡Ah, sí, esos benditos esos aires del rey Antonio, esos maravillosos versitos, esos vástagos naturales del señor Haiku y la señora Seguidilla!

Por descontado, compañeros, con esto que reclamo se sobreentiende
que no estoy de acuerdo con la crítica que le habéis hecho al poeta.

Es un libro fuera de serie. Hasta los dioses lo han leído y les ha gustado, que eso lo sé yo.

Y nosotros, que somos humanos, debemos estar al tanto de aquellos que es divino.

Y divino, amigos, es el libro del Poeta Antonio Méndez Rubio.

Anónimo dijo...

Qué "objetividad" tan rimbombante. Mola, aunque es harto sospechosa. Al trote y al galope no se puede leer muy bien ningún libro de poemas. Prefiero el BMW de ¿te gusta conducir? Sacando la mano y todo eso, como que pillo mejor la intensidad del poema. Jaula

Anónimo dijo...

Vaya comentario chorracaballar que has relinchado, anónimo. El capítulo de la mescalina ya se trató cuando se habló de Michaux. ¿Todavía te dura el cuelgue?

Antonio no es Dios pero desde luego está bastante por encima de la media de libros que se publican en España. Y me temo que del tuyo también.

Si quieres argumentar éste es el sitio pero para hacer el ridículo hay sitios mejores.

Anónimo dijo...

De todas formas, Jordi, ni aplicándole crema dilatadora consigo encontrar algo de emoción en este libro. Más bien me deja fría. Hay un pose intelectualoide que impregna todo el texto, y los mecanismos retóricos aparecen completamente forzados, poco naturales. Si a eso añadimos la repetición constante del mismo poema en una y otra página, se entiende el aburrimiento y la ausencia de poesía. Creo que lo suyo es más el ensayo. Como poeta, y salvo para amigos incondicionales tipo Viktor y demás, apenas tiene voz.

Anónimo dijo...

¿Por qué situarse en los extremos?

Antonio Méndez Rubio puede que no sea el poetazo que sus cercanos creen, todavía es relativamente joven, pero es un poeta muy interesante, constante,inteligente y arriesgado, al menos para lo que es este país.

El mayor problema que le veo no se ha dicho todavía. Por supuesto que veo poesía y emoción en sus libros. Eso sí, si uno está acostumbrado a los chicos de la experiencia y la realidad, puede resultar un poco difícil.

Pero para mí su mayor problema es precisamente uno de los puntos que los addison mencionan como positivo. No veo esa voz propia todavía. Veo una amalgama de influencias muy interesantes pero, en su estilo y en su forma, precisamente, no veo todavía su propia voz unificada. Veo el esqueleto, la estructura, que la compone.

Anónimo dijo...

¿Si no vemos en Méndez Rubio emoción es que somos lectores de la experiencia? Usted, Joan, vive algo obsesionado, por lo visto. Piense en su adorado Brines: ahí hay emoción. De acuerdo en que la emoción puede darse de muchas maneras, y admite desde luego lo intelectual (W. Stevens, por ejemplo). MR, con cosas interesantes, aburre, como se ha dicho ya.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

"Buenaventurado el que a los cuarenta años aún no ha conocido la recompensa y llama virtud al cordón de un zapato, el hombre sin convicción que tumbado en la hierba pasa el día durmiendo y discute sobre el esfuerzo con los saltamontes"

Salmo de los bienaventurados
Juan Carlos Mestre

Buenos días, compas. No vengo con ánimo de rebatirle a nadie sus sentimientos o emociones. Cada cual las vive y por tanto son su realidad, su manera de estar en el mundo, dialogar con sus habitantes y reconocerse entre tanto y todo.

Tampoco quiero que me anuleis mis emociones, mis sentimientos. No vengo a discutir del sexo de los ángeles ni de las matemáticas implicitas en toda obra de arte.

Yo leí "Para no ver el fondo" durante una noche de seis semanas. Luego, en la calle, ví pasar un caballo por las lunas de un escaparate. Sin monturas, sin jinete. Realmente un brioso alazán. Y me preguntó: -¿Qué haces?

Leo, le respondí, la historia del daño.
- ¿Y por dónde pasa la historia? interrogó con suspicacia.

- No lo sé bien, no logro verlo. Solo veo huecos, vanos, ausencias, un recital de sustracciones, un temblor de hojas cuando en el lindero ya alzó su vuelo el ave.
Pregunto al poema,
pregunto al agua.
¿acaso no tienes valor para montar
en la grupa de lo desaparecido
y atravesar la niebla? Me pregunto para no responder.

Un caballo relincha, metálico, brillante, azul con llantas nacaradas. Creí que el alazán no saltaría sobre él, pero lo hizo. Y desapareció.

Me quedé mirando al conductor del caballo de dos caballos y techo descapotable pero el ni se percató de mí. Estaba contando los segundos que distaban para que el semáforo se pusiese en verde y salir chillando ruedas.

Tosí bajo un estruendoso bullicio de vehículos en una carrera inútil hasta el siguiente semáforo. Y oí decir a dos detrás mío: Ese si que es un caballo de verdad. ¡¡Qué potencia, que línea, qué tecnología...!!.

Volví mis pasos hacia casa, pero antes de subir un casi imperceptible rumor llamó mi atención:

"las ramas o su antojo:
rumor de la materia
movida por el aire".

¿Qué escuchamos? ¿Qué entendemos? ¿dónde ponemos el corazón? ¿Lo que no queremos ver es visible para nosotros? ¿Quién cuida de las llagas de los desaparecidos? ¿cómo hablar cuando el otro, aún habiéndonos amado, está mudo, está tras un muro de imposibilidad? ¿Quién resiste ya no al enemigo si no al amigo que se convierte en estatua de sal? ¿cómo gritar cuando no queda aire en el pecho?
¿Si nadie recuerda lo que yo he vivido, cómo defenderlo? ¿Qué es, bajo la elipsis, negociar con el miedo, atraverse a saltar a la intemperie, desnudarse hasta quedar sin el amparo de lo convenido, de lo suficiente?

Un miserable pedía un caballo para Antonio Méndez Rubio. Querido hermano mayor, miserable de mis afectos e involuntarias afinidades, ese caballo viene, con sigilo, guiado por un instinto perseverante, por una soledad en crisis de purificación, contra el ruido de los trasiegos urbanos, contra la música de los Palacios,
contra la verborrea de los doctores, en una humilde pero sabia, bien trenzada honestidad que supera la técnica y magisterio de su oficio, pues es todo o nada, es para no ver el fondo el antioficio que "perfeccione lo inútil a lo inútil. No haya edén" busca sin la rémora o rentabilidad esperable de los exitosos, de los reconocibles, de los encumbrables. No quiere destronar reyes,
tal vez si que su voz, su ojo y sus dedos sean un cuerpo y nos islas remotas o piedras preciosas engarzadas en los anillos de Tolkien.

A mi, leer "Para no ver el fondo" sobre todo me hizo replantearme la necesidad de que la escritura sea normalizada y efectista o originaria de una busqueda integral del ser, del ser de palabras, en el espesor del presente, suyo e inmediatamete anterior y posterior. Y a concebir esa realidad de la comunicación humana por la que no somos capaces de deliberar y empatizar con los demás, incluso con los que nos aman y amamos, sin hacernos daño.

Mi gratitud con "Para no ver el fondo" es por su valentía y su arriesgada apuesta de un decir en contínuo cuestionamiento de su estructura, potencia, autocomplacencia, seguridad, ceguera.

Un beso a todos y todas,


Víktor Gómez

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Para María:

Vale que yo soy nadie, un indocumentado, apenas un lector más. Pero se suman voces solventes y no deudoras al respeto, admiración y disfrute de la poética de Antonio Méndez Rubio más allá de tu imprecisa información e indocumentada aseveración cuando dices "y salvo para amigos incondicionales tipo Viktor y demás, apenas tiene voz."

Pues sé que entre otros muchos reconocen y siguen su trayectoria con interés:

Juan Carlos Mestre, Pedro Montealegre, Miguel Casado, Arturo Borra, Miguel Angel Curiel, Rosa Lentini, Marcos Canteli, Laura Giordani, Olvido García Valdés, Eduardo Milán, Diego Doncel, Jenaro Talens, Pureza Canelo, Jorge Riechmann, José Viñals, Julia López de Briñas, etc.-

Entiendo y respeto que a tí no te guste, que te deje fría. Pero me parece frívola la observación de que solo le siguen Viktor y demás amiguetes. Para uno defender su gusto, opción o camino no necesita desacreditar otros. Basta con caminar, ser coherente y saber razonar su porque se va en esa determinada dirección y qué le aporta esa decisión o estilo de lectura, vida, relación con el mundo.

A mi la poesía de Mendez Rubio si me toca el corazón, lo estruja. Y a su vez me envía un fulminante rayo a la cabeza, un aviso, una intuición de otras posibles formas de interpretar lo visto y de aprocimarse a lo no visible. Y no por ello niego que otras poéticas como las de Ana Pérez Cañamares, David Gónzález o José María Gómez Valero me parecen desde su opción dignísimas y valiosas, sumandose como experiencias de lectura y reflexión en mi formación humanística.

Ni que decir tiene que tengo amigos no poetas e incluso amigos poetas cuya obra a mi particularmente no me sacuden tanto, no me desanestesian tanto. La obra de Méndez Rubio se difiende por sí sola. No es una cuestión de amiguismo o colegueo. Yo conocí primero la poesía de Antonio, la leí y releí y quede impactado por sus propuestas. La amistad vino después. Podría no haber venido, como en el caso de otros poetas cuya obra admiro y defiendo, como sería el caso de Anibal Núñez ya fallecido o de Blanca Varela, Rocio Santisteban (peruana), etc., o podrían ser gente que admiro y conozco, pero que la distancia y falta de roce por ahora no posibilita amistad pero si una lectura fascinante y fascinada de su obra, caso de Daniel Bellón, Tomás Segovia, David Eloy, David Franco Monthiel, Carmen Camacho, etc.,


Buen finde,

Víktor

Anónimo dijo...

No sé, no sé. Coincido bastante con las opiniones de este foro en cuanto a que se trata de un poeta acartonado, y que utiliza un léxico gastado. No propiamente un mal poeta, pero sí libresco, apolillado, enfermo de lecturas, pretencioso. Un caso parecido, más joven, sería el de Juan Carlos Abril. No sé si estaréis de acuerdo.

Anónimo dijo...

Siempre que alguien hace algo distinto, este blog da fe de dos actitudes bien diferentes: la de quienes saludan la novedad y entienden que eso insufla un nuevo aliento y quienes se encierran en la trinchera de lo ya conocido, de la senda trillada, de la definición unívoca de lo que es la poesía e incluso el acontecimiento literario. No sólo no admiten que existan otras formas de belleza o expresión, sino que tratan de desacreditarlas desde el insulto y la descalificación más humillante. Y todo ello con pocos argumentos y mucha mala fe. Algunos comentarios producen, de verdad, estupor y vergüenza ajena.

Negar, por ejemplo, que Méndez Rubio sea poeta, es una canallada. A mí puede no gustarme Montero, puedo estar en las antípodas de su estética, pero no por eso se me ocurrirá decir que no es poeta. Ya cansa esa enmienda a la totalidad, esas coces sin argumentar, esa superioridad intelectual capaz de dictar lo que "entra" y lo que no. Juicios tan lapidarios revelan un estrecho espectro de lecturas y un análisis superficial y malévolo. Ni más ni menos.

Decir que sólo los amigos de este poeta gustan de su obra es una mendacidad que no merece rebatirse. Viktor, no pierdas el tiempo luchando contra argumentos así, te aseguro que no merece tu esfuerzo y, si me permites, la intensidad emocional que has puesto en tu mensaje y tu admiración hacia Méndez Rubio. Quiero que sepas que me admira tu fervor y lo aplaudo.

Méndez Rubio es uno de los autores más interesantes de su generación, aunque les pese a muchos, movidos por la envidia, su propia frustración o su incapacidad para comprender lo diferente. En mi opinión personal y falible tiendo a pensar como Joan: Méndez Rubio es un hombre al que le queda recorrido, es un poeta lento, que se va haciendo lentamente, como el musgo, o como la sombra que avanza reptando "como un sapo negro", que decía una mujer trashumante en una película de Naruse. Yo creo que Méndez Rubio aún no ha dado sus mejores libros, como digo, y que es un poeta que me recuerda, hasta cierto punto, a Ada Salas: busca su camino, tanteando, horadando el tejido de lo real, hurgando en el interior de las palabras, deslastrándonos de prejuicios. Para mí es un poeta excelente con una larga trayectoria por delante.

Y por si queda alguna duda, no, no soy amigo suyo, no lo conozco ni lo he visto nunca. Pero le animo a seguir, a él y a las quince o veinte voces que están moviendo de verdad la poesía de este país, que la están haciendo avanzar del estancamiento en que otros se recrean.

Y hoy me apetece firmar con otro de mis nombres de batalla, en otros lares: Rattenfäringen.

Salud

Anónimo dijo...

Pues la verdad es que la poesía de Rubio y la de Abril se me parecen bastante poco. Por cierto, ¿alguien ha leído la antología de Abril?

Anónimo dijo...

Yo no he insultado a MR, anonimito, sólo me he apuntado a la opinión de que aburre, de que es un poeta que, mientras está haciéndose, como decís, y tal vez tengáis razón, no consigue importarnos a muchos lectores de poesía. Es obvio que a otros sí, por supuesto. ¿Puedo decirlo?

Argumentos en lo que escribes hay pocos; confundes también tu fe con tus razones. Es lo que nos pasa a la mayoría -incluido Joan- en estas intervenciones apresuradas.

En cuanto a ese grupo de poetas al que aludes, que serán en parte los citados antes por Viktor (admirable y noble su posición, por cierto), entre los que no hace falta que subraye los nombres más destacados en calidad y administración de poder literario, no es necesario insistir que tampoco poseen la esencia de la poesía ni tampoco están exentos de las maniobras que tanto criticamos aquí. Esa necesidad de exorcizar de continuo al Diablo Montero cansa bastante, la verdad.

Bueno, quizá éste sea un blog de tendencia y yo no me he enterado aún. ¿Me lo explicas tú?

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Querido Ratten:
Es curioso que diseccionemos un texto como si se tratara de un animal muerto y queramos comprenderlo desde un análisis forense lo que pedía salir al encuentro del animal vivo, correr a su lado, adentrarse por la espesura o buscar cobijo o comida junto a él para así comprender su razón de ser, Razón de más.
Yo admiro el dominio que tienen algunas y algunos interlocutores de Adisson de Witt y como crítica a su ‘modus operandi’ tan solo destacar su falta de implicación real con los textos, su visión academicista es a veces fría y distanciada. Si hubiesemos tenido que saber del vivir de los gorilas en la niebla por las piezas capturadas, muertas, por los furtivos y no por la convivencia de una mujer valiente, osada, crítica, anormal para los criterios oficiales, todavía estaríamos en la inopia y consideraríamos a esas bestias poco más que mercancia para el comercio. Pero Dian Fossey, como Antonio Méndez Rubio con la poesía (lenguaje, comunicación, emociones, pensamiento crítico, conciencia libertaria, curiosidad científica, pasión por saber, resistencia a la doma del sistema neoliberal y hegemónico), se involucró vitalmente y de lleno en la aventura para desde una comunidad de gorilas podernos transmitir su dignidad y posibilitarnos mejor la naturaleza de su compasión por los gorilas de la montaña de Ruanda. El panorama cultural español, como Ruanda, tiene una exagerada e inmerecida caterva de cazadores furtivos que nos roban el sentido real de la poesía, que no es distraer o domesticar si no abrir grietas, posibilitar desde un no-lugar un discurso no dogmático ni alienante que con la belleza y precisión de lo creativo, de lo que nace desde el autor engarzandose a otras creaciones pero manteniendo una singularidad, nos dan cuenta de un Mundo sin mundo, como es éste que artificiosamente nos venden los poderes fácticos y la Industria Cultural al servicio de la Maquinaria económica.
Mendez Rubio es osado y tiene no solamente poemas en verso eneasílabo o poemas breves, también prosa y hasta textos “hybris” que investigan desde estructuras lingüísticas cercanas a la sintáxis propia del teatro o incluso del ensayo. Y tiene un largo y bellísimo poema ¿Ni en el cielo? que rompe de nuevo con esa premisa de que siempre escribe casi igual.
A más, querido Ratten, con Méndez Rubio pasa como ha pasado con Valente. Su obra ensayística y de crítica cultural y estudio de la Comunicación es paralela y no menor a su escritura poética y conviene leer “La destrucción de la forma” pongamos por ejemplo, para adentrarse en las bases de inteligencia sentiente, crítica y libertaria desde la que se mueve en gran medida el autor. Volver desde ahí a su poesía nos posibilita otro nivel de lectura. Más el haber pasado por Bequett, Trakl, Kafka, Valente, Gamoneda, Holan, etc.,
Con todo, podrá haber gente que atravesado todo este desierto no llegue a conectar con su poesía. Bueno, es aceptable. Lo que no es aceptable es confundir gusto con reconocimiento. Pueden no gustarme las lentejas, pero nadie diría que no son nutritivas y recomendables a una dieta equilibrada, o como mínimo nadie diría que no son comida.
La poesía de Méndez Rubio está en evolución. Más aún porque este poeta no quiere construir un edificio hermoso en el que refugiarse y desde el que subir a la azotea y sermonear. Antonio es un nómada, inquieto y acuciado por un sentido de responsabilidad colectivo. Sabe que es parte de una tradición de poetas que tienen la oportunidad desde su talento, para ver el mundo, captar sus fisuras, sentir su dolor cesarvallejiano y dar la voz para en lo posible que no nos olvidemos de los desaparecidos ni de los que son presos todavía, ni de los que nos someten a engaño o fascismos de baja intensidad. Para no ver el fondo no sólo denuncia lo político desde el cine o la poesía o la historia si no además desde las opciones íntimas, desde los estados de conciencia y consciencia, que nos dan siempre a escoger, como tu decías antes, entre lo acomodado o lo incómodo, entre lo reconocible y seguro o lo inseguro y arriesgado, entre la pasividad o el salto adelante, entre lo convencial o lo imprevisible y no andado aún, la intemperie. Ese no-lugar al que no llegan los mastines del General ni los talonarios del Banquero.
Ratten: Estamos en una sociedad que ningunea o machaca a los inteligentes. Quiero decir, a los que tienen inteligencias no sometidas a la normalización cultural. Mira de Juan José Millás el documental que aparece en ésta página:
http://filosofiaenaldaia.blogspot.com/2008/11/inteligencias-singulares-documental.html
Dices que te recuerda a Ada Salas. Bueno, no sé, he leído y escuchado a Ada en Valencia en un par de ocasiones y me parece otra inteligencia incómoda para muchos. Pero yo si veo muy originaria y personal la apuesta de Antonio. Y creo que precisamente “Para no ver el fondo” es un libro maduro, complejo, feraz, brillante.

Maduro porque viene de somatizar sus experiencias vitales e íntimas con la documentalidad deliberativa que posibilita su estudio, compresión y replanteamiento de lo que supone el hecho creativo en la España de los 80-90, dentro de un rígido sistema de control cultural que heredamos con la transición y que ha tenido claramente respaldo editorial, económico y de la crítica oficial, que en lo que han podido han ninguneado toda escritura al margen del canon. Y claro, con una vocación de voz coral, de voz no desde lo alto de una torre o púlpito, si no desde la voz del que rastrea desde abajo, las huellas que puedan haber quedado de los desmanes políticos de los fascismos del S. XX incluida la triste facción franquista.

Un detalle:
el antipoder es esencial en la concepción de la propuesta de Méndez Rubio. No un contrapoder. Entender eso cambía y da profundidad a muchas de sus supuestas incertidumbres o paradojas que se le pudieran suponer "estéticas" o de impostura.

Así, no veo un libro tan ligeramente resumible como decir que recurre a la elipsis y la incertidumbre, al juego con lo paradójico y el recurso de hiperbaton o sinestesía, con cansina repetición de palabras como niebla o nieve o pájaro. Y hala, vamonos para casa.
En fin, admiro la labor de las compas y los compas de Adisson, aunque les pediría, ya no con Antonio, si no en general, unas lecturas más implicadas desde lo integral del ser que lee y no solo desde la pericia técnica del perito que evalua matemáticamente una estructura.

Y el mentar cuatro sustantivos abstractos evidentes sin profundizar como son la soledad, el miedo, etc., no es haber profundizado en lo que el poeta señala, entreve o balbucea. Es haberse quedado en la superficie de una orilla barrosa, mirando sin ver los peces o pecios del fondo. Para eso habría que sumergirse y en el caso de "Para no ver el fondo" podríamos hablar de una relectura continuada de semanas. Algo así como "Descripción de la Mentira" o "Los Cantos de Maldoror". No son textos para leer si no para relecturas abisales.


Un beso para todas y todos, gracias Ratten por tu distanciado y serio análisis.
Víktor

Anónimo dijo...

¿Dónde está la novedad en la poesía de Antonio Méndez? ¿Me lo puede explicar alguien? ¿Qué tiene de original o de distinto, amigo anonimito?

Tampoco entiendo que, con lo que se ha juzgado a los poetas y sus opiniones por sus amistades, incluido tú, ahora resulte que el hecho de que Viktor sea colega de Antonio no sea importante a la hora de valorar sus extensos panegíricos. ¿Tenemos distintos raseros de medir? ¿No es este grupo el más endogámico y cerrado de toda la poesía española?

Por favor, si no tenemos rigor al menos tengamos un mínimo de objetividad en las opiniones. Yo tampoco soy amigo, ni enemigo, de Méndez. Su poesía me resulta pesada y repetida. Y comparto otros gustos con vosotros pero la poesía de este señor se me atraganta.

Y respecto a su labor como ensayista, si te fijas, pasa un poco lo mismo. Yo te "ensayo" a ti, tú me "ensayas" a mí. Es así de patético. Si alguno está en el mundo universitario, sabrá de qué hablo.

Igualmente tengo desconfianza hacia los poetas que van con la impostura de la marginalidad y luego buscan los premios como cualquier otro, tienen un ego al menos tan enorme como algunos de los stars de los que se hablan aquí y se preocupan de figurar en todos los sitios donde se pueda figurar.

Respecto a la comparación con Ada Salas, no veo los puntos de encuentro. Me sorprende la comparación. En cualquier caso, si te parece que Antonio o Ada, bastante mejor poeta pero sin llegar a ser notable, hacen una poesía arriesgada o innovadora, habrá que redefinir ambos términos en el diccionario. Una gente que se supone que lee bastante no entiendo que pueda decir eso. ¿DÓNDE ESTÁ SU INNOVACIÓN Y SU SUPUESTA ORIGINALIDAD?

Para terminar, y para que me puedan llover hostias de todos los lados posibles, ¿no serás, Shelley, el señor M.? Lo digo porque la puya a Abril, que todavía me interesa menos, ha parecido un poco forzada.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Jorge:

Si hemos de respetar tu criterio como una consecuencia de un maduro y subjetivo opinar y no como un posicionamiento afectivo grupal, si hemos de valorar desde un buen juicio y respetar tu posicionamiento estético y dialógico sea porque tú haces lo mismo con los demás. Y en ese "demás" me incluyo, que opino con total honestidad sobre lo que considero una obra importante y destacada dentro de su generación.

Hablo con total desnudez. Si un amigo mío no me gusta como poeta seguro que no le critico publicamente ni le apoyo o ensalzo tampoco. Guardo silencio. No participo de loa ni de abucheo.

Pero si el amigo, séase el caso de Miguel Angel Curiel Laura Giordani, Pedro Montealegre, Quique Falcón o Arturo Borra son sendos buenos poetas, lo diré y con orgullo añadido de poder compartir con ellos un plus vital y de coetaneidad gozosa.

Anónimo dijo...

Estimado Anónimo:

no soy quién para decir si éste es un blog de tendencias, pero te diré una cosa: precisamente yo no soy de los que hacen sangre con el tema Montero. No sé si llevas mucho tiempo leyendo este blog, pero si es así comprobarás que no entro en esa polémica ni ataco a ese autor ni a su entorno. Al margen de mi opinión personal, te aseguro que no es así, ni tengo nada contra él. De veras.

Es más, más de una vez he criticado muy duramente a mis poetas favoritas, llámense Mestre u Olvido García Valdés, por actitudes o gestos que considero impropios o poco decorosos en conductas por lo demás intachables. Del verano a esta parte he criticado, más bien, las cosas que me gustan, porque entiendo que uno debe tener esa relación crítica con sus propias pasiones.

No creo que el blog sea de tendencias porque en él participa gente muy diversa. Y no te sientas molesto en lo personal por mis palabras; simplemente, me parecen un brochazo, un trazo grueso.
Puedo estar en total desacuerdo con lo que dices pero defendería a muerte tu derecho a decirlo (y el mío a replicarte). No te ofendas, te lo ruego, ni lo tomes como algo personal. Tan sólo divergimos en un juicio estético, eso es todo.

Viktor:

tu comentario me apabulla y me alimenta. No soy capaz de responderte como te mereces. Me quedo, entre otras muchas cosas, con este párrafo:

"La poesía de Méndez Rubio está en evolución. Más aún porque este poeta no quiere construir un edificio hermoso en el que refugiarse y desde el que subir a la azotea y sermonear".

Siempre he creído que quien más arriesga, quien se atreve incluso a la "fealdad", es quien llega más lejos. Y también quien tiene más posibilidades de caer o equivocarse. Ahí está el mérito, la grandeza del verdadero creador frenta al escribano que repite moldes o fórmulas y se granjea el aplauso fácil.

Quien innova, quien lucha por encontrar nuevos caminos, siempre encontrará la resistencia y el escarnio de una parte de sus coetáneos. Siempre ha sido así y nunca va a cambiar. Sólo tengo que recordar las barbaridades que un talento tan insólito como el de Orson Welles decía de Michelangelo Antonioni, otro talento insólito pero opuesto, e injustamente denigrado. Desde las vanguaheridas (o van-guaridas), cuando alguien destaca, surge un coro previsible que murmura el estribillo servil: "No es arte, es un timo, es bazofia". La pregunta, evidentemente, no nos debe llevar tanto a una defensa cerrada de Duchamp, Godard o, en este caso, Méndez Rubio, como a formular la siguiente pregunta: ¿De qué se defienden? Y es que es saludable sondear primero lo que en realidad estamos diciendo bajo la corteza de las palabras.

Referente a la crítica de Addison, hay un punto en el que estoy en desacuerdo, en la línea de Víktor. En mi experiencia como lector, las palabras que se repiten o el uso reiterado de expresiones o estructuras no actúa en desmedro de un poemario. Al contrario, ayudan a edificarlo y construyen su arquitectura. Me sitúan en un estado anímico que quizá no se conseguiría con una mayor variedad léxica. Y nos impiden, como dice Víktor bellamente, ver los peces que están al fondo, más allá de las palabras.
La repetición, si está bien hecha, para mí refuerza la belleza. Fijaos si no en la música minimalista, en Terry Riely, John Adams, Mertens; a veces con pocos materiales se construyen edificios muy sugerentes.

Y respecto a la emoción, y con todos los respetos a Lorca, hay muchas maneras de emocionarse. Incluso en la aparentemente inhumana música contemporánea, en un Stockhausen, en un Boulez, en un Luigi Nono, en un Xenakis, hay una emoción tremenda. Sólo que de otra naturaleza: emoción vertical que atraviesa todos los estratos de la sentimentalidad, frente a la linealidad del crescendo romántico. Rizoma frente al árbol de Porfirio. Fuerzas telúricas frente al caudal de un único sentido.

Jorge:

de todo lo que dices te respondo sólo a un punto. La comparación con Ada Salas. No digo que se parezcan, no creo que se parezcan. Tan sólo uno me recuerda a otro, no sé por qué. Es una sensación muy vaga que no puedo argumentar. Y también fui muy crítico con el último libro de Ada Salas en su día. Formalmente ya sé que no tienen nada que ver.

Y en cuanto a la innovación, desde luego tenemos diferentes raseros de medir. Dime primero qué consideras tú innovación y luego te responderé yo. Do ut des.

Y eso es todo, amigos.

PD: nadie ha dicho nada del texto aportado por XX. Una delicia. En concreto, pensar en el poeta como un caracol que lleva su casa a cuestas y construye el poema -a sí mismo- con su saliva. :)

Anónimo dijo...

Se me olvidaba, Jorge:

exiges objetividad en las opiniones. Te pediría que analizaras la frase. Contradictio in adjecto. Las opiniones son subjetivas, incluida la tuya.

Y muéstranos rigor y análisis, y no un mero énfasis. En tu mensaje a lo Atila no hay un sólo argumento, Jorge. Tan sólo una predisposición previa.

A Víktor le tengo estima por una razón muy simple: es obvio que sus intervenciones siempre aportan. Es un tío que piensa, razona, argumenta, y lo hace brillantemente. Y sus gustos y conocimientos, si te pasas por su blog, son bastante apabullantes. No digo esto para congraciarme con nadie, porque no me hace falta: es, si quieres, mi "opinión objetiva" y poco rigurosa.

Y es cierto que se mueve por la pasión, pero hay un edificio sólido detrás. Puede que sea pasión, pero desde luego está muy racionalizada.

Su intervención es mucho, muchísimo más que un panegírico, Jorge.

Espero, como te dije antes, tu definición de innovación, y que me des ejemplos.

Salud

Anónimo dijo...

No creo que el señor M. pierda el tiempo en esas cosas, sinceramente...

Anónimo dijo...

Claro, claro, cómo va a perder el tiempo él aquí teniendo su propio blog.

Venga ya...

Arturo Borra dijo...

Decía Nietzsche que a veces hay que saber callar; no es ésta la ocasión, cuando la mala generalidad y el cinismo disimulan diferencias evidentes (tanto a nivel ético-político como a nivel estético y filosófico) entre prácticas poéticas que coexisten en España de forma conflictiva. La verdad es que no me interesa entrar en una polémica por momentos virulenta e irrelevante. Al fin y al cabo, este juego de máscaras (anónimas) desnuda: muestra la red de pasiones que mueve el campo poético, incluyendo las pasiones más primarias y patéticas como la envidia, los celos, la ira, el odio..., de las que resultan los insultos e injurias más inverosímiles, cuando no la caída en un nivel de ignorancia abrumadora y reveladora. El anonimato, a pesar de requerir el ocultamiento de la identidad nominal, la devela (en otro nivel): muestra un ámbito cargado de prejuicios, de antagonismos egocéntricos, de disputas de autoridad y recelos “profesionales”, incluyendo intrigas y difamaciones. Y todo eso está manifiesto. Los nombres, a esta altura, son de segundo orden, aunque muestran una cobardía absoluta en el peor de los casos y un cierto derecho a la reserva en otros (que aunque no justifico comprendo por la baja capacidad de tolerancia de la crítica en este campo habitado por una “muchedumbre de seres excepcionales” como señaló irónicamente W. Gombrowicz en su manifiesto Contra los poetas). Y es verdad: da vergüenza ajena...
En otro plano, y puesto que toda crítica está sujeta a crítica, creo que la noción de “objetividad” que domina aquí –partiendo por ese sujeto colectivo que firma aquí- tiene, desde mi perspectiva, demasiados presupuestos epistemológicos más que rebatibles; por ejemplo, la idea de que la objetividad es supresión de la subjetividad o de que un sujeto no implicado tendría más posibilidades de ser objetivo que alguien próximo a aquel del que se habla. Precisamente, la condición de posibilidad de cierta objetividad está en el conocimiento previo (como proceso simbólico con-validable), y eso presupone la intervención de un sujeto capaz de descentrarse para dar lugar a una confrontación intersubjetiva crítica. También habría que señalar que la objetividad tiene condiciones políticas de existencia..., pero todo ello llevaría lejos del centro de interés presente.
En cualquier caso, ser amigo o no de alguien carece de importancia cuando se es capaz de discernir entre calidad estética y calidad humana. En esto, pienso que hay un cierto prejuicio o dogma referente a lo que ha de entenderse por objetividad.
La poética de A.M. no necesita defensores –ni menos que menos, una defensa corporativa-, a condición de que se la lea con detención... pero más básicamente, a condición de que se la lea... En ese sentido, pienso que la labor de crítica colectiva de ustedes -los Addison- es positiva, aun cuando en este caso tengo algunas diferencias significativas. Entre otras cuestiones, por algunas asunciones epistemológicas que realizan, por el tipo de análisis (más formal que formacional) que se pone en juego y por interpretar la “autorrestricción” como signo de debilidad cuando me parece que no lo es necesariamente. Lo decía en el campo del psicoanálisis Lacan: la rigurosa exclusión de ciertos recursos que están a la mano puede constituir un campo de fortaleza, porque exige un trabajo no de purificación sino de selección crítica de los puntos significantes sobre los que ha de gravitar un discurso. En eso, también acordarían otros tantos teóricos: no hay poética relevante que no presuponga una reflexión sobre el lenguaje, para el caso, dislocado. Como sea, no es preciso compartir completamente los puntos de vista de ustedes (los autores de este blog) para reconocer un trabajo valioso y necesario en estos tiempos de extrema cordialidad homicida.
Pero el problema central, para mí, ya ha sido puesto de manifiesto por Ratt y Víktor: el nivel de descalificación radical (autoritaria y acrítica) que hacen algunos participantes de un poeta que, interese o no, guste o no, es indiscutible en su condición de tal. Al menos a mí, esa descalificación me impide centrarme en una discusión específica sobre la poética de A.M., de lo más interesante, profunda y promisoria que se insinúa en el contexto español actual. Es ahí donde se hacen evidentes –o así me parece a mí- los límites del anonimato: jaquean el proyecto crítico que aquí intentan cimentar. Y aunque no tengo ninguna esperanza de cambiar la opinión (en ocasiones, sorprendentemente poco informada) de estos anónimos polemistas, me parece fundamental la remisión a las prácticas poéticas concretas (y más en general vitales) en las que cada uno participa y dejarse de tonterías del tipo “forma parte de un grupo” -¿quién no?-, o “cita a sus amigos que también lo citan” (lo cual se refuta en el más elemental nivel de lectura de sus trabajos teóricos, ajustados a específicos criterios de pertinencia), o incluso traer a la palestra la sacrosanta acusación de “marxista”, como si estar situado en un cierto horizonte político (para el caso, de una izquierda que no tiene nada que ver con el totalitarismo a lo Stalin, Mao o Pol Pot, por mencionar algunos casos) ya fuera motivo de insulto.
Como sea, pienso que un debate interesante deriva otra vez en polémica-espectáculo, a lo lucha libre, sonora y vacía, como no sea por los argumentados comentarios de V., R. y algún que otro suelto (que no comparto pero respeto). Aunque también defiendo la idea de Voltaire mencionada por Rat. (a quien no conozco), me parecería un error grave confundir disenso o desacuerdo con mera impugnación o difamación -que es lo que está primando en esta entrada-, confusión contra la que deberíamos luchar. Ojalá que esa tendencia no se convierta en norma... porque sería también el momento de un naufragio.
En cualquier caso, un giro argumental no nos vendría mal a nadie. Aprenderíamos a ejercer un pluralismo crítico cada vez más herido de muerte.
Gracias y un saludo,
Arturo

Anónimo dijo...

Ruido, ruido, ruido... ¿Qué importancia tiene eso para mi? ¿Os podríais entretener alguno en encontrarme? Si no es en blogs como éste, ¿dónde voy a hallar a alguien que me escriba? Pero, al leeros, voy perdiendo todas mis esperanzas...

Anónimo dijo...

Hola soy XX:

Yo estaba esperando a leer el libro.

Os voy a proponer una cosa: Leamos el libro y quién ya lo haya leído, que argumente sus comentarios sobre la base del poemario. Que ponga ejemplos Y ejercamos una crítica o una contra-crítica. Addisson's han argumenta. POdemos estar de acuerdo o no, sobre el valor de la poética en cuestión. Pero si lo argumentamos sin menospreciar al poeta y a su voz mejor.

(Bueno igual que dije que Brines me parecía infumable y Joan me dijo que lo volviera leer. Entonces recapacite y claro eso no era una crítica constructiva.)

Este blog se merece algo más que la descalificación gratuita. Si la poesía nos gusta tanto que podemos calentar motores, es mejor hacerlo sobre la discusión poética.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Para poner una nota de humor, que no descalifica a nadie, copio lo que me dice un amigo (que sigue siendo amigo) porque no entendía mi poesía.
Y es verdad que no todos, gustamos, conocemos,comprendemos, admiramos todo de todos, pues somos diversos.

A mis hermanos los poetas crípticos, herméticos, lahósticos (1)

Encripta, no te prives, Oh, poeta
elabora, refuerza tu algoritmo
y luego, si quieres, más de lo mismo
pero pásame, porfa, la receta

Porque mucho me temo que sin clave
sin, al menos, una mínima guia
esa, tan complicada travesía
puede ser demasié para mi nave


(1) Lahósticos: dícese de los naturales de Lahóstica (2)

Anónimo dijo...

Necesaria nota de humor, anónimo.

¿Así que yo tengo la carga de la prueba, anonimito? Curioso. Yo no soy el que había utilizado la palabra por primera vez...

Por otra parte, parece que si un poeta no gusta hay que escribir un ladrillo para explicarlo pero si nos gusta se pueden hacer todo tipos de panegíricos abusando de nombres propios. Curioso también esta asimetría de juicios de valor.

Como sabrás seguro mejor que yo, los poetas que tratamos de escribir de manera diferente a los decimonónicos tipo Gimferrer, la Escuela Visor y la Escuela Española Pre-Textos en realidad tan sólo bebemos de lo que nuestros bisabuelos construyeron en las múltiples vanguardias hace unos cien añitos. No nos pasa a nosotros solos. Los pastiches afectan a la pintura, a la escultura, a la novela...Digamos que nuestros bisabuelos fueron tan buenos que cien años después todavía los vemos como vanguardias y nosotros nos quedamos en meros imitadores pasticheros.

En el caso de este poeta en concreto ni siquiera me atrevería a llamarlo imitador de vanguardias porque su discurso tiene, entre otras cosas, una carga retórica clásica importante.

Estamos hablando por tanto de poetas que o bien seguimos modelos de hace 100 años o de 150. Llamarlo innovación es un atrevimiento e incluso una broma en la línea de los naturales de Lahóstica. Yo admito mis limitaciones pero no estaría mal que otros se bajaran del podium en el que se dejan llevar por los colegas.

Ya ni me meto en la enorme deuda que la mayoría de las vanguardias tienen con el primitivismo, y al lugar, y tiempo, donde nos remontaría una análisis más detallado de las mismas.

PD. del día de la Constitución: Yo no la voté. Cada generación merece escribir su propia constitución. Esta farsa es inaguantable.

Anónimo dijo...

Aprendiz dijo:

A Verso sin escribir:

HAYKU DE LA ESPERANZA

No es lana seca
el calcetín vacío,
hierba del cielo.

Anónimo dijo...

Mensajes como el de Arturo Borra, y los anteriores de Víktor, me recuerdan por qué visito estas páginas: para aprender y disfrutar de discursos bien vertebrados, que entreveran la pasión y la reflexión. Gracias.

Jorge:

la conversación sobre las vanguardias nos llevaría, en efecto, por otro derroteros. Incluso es posible que ser vanguardista sea una forma "clásica" de ser retrógrado. Ya decía Hegel que el arte muere cuando se re-flexiona, cuando hace flexión de sí mismo y contempla, cuestionándolo, su propio vacío.

Pero ciñéndonos a la poesía española contemporánea, ¿podrías ofrecer ejemplos, nombres concretos de qué es para ti la innovación y el riesgo? Prometo no utilizarlos en tu contra. Es para comprender mejor desde qué perspectiva me hablas, porque ahora mismo no termino de entender tu punto de vista.

Salud

Addison de Witt dijo...

Por razones más que extrañas, han desaparecido los comentarios que habéis incluido estos dos últimos días. Ahora que estamos de vuelta, podéis volver a ponerlos aquellos que queráis con la seguridad de que esta vez sí aparecerán.

Os agradecemos la riqueza que habéis aportado al debate del libro. Muchas gracias. El próximo: José Watanabe y su poesía completa.

Anónimo dijo...

Hola soy XX:

Jolines, porque no pedimos una subvención para la compra de los libros. JAJAJA. sería por el bien de la poesía.

"Na" que es buena idea, pero supongo que no nos lo subvencionarán.

Un saludo

Víktor Gómez Valentinos dijo...

'Los agujeros de la palabra tienen alma'
Juan Gelman

'¿Cuál es, y de qué esos agujeros?
Antonin Artaud'

Primero toca fondo. Y luego lo traspasa. Por el agujero entonces se forma entra y sale una luz imprevista: la luz hecha imposible de sentido, o quizá la única luz de que es capaz un sentido posible. Un vértigo en el límite. El hueco entre las palabras y las cosas que intuyera Foucault, el intervalo abierto que Deleuze llamaría pliegue o Derrida llamaría espaciamiento que se disemina. El fantasma de Agamben. El punctum en la imagen señalado en precario por Barthes. O a propósito de la niña Alicia: se diría que cuanto más se habla del espejo en la historia de Carroll, menos se atiende a un elemento previo y fundador: de nuevo, el agujero.

Fragmento inicial de "Palabra y agujero" que escribiera AMR y que se recoje en 'La destrucción de la forma' y que está indagando en la escritura poética de Valente y que yo por mi cuenta y riesgo, enlazo con "Para no ver el fondo"

Por otro lado, Léase "El ser fronterizo" de Eugenio Trías y entiéndase que la poesía de Mendez Rubio quizá nos anticipa un Tiempo del Espíritu en el que La razón no es absoluta ni lo simbólico, si no que son fuerzas que dialogan y se complementan. Que permiten ese asomarse al agujero desde la única solución que es el arte, la poesía en este caso.

Conste que esta osada interpretación es mía,
es decir, de un mero lector más.

Un abrazo

Víktor

P.D.: Arturo, tu honestidad intelectual apabulla.

P.D.2: Ratten, admiro esa humildad tuya desde el constructo inteligente de tus bien asimiladas y feraces lecturas.

Anónimo dijo...

Con todos los respetos, Viktor, pero tus intervenciones, sobre todo esta última, me parecen pura emoción personal -legítima pero intransitiva- disfrazada de argumentos racionales. No puedes convencer -quizá no lo pretendes- sino al convencido. Cordialmente.