
Hola a todos de nuevo:
No ha sido fácil escoger una primera crítica tras el parón. Teníamos decidido una reseña completamente distinta pero al final El Cultural de la semana pasado nos cambió, nos encendió y nos lleva a un clásico de este blog: el premio Loewe y la crítico Ainhoa Sáenz de Zaitegui. Luego nos entrarán remordimientos por nuestra dureza pero ahí va la contracrítica. Todavía caliente.
Comencemos por la parte interesante de la reseña. Sáenz se atreve, por primera vez en la historia del suplemento, a partirle la cara a un libro galardonado con este premio. Se agradece la sinceridad y la crítica al poder. Al mismo tiempo lo hace de manera detallada y estamos de acuerdo en la mayoría de puntos negativos que señala.
Por el lado negativo, varios detalles. En primer lugar, ha tenido que dejar de estar el señor Anson en el jurado para que El Cultural ponga el dedo en la llaga. En segundo lugar, como casualidad, es la segunda vez que leemos una crítica dura de Ainhoa y en los dos casos han sido mujeres. En este caso, creemos en las casualidades. Desgraciadamente toda la fuerza de su discurso se pierde al final por el sumidero de la frase: "Pero no nos engañemos: no es un premio Loewe". Ya.
El vigésimo primer premio Loewe no difiere mucho, en su calidad poética, de los veinte libros premiados con anterioridad. Dos han sido los fallos históricos de este premio. En primer lugar, la calidad general de los libros ha sido muy baja, premiándose nombres en vez de obras, comportamiento heredado de los premios de narrativa, siempre con poéticas conservadoras y con una endogamia preocupante de jurados y premiados. El segundo error del premio, en línea con el primer punto, ha sido que, desde su comienzo, ha tenido un enfoque predominantemente burgués. Como los seguidores del Opus sientan en la mesa a un pobre por Navidad, la burguesía ha venido sentando a los poetas con más ganas de aparecer en los medios y sacar dinero, y la connivencia poder-poesía, dos palabras que deberían de ser antónimas, se ha enquistado alrededor de la corbata.
Así que todo el atrevimiento aparente de la crítica se queda en nada en cuanto que defiende lo ocurrido con el premio hasta la fecha. El libro no es sino un nuevo Loewe más, un libro olvidable, afectado por la moda de los años 60 en este caso y que en ningún caso, como el resto, pasará a canon viable salvo a los paraísos artificiales y de interior que fabrican los miembros del jurado. Infumable en cualquier caso. Y, eso sí, de entre lo malo, de lo peor.
Centrándonos ya en "Playstation", uno de los problemas fundamentales del libro es su carácter profundamente narrativo. Dividir una narración en líneas no implica que de manera mágica se fabrique un poema. Esto lo ha dicho Antonio Colinas diez mil veces pero esta vez era jurado. El libro está lleno de ¿poemas? de este tipo, pero algunos son especialmente terribles como "Entrevista", "Recitales de poesía", "Experiencia espiritual" o "Para qué sirve la lectura", que comienza:
"Me llaman de una editorial
y me piden que escriba
cinco folios sobre la necesidad de la lectura
No pagan muy bien.
..."
Apasionante y cargado de poesía. La obsesión por el dinero aparece por todo el poemario: "aunque no nos dieron dinero / que era lo que me importaba"; también la combinación dinero-egocentrismo: "...lo mejor que puedo hacer / es escribir mi biografía / sin pagarle a nadie / a ver si mi editora me lo compra." A veces se incluyen aires de grandeza que le van mucho al premio y premiada: "pero todo el mundo sabe que no me gusta mucho viajar en clase turista...". Toda una declaración de principios.
La poeta parece querer cuidar los finales de cada uno de los versos pero el resultado en la mayoría de casos es un final de principiante, rematando un poema que ya estaba muerto de por sí: "Por eso es que no me gusta ir al teatro, "Se nace o no se nace"... Cuando a la vez la poeta intenta ser irónica, o incluso graciosa, el patetismo produce vergüenza ajena, como en el caso de "Anoche tuve un sueño" o "Experiencia espiritual".
Resulta insoportable como todos los poemas giran en torno al yo inflamado de la poeta, que cae en un confesionalismo trasnochado, autocompasivo (menos mal que sólo fue una pierna), egocéntrico (y no sólo por la camiseta del poema "I love Cristina Peri Rossi") y falsamente provocador. ¿A quién pretende provocar, como ella dice, porque sueñe que se lo hace con su madre, porque sitúe en un sex-shop un poema, porque critique a la familia y la Navidad o porque hable de los centímetros de un consolador? En el 2009, señora Rossi, sus provocaciones no sólo son fallidas sino que están apolilladas. Salvo, a lo mejor, para un jurado cuya media de edad es la de nuestra abuelas.
Las repeticiones de temas también conducen a la monotonía. Por un lado Mina cantando Margherita de Cocciante, por otro lado los sueños, por otro las traducciones que le han hecho de sus poemas...Tedio extremo. Bostezos acusados.
Algunos errores como pensar que Bill Gates inventó Internet, o decir que nada alegre o estimulante se le ocurrió a Shakespeare, Dostoievski, Proust o Kafka producen, de nuevo, vergüenza ajena.
Su intento pasajero de manejo del lenguaje poético tiene resultados como éstos: "Como un Porsche última generación". Fantástico.
Lo único salvable del libro quizás sea el poema homenaje a Ballard y el epitafio que ella misma escribe. Todo lo demás aburre, cansa, y no sólo no es poesía sino que es una narrativa pésima.
Quizás lo peor de todo este asunto, además del propio libro, hayan sido las declaraciones de la poeta. Al parecer, declaró que es "un poemario audaz en las antípodas de la corrección formal". Sí, está en las antípodas de muchas cosas, por ejemplo de la poesía. Según Peri Rossi, "la poesía española debe modernizarse como hizo la americana con Bukowski." Ignorábamos la influencia definitiva de Bukoswki en la poesía y su modernización. Tal combinación de desconocimiento de lo propio y de lo ajeno es sintomática. Sólo desde la nada se puede construir una nada mayor.
Como Rossi escribe, efectivamente la literatura es a veces "un residuo". Este libro es un ejemplo de ello.
Si, como dice la escritora, se presentó al premio por el dinero, objetivo conseguido. A estas alturas lo mejor que podría hacer jurado, mecenas y demás es cancelar para siempre este mal ejemplo de lo que tiene que ser la poesía y los poetas.
Valoración del libro "Playstation": 2 / 10