miércoles, 5 de mayo de 2010

José Luis Rey. Barroco


Hola a todas y todos:

El XXII Premio de la Fundación Loewe fue a parar a José Luis Rey por su libro "Barroco". En su día ya hicimos una valoración respecto a la ecuanimidad aparente del premio y poco más tenemos que añadir sobre ese tema:

http://criticadepoesia.blogspot.com/2009/11/premios-de-poesia-ultimo-trimestre-de.html

Comenzaremos por los problemas menores que percibimos, seguiremos por los mayores y diremos luego lo que sí nos gusta.

Uno de los problemas menores lo hemos denominado repeticiones cargantes. Es verdad que alguna palabras se repiten de vez en cuando, como gramática, luz, naranjas, inglés, jirafa, sol, cielo y otros sustantivos. También se repiten algunas metáforas como la de los grifos. Más incomprensible y pesada, sin embargo, resulta la repetición de los meses y estaciones: "junio lleno de apóstrofes", "junio entero", "un porche en agosto", "por el túnel de junio", "caído del telar rojo de junio, "tejer el verano", "yo sería el verano", "El verano será su última hazaña", "tu pelo huele a mayo", "era junio una orden", "bajo la arena de la luz de junio"...Igualmente cargante resulta las de los temibles azules: "con sus ideas azules", "en sus piernas azules", "veo el camión azul", "recuerdo la ventana azul", "arena azul de Palestina", "el azul cereal", "el animal azul que en ellos vive"...

Un problema relacionado anímicamente con el anterior en la extensión de los poemas. Unos cuantos de ellos ocupan varias páginas y no encontramos la razón para tal verborrea. El poeta podría haber dicho lo mismo ahorrándose un buen puñado de versos pero la contención no es una de las virtudes de Rey.

Otro problema, no menor, pero tan común que hemos de reducir su importancia relativa, es la versificación tremendamente clásica y aun así fallida, a nuestro juicio, en ocasiones. Fallida por ejemplo en el endecasílabo "en la lluvia que cae sobre el mundo" o en "Ya no suele llover ni la luz entra" o en el alejandrino "en la mesa en que al fin nos reuniremos". Independientemente de estos supuestos fallos, discutibles como puede verse en los comentarios, el sonido repetitivo de endecasílabos y alejandrinos aburre la lectura. Insistimos en que es un problema generalizado pero no por ello debemos de dejar de nombrarlo. Innoven un poco, por favor. Estamos en tiempos pre-Rubén Darío en lo que a riqueza métrica se refiere.

Un problema ya no menor pero tampoco gigante, porque se suele encontrar concentrado en poemas y no repartido por todo el libro, son los versos incomprensiblemente antiguos, gastados y amanerados. Sin ánimo de ser exhaustivos aquí van unas cuantas perlas rococós: "dejaron abierto nuestro amanecer", "mar; oh límpiame mi peso", "Oh yo diré tu gloria", "Oh puro cuerpo mío", "Oh cantata del mar", "se evaporó en el libro de oro y aire.", "Y este cuerpo será copa encendida / donde posen su vuelo las infantas.", "Y eran interminables las piernas del rocío", "pespunte de los soles", "seremos la costura del fulgor", "Qué hermosa tilde el alma", "Las estrellas serán / las divisas que gane con mi gloria:"...

En ese aire apolillado que "Barroco" tiene en varias de sus páginas encontramos poemas muy malos como "El tartamudo amarillo", "La letra A", "Aventura bizantina resuelta para bien", "El incendio visto por el ratón", "Pervertido, tú siempre desearás el sol", "Mujer en el campo magnético", "La moda" y alguno más.

Dos son los problemas graves de "Barroco", problemas que empequeñecen a los anteriores. El primero, el abuso de la intertextualidad, que se puede ver detalladamente en el Apéndice a esta entrada (mucho menos exhaustiva de lo que parece). Ya lo había anunciado de manera poco clara Túa Blesa en su crítica de El Cultural, en la que, con el cariño que trata la revista al premio, decía sin ponerse colorado que todo lo viejo sonaba nuevo en manos de Rey. Lo cierto es que a nosotros, tanto verso ajeno nos suena rumiado y rerrumiado. El problema es que hemos recorrido todos los poemas de "Barroco" y en todos, todos sí, hemos encontrado citas intertextuales. Es verdad que algunos de esos versos tienen el carácter de lugar común y que en otros casos puede ser una mera coincidencia. Pero en tantos casos la virtud se hace vicio. Un poeta que presume de imaginación e imágenes no puede tirar de esa manera de los versos de otros, versos muchos de ellos malos y de poetas de segunda fila. El resultado, de lo contrario, parece un intento fallido de collage, casi un pastiche, de difícil digestión. Insufrible tanto verso de otro. Poco elegante además que no haya un epílogo de reconocimientos a los versos recogidos como suele hacerse. Mal, mal, mal.

Dejemos por un momento el segundo problema. José Luis rey titula bien los poemas, y algunos de ellos están por encima de la media de lo que solemos leer ("Academia de Junio", "El postre", "Culteranismo", "Dragón"), en especial en la primera parte del poemario. El libro contiene algunas imágenes sugerentes, pero son más retazos, versos aislados, que poemas redondos y cerrados:"sonido de mosca golpeando el cristal de la palabra mosca", "no la ventosa bíblica / que extrae los pecados.", "Mi pantalón se llena de ceniza / que sobró en Pompeya"; "¿De dónde son, de dónde son los grandes solitarios?"; "la que vende su pelo en los mercados".

Cuando el poeta tira de su propia imaginación y se olvida de imitar, logra resultados bastante mejores que cuando toma prestados versos. Lo mismo ocurre cuando se pone el gorro irracionalista y olvida su barroquismo: "Las bicicletas, los patines / han gastado la luna y tú no vienes / a merendar a casa cuando nieva. ¿No sabes? / Veo un bosque girando en una lavadora."; "hay un puerto en el techo del cuarto"; "los muertos subieron en el aire / sólo porque tosí."; "autobuses que regresan del mar", "Por junio hay fresas en su pelo / y jirafas lentísimas en el fondo del mar."; "cuando los ahogados salgan por los grifos / y las bañeras se llenen de público cuyos zapatos ya no suenan"...

El problema, y llegamos al segundo problema, es que muchos de esos versos buenos no tienen continuidad dentro del poema. Son fogonazos aislados. Tienen más una apariencia de fuego de artificio. Pueden ser versos inspirado pero desconyuntados. Para que se entienda bien lo que queremos decir, no hay un sólo poema en el libro que nos conmueva. Leemos el libro y una vez acabado no ha quedado nada dentro de nosotros. Ni existe una vivencia interesante transmitida ni hay una capacidad de desarrollo intelectual que compense la falta de vida en los poemas. Las elegías parecen bromas involuntarias y se quedan en meros juegos sin interés. Nada trasciende ni invita a la reflexión. Los versos buenos son decorativos, y es ahí donde verdaderamente es barroco el libro: en su vacuidad, en su carácter meramente decorativo en el mejor de los casos.

Autocomplacencia y superficialidad serían los verdaderos lastres de "Barroco" junto con el exceso intertextual. Para nosotros un nuevo fracaso literario de la factoría Loewe-Luis Antonio-Visor.

Valoración subjetiva del libro "Barroco": 3,5 / 10

PD.- Hemos cambiado el motor de los comentarios. Hay varias razones para ello. Creemos que ahora se verán mejor. Ya nos diréis. Ya os diremos también las otras razones detrás del cambio.


Apéndice
(se listan los poemas y a continuación alguna posible intertextualidad)

"Academia de Junio": "Muslo de luz" en Jorge Enrique Adoum; "Venas del verano" en Diego Muzzio; "rosa en las pupilas" en José Ortega.

"El postre": "risa atrapada" en Clara Janés por la "risa cazada"; "Gelatina del sol" en Rubén Benítez.

"Canción del perro al pasar": "Comeré nubes" en María Olmeda; "palabras blancas" en Carlos Edmundo de Ory.

"Culteranismo": "Cuando la acabe la luz" en José Viñals. "las sábanas del sol" en Juan Carlos Martini.

"El tartamudo amarillo": "pronunciaba el aire" en Alvaro Mutis por "pronuncian el aire"; "fonemas rotos" en Luis Fernando Brehm; "luz furtiva" en Ramón Guillén.

"Las gigantas y la respiración": "boca amarilla" en Pablo Neruda; "muslos elásticos" en García Márquez; "pan en los oídos" en Jules Renard; "siglos del sol" en Alberto Baeza.

"Cómo la fontanería...": "fotografía desganada" en García Márquez; "coronada de luciérnagas" en Manuel Mújica.

"Indigestión": "crujido del tiempo" en Cándido Gerón; "astilla de la luna" en Alfonso Reyes; "vomitando estrellas" en poema anónimo español.

"El ruido que hacen los vecinos": "rasga el vendaval" en Clara Janés; "noche encendida" en Jorge Guillén; "nieve en llamas" en Pere Gimferrer; "nadador en los espejos" en Héctor Villanueva; "honor de la nada" en Von Gericke y en el propio Rey en su libro sobre Gimferrer; dos últimos versos en Gamoneda y Aleixandre.

"La letra A": "floresta luminosa" en Erico Veríssimo; "mi estrella polar" en Arturo Mom.

"Entretenimientos de un vigilante nocturno": "hormigas en los párpados" en María Dolores Rodríguez Guzman; "lluvia se irisa" por "lluvia irisada" en Cintio Vitier, "el cielo una gigante boca" en Juan Martínez de la Parra, "sonrisa de pan " en Max Aub.

"Madrigal que Don Amor hizo a la Nada": "uvas en tu ojos" basado en Eugenio de Ochoa; "disfrazo de luz" por el "disfraz de luz" en Adolfo Costa.

"Los maestro cantores": "las paredes del amor" en Ricardo Zelarayán; "tiempo de hulla" en Cayetano Rosell; "girasol de la música" en Winett de Roca; "cantata del mar" en Primo Castrillo.

"Los gramáticos en la Edad Media": "barba del verano" en Juana de Ibarbourou.

"Eleanor entra por mi oído izquierdo": "madre de mi luz" basado en "madre de la luz" de Fray Luis de Granada; "respiración de la madera" en Roa Bastos, "pífano puro" como el apodo de Garcilaso. Los Beatles, repartidos.

"Aventura bizantina resuelta para bien": "tabernas de la luna" en Antonio Martínez Sarrión.

"El incendio visto por el ratón": "rozar la transparencia" en Antonio Martínez Sarrión, "final de sed" en Eduardo Zepeda, "morir fuera luz" con el "morir es luz" de José Martí.

"Aristocracia": "luz heráldica" en Pere Gimferrer, "soledad casi británica" en Bryce Echenique.

"Pervertido, tú siempre desearás el sol": "respiraba el milagro" en Enrique Jaramillo: "piernas del rocío" en Zoé Valdés; "orgasmo del mar" en Zoé Valdés.

"La caída de la casa última": "Los tejados se quiebran" en José Luis Martín.

"Noches de radio"; "puerta del aire" en Celso Emilio Ferreiro.

"El alquiler": "cavo en la luz" por el "cavar en la luz" de Juan Rejano.

"Naranjas en la mesa": "hojas del sol" en Luis de León, "Quizá vivir es sólo aprendizaje" remite al "vivir es aprender" de Bergamín.

"Mujer en el campo magnético": "palabras de chicle" en Jaime Carrero: "zapato del sol" en Rafael Ortiz, Serafina Nuñez en "tarde imantada" por "Me ha imantado la tarde".

"La moda": "hombro de la luz" en Alberti; "noche de los huesos" en Jorge Fernández; "pijama de nubes" en Lorca; "costura del fulgor" en Juan Carlos Nevado.

"Adios a la experiencia": "las venas del día" en Eduardo González Lanuza

"Después de la anunciación": "en la cima del canto" en Antonio Fernández.

"Dragón": "morder el cielo" en Gerardo Diego, "luna en llamas" en Alberti, "escrita con estrellas" en Quevedo, repite el "honor de la nada" ya comentado.

"Faltas de ortografía": varios en el caso del "alfabeto del alma". Unos pocos menos pero diferentes con el "acento del alma" en vez de la tilde; "noches en llamas" en Antonio Machado: "cielo de papel" en Alfonso Carrizo.

"Barroco": "Leer la luz" en Antonio Quintana, "sol de otra infancia" en Blas de Otero, "traje descosido de la lluvia" en Eliana Navarro.

"Mi Estonia": "noche blanca" en Manuel Machado; "cruzar el silencio" en Francisco Tobar, "volver desde la luz" en Epístola a Silvio.