lunes, 10 de diciembre de 2012

Trenes, nacionales y cintas de caspa




Viene variado el tema.

El Premio Nacional de Poesía se lo llevó nada más y nada menos que Antonio Carvajal, uno de los mejores representantes de la poesía más conservadora que existe en la actualidad. Cuando un señor ha pasado su vida contando sílabas y diciendo como deben ser contadas sin aportar ninguna evolución digna de mención a la prosodia, y cuando su poesía es un vergel (¿?) de lugares comunes, no podemos dejar de preguntarnos qué ha llevado al jurado, lleno de desconocidos pero con la presencia del compañero y antiguo Secretario de Estado de Cultura de Aznar, a otorgar el premio a Carvajal. Si los gobiernos del PSOE premian a poetas cercanos a su partido pero, en general, poetas de calidad, los gobiernos del PP premian en ocasiones a poetas cuya calidad literaria, y capacidad para soportar el paso de los años, es muy discutible (también con alguna excepción). De cualquier manera, darle el premio a Carvajal, un premio que parece a toda una carrera más que a un libro, parece una broma. La selección del festival Cosmopoética de este año, en la que la sección Loewe realizó un casposo homenaje a la poesía de los novísimos, ya anticipaba por donde vendría el premio este año. No sabemos si caeremos más bajo en este premio pero el listón ha quedado por los suelos. Enhorabuena.

Lo que nos lleva directamente al caso Javier Marías, al que algunos han criticado porque, en su opinión, dejaba en mal lugar a todos aquellos escritores que sí habían aceptado el premio. Hace bien Marías en no aceptar el Nacional. Resulta anacrónico que papá Estado, además de usar nuestros impuestos para reflotar las cajas de ahorro que nuestros políticos han quebrado, nos diga y señale cuál es el mejor libro del año (o el mejor cómic, o lo que sea). Dado que el número de categorías aumenta cada año acabaremos con el Premio Nacional al Mejor Polvo o al Mejor Robo de Guante Blanco. Aunque los premios no los inventara Franco, todo tiene un poso tan antiguo que lo extraño es que no haya muchos más autores que rechacen participar en una pantomima que van tan en contra de la independencia del artista. Quizá si el premio no conllevara unos miles de euros, todo sería más fácil. Pero si en ese caso habría más premiados que rechazaran el galardón, ¿no está comprando el premio, en cierta forma, a los autores? Que cada cual saque sus propias conclusiones. Eso sí, resulta asfixiante el uso comercial que algunos premiados hacen del premio, como si fuera una especie de nuevo título nobiliario que figura en todas sus actuaciones y bolos.

En donde no nos parece coherente Marías es en la aceptación de premios privados. Aunque las razones sean distintas, ¿qué le lleva a pensar que un premio privado español es más limpio que un premio público? Pongamos un ejemplo que nos ha llegado gracias a una amable lectora.
Los Premios de la Crítica, hoy va de mayúsculas, son unos premios que la Asociación Española de Críticos Literarios creó en 1956 (no hace falta recordar quién gobernaba España en esa época). Nuestra única pega con respecto a esos premios es que se autodenominen “Premios de la Crítica”, cuando en realidad son unos premios que otorga una asociación determinada de críticos literarios. Llamarlos “de la crítica” resulta algo ambicioso y pontificio por ese carácter universalizador que da el artículo. 

Con los años han ido surgiendo reinos de taifas en las Comunidades  Autónomas, que han creado sus propios premios, siendo normal que el premiado otorgue prestigio al premio y no al revés. De las últimas CC.AA en incorporarse fue Madrid, a través de una desconocida AMECL (Asociación Madrileña de Escritores y Críticos Literarios). Y atención porque la información no tiene desperdicio. Esta asociación se crea por la voluntad e iniciativa de dos compañeros de colegio de pago (cosa muy libre de hacer como recalcan los responsables de educación peperos). Ambos señores tienen, a su vez, dos editoriales en las que los autores deben pagar por publicar sus libros: una es el Grupo Editorial Pérez-Ayala (Poesía eres tú, Ediciones Rilke) y la otra Ediciones Vitruvio. La página web de la AMECL conecta desde hace años con la del Grupo Editorial mencionado (o más bien a la inversa). La Asociación tiene como domicilio social una amplia vivienda en Doctor Fleming, Madrid, que a su vez es el domicilio del dueño del Grupo Editorial Pérez-Ayala. En 2008, el primer año de actividad, los premios se dieron a través de otra asociación que inauguraron estos señores junto con algún otro editor que pasaba por allí, Asociación de Editores de Poesía, y concedió el premio a un libro de la editorial Vitruvio. En el año 2009, con la entrada de Chus Visor en la Asociación de Editores, el premio fue para un libro de Visor, claro. En el año 2010, atención, el premio fue para el dueño de Ediciones Vitruvio, Pablo Méndez, por un libro publicado, atención de nuevo, por el Grupo Editorial Pérez Ayala. Muy bien. Y en el año 2011 el premio ha recaído de nuevo en un libro de ediciones Vitruvio. Es decir, que de cuatro premios, tres van a la casa de uno de los fundadores, que imaginamos utilizará esos premios para la legítima promoción de su negocio. No hay nada ilegal en esto, dado que es una asociación privada, pero sí que resulta un esperpento, especialmente cuando se lee la biografía o la página wiki de alguno de estos autores, y se lee: Premio de la Crítica Madrileña. Guauu. ¿Qué crítica? ¿Qué críticos? 

Cada año, además del “Premio de la Crítica Madrileña”, esta nueva asociación concede un premio de narrativa. Pues bien, este año el premio ha ido a parar, cosas del destino, a Javier Marías (Almudena Grandes, la mujercísima, lo ganó el pasado año). Javier, si está usted leyendo esto o alguien se lo manda, ¿nos puede explicar qué sentido tiene aceptar este premio de una asociación de críticos que no tiene críticos reconocidos, y cuyos jurados deben ser muy secretos porque nunca aparecen, y no aceptar el Premio Nacional? ¿No le saldría más rentable rechazar directamente cualquier premio que le den en nuestro querido país? Y puestos a preguntar, ¿qué hace la Asociación de Críticos Literarios para evitar hechos de este tipo, si es que puede hacer algo? ¿Por qué no crear el Premio de la Crítica de la Crítica?

También fue previsible el premio Cervantes para Caballero Bonald. A este colectivo Bonald le gusta bastante más en otras facetas de la literatura que en poesía, en donde se ahoga en su propio barroquismo, incapaz de evolucionar. El carácter en parte provinciano del premio se realza cuando miramos a la otra orilla del Atlántico y vemos quiénes podrían haberlo obtenido. Resulta estúpido que año sí año no, en el mejor de los casos, el premio lo tenga que ganar un español, cuando la lista de escritores latinoamericanos quintuplica el número de escritores españoles. Es como si el que paga una cena se escoge la mitad de la cena y reparte el resto entre seis comensales. De los 38 premios concedidos, 20 han ido a parar a España. Dejemos ya la colonización y si queremos que España tenga un premio literario de prestigio, cosa que hasta ahora no hemos logrado ni con el Cervantes ni con el Príncipe de Asturias, mejoremos la calidad del jurado, convirtámoslo en un jurado realmente internacional, despolitizado, y dejemos los amiguismos para otros menesteres.

Y para terminar, unas breves palabras para los Premios de Tren. Efectivamente, el famoso trenecito es lo que parecen hacer los discípulos y cachorros de Chus Visor. Observen la lista de ganadores del premio:

Fernando Valverde Rodríguez, El viaje del mundo (2012)
Raquel Lanseros, Cayo Hueso - Dublín (2011)
Felipe Benítez Reyes, Ciudades del sueño (2010)
Jorge Galán, Los trenes en la niebla (2009)
Marco Antonio Campos, Aquellas cartas (2008)
Alvaro Salvador, Estación de Servicio III (2007)
Antonio Lucas, En andenes que no existen (2006)
Javier Lorenzo Candel, La tierra que persigue (2005)
Benjamín Prado Rodríguez, Ecosistema (2004)
Carlos Marzal, Catedral de inquietud (2003)
Vicente Gallego, Estación de paso (2002)

Y ojo que los premios no sólo se otorgan en poesía. Mirando la lista de cuentos, vaya si son cuentos, también hay sorpresas. Y por último, la lista de nuevos cachorros puede verse en los accésit. Si los señores con accésit se agachan lo suficiente podrán contar con el dinero contante y sonante del erario público en nuevos eventos. La lista completa de vagones en esta dirección:


Felices vacaciones, Navidad o lo que ustedes celebren.