Hola a todas y todos:
Esta semana, a petición popular al buzón, traemos el libro de Kirmen Uribe “Mientras tanto cógeme la mano”. Edita Visor.
La autovaloración sobre nuestra presunta objetividad es complicada. De nuevo, cómo no, Visor, y ha sido un premio nacional de narrativa que huele demasiado a política. Más de lo normal, queremos decir. Situamos nuestra nota entre un 0 y un 2. Bajo cero.
Antes de empezar, nos estremece la contraportada, mezcla de medias verdades y de, ¿errores?
En ella se indica que el libro es Premio Nacional de la Crítica (con esas pomposas mayúsculas). El libro fue premio nacional de la crítica para obras escritas en vasco. A nuestra observación de siempre sobre el carácter ostentoso del título de este premio (es un premio de una asociación de críticos, el artículo “la” le confiere una afectación y exclusividad ridículas), hay que añadir el carácter mucho más reducido del verdadero premio del libro, circunscrito a la lengua vasca. Vemos que la misma media verdad aparece en la página del PEN americana, y por tanto responsabilizamos al autor en un caso claro de hinchazón de CV por omisión de sintagmas.
Dice la contraportada, además, que la versión inglesa fue premiada por el PEN American Center como “finalista al mejor libro de poesía traducido al inglés el año 2007 en EEUU. (sic)”. De risa. En primer lugar, muchos americanos no son tan fantasmas como algunos de por aquí y no se atreverían a decir que un libro es el mejor o uno de los finalistas a mejores libros de poesía traducidos en su país. Existen dos premios a traducciones al inglés que organiza PEN. El más importante es el PEN Translation Prize. El segundo premio es el PEN Award for Poetry in Translation ("recognizes book-length translations of poetry from any language into English published in the previous calendar year and is judged by a single translator of poetry appointed by the PEN Translation Committee"). Como se puede leer, nada que ver con el carácter de propaganda de la contraportada. Ni es un premio al mejor libro en el año ni nada que se le parezca. Es un premio que otorga un solo traductor a otro, y que el PEN paga con 3000 dólares. Pues de ese segundo premio la traductora fue finalista, no ganadora, junto con otra persona. Y lo fue por hacer la traducción directamente del vasco, algo poco visto en EE.UU.
Esta semana, a petición popular al buzón, traemos el libro de Kirmen Uribe “Mientras tanto cógeme la mano”. Edita Visor.
La autovaloración sobre nuestra presunta objetividad es complicada. De nuevo, cómo no, Visor, y ha sido un premio nacional de narrativa que huele demasiado a política. Más de lo normal, queremos decir. Situamos nuestra nota entre un 0 y un 2. Bajo cero.
Antes de empezar, nos estremece la contraportada, mezcla de medias verdades y de, ¿errores?
En ella se indica que el libro es Premio Nacional de la Crítica (con esas pomposas mayúsculas). El libro fue premio nacional de la crítica para obras escritas en vasco. A nuestra observación de siempre sobre el carácter ostentoso del título de este premio (es un premio de una asociación de críticos, el artículo “la” le confiere una afectación y exclusividad ridículas), hay que añadir el carácter mucho más reducido del verdadero premio del libro, circunscrito a la lengua vasca. Vemos que la misma media verdad aparece en la página del PEN americana, y por tanto responsabilizamos al autor en un caso claro de hinchazón de CV por omisión de sintagmas.
Dice la contraportada, además, que la versión inglesa fue premiada por el PEN American Center como “finalista al mejor libro de poesía traducido al inglés el año 2007 en EEUU. (sic)”. De risa. En primer lugar, muchos americanos no son tan fantasmas como algunos de por aquí y no se atreverían a decir que un libro es el mejor o uno de los finalistas a mejores libros de poesía traducidos en su país. Existen dos premios a traducciones al inglés que organiza PEN. El más importante es el PEN Translation Prize. El segundo premio es el PEN Award for Poetry in Translation ("recognizes book-length translations of poetry from any language into English published in the previous calendar year and is judged by a single translator of poetry appointed by the PEN Translation Committee"). Como se puede leer, nada que ver con el carácter de propaganda de la contraportada. Ni es un premio al mejor libro en el año ni nada que se le parezca. Es un premio que otorga un solo traductor a otro, y que el PEN paga con 3000 dólares. Pues de ese segundo premio la traductora fue finalista, no ganadora, junto con otra persona. Y lo fue por hacer la traducción directamente del vasco, algo poco visto en EE.UU.
De la misma forma se habla de que el autor ha publicado su obra en The New Yorker, cuando es la traductora la que llevó a las páginas de esta revista su, para ellos, exótica traducción.
¿Por qué tanto empeño por esta traductora y alguno más en la obra de Uribe? Creemos que no se debe a la calidad del poemario, que anticipamos que es muy baja. Tiene más que ver con el hecho de que sea un libro escrito en vasco. Leemos, por ejemplo, en la contraportada del libro traducido al inglés: "Gracias a Elizabeth Macklin por traer al inglés la poesía de Kirmen Uribe, escrita en la lengua europea más antigua". La minireseña la firma un señor llamado Mark Kurlanski, autor del libro "La historia vasca del mundo". ¿El interés es la obra o la lengua? Más bien parece lo segundo. El resto de comentaristas de 4º fila de la contraportada destacan el hecho de que se trata de la primera traducción vasco-inglés sin pasar por el castellano. Desconocemos si eso es verdad pero no hace que el libro sea necesariamente bueno, sino que lo acerca al terreno ya comentado de lo exótico.
¿Por qué tanto empeño por esta traductora y alguno más en la obra de Uribe? Creemos que no se debe a la calidad del poemario, que anticipamos que es muy baja. Tiene más que ver con el hecho de que sea un libro escrito en vasco. Leemos, por ejemplo, en la contraportada del libro traducido al inglés: "Gracias a Elizabeth Macklin por traer al inglés la poesía de Kirmen Uribe, escrita en la lengua europea más antigua". La minireseña la firma un señor llamado Mark Kurlanski, autor del libro "La historia vasca del mundo". ¿El interés es la obra o la lengua? Más bien parece lo segundo. El resto de comentaristas de 4º fila de la contraportada destacan el hecho de que se trata de la primera traducción vasco-inglés sin pasar por el castellano. Desconocemos si eso es verdad pero no hace que el libro sea necesariamente bueno, sino que lo acerca al terreno ya comentado de lo exótico.
Todo nacionalismo necesita reivindicar su lengua para sentir que su territorio es todavía más válido, y así mear a gusto en sus esquinas divisorias. Para una lengua que carece de Cervantes, de Rosalía o de Ausiás, es importante mimar al máximo a sus escritores. Como en este caso parece que hay una ligazón política a la apresurada entronización del autor, no podemos entender, ni creer, que no haya mejores autores para promocionar la lengua vasca. Y lo decimos porque este libro, desde el punto de vista literario, es muy mediocre.
Comienza el libro con una introducción del propio Uribe, introducción con un marcado carácter de estudiante de secundaria, que aleja al autor, por el momento, de cualquier posibilidad de realizar un sesudo ensayo que vaya más allá de comentar que un poema es como una onza de chocolate. Como ya comentó alguien, los ecos de Forrest Gump alcanzan de lleno la poética del autor, en un viaje de ida y vuelta eterno y retroalimentado entre el imperio y el caserío.
En sus siete partes más el poema introductorio (el único salvable), hablamos de una poesía basada en la anécdota familiar, en la historieta de abuelo, en algún poema erótico-glacial, en una melancolía patético- sentimentaloide (el poema “Aquel día”), nostalgia agrícola (“El cerezo”), reflexiones de columna de diario de provincias (“Hoy parece que hemos de ser perfectos también en la cama”), todo ello carente del más mínimo interés narrativo y mucho menos poético.
Es curioso que Uribe, evitaremos llamarlo poeta, diga que “siempre un poema transmite algo nuevo”. Si hacemos caso a su propia premisa, habría que considerar la posibilidad de que no haya un solo poema en todo el libro. Y no nos referimos al poema “No se puede decir”, escrito por miles de poetas antes, aunque nunca de manera tan rematadamente mala. Porque decir
“Mira, el mar mueve la arena
como el viento mueve el trigo.”
no parece que nos transmite nada nuevo. Tampoco con los niños: “Parece un lago helado / en el que se va borrando / el rostro del niño que un día fue.” O con su hermana: “Tiene los ojos llorosos, pequeños / como las fresas silvestres.” Ni siquiera con el mar: “el mar brilla como una merluza. / Las estrellas saltan como escamas.”
Cuando trata del amor es algo similar: “no quiero promesas, no quiero disculpas, / tan sólo un gesto de amor.” O “Tus piernas largas y frías / como el agua de la fuente”; “Es de noche en el hemisferio de sus ojos”
Hay una cosa que nos molesta especialmente del libro y es la felicidad boba que parece mostrar. No estamos hablando de una mirada infantil sino de infantilismo. Ejemplos: “Es domingo en la playa para la gente de buena voluntad.”; el final de “Pesadilla”, el chiste de Bhután, el poema “El extraño” o un Duchamp que parece un imbécil en los diálogos con Aresti.
En un manejo muy torpe de la retórica, molestan especialmente las repeticiones de versos en un mismo poema como “El nunca decía te quiero”, “El tiempo de los árboles” o el terrible “Tecnología”. Se puede sonar igual de antiguo pero no más.
Incluso hay versos que incitan a la risa: “Las heridas de las peras golpeadas no se pueden cerrar.”. Es cierto, ni biólogos ni botánicos se han preocupado todavía sobre el cierre de las heridas en las peras. Vivimos un mundo terrible e incomprensible.
También dice Uribe que el poema es ritmo, como si existiera ritmo en la versión castellana que hemos leído.
Mirad que llevamos libros. Será por el cansancio de tanta poesía mala y mediocre subida a unos altares de barro. Pero terminar un poema a un padre escribiendo “y así terminó también la vida de mi padre, / como un barco que se pierde en el horizonte / girando hacia el Oeste, /dibujando recuerdos en su estela” produce cataratas. Eso y mayo extendiendo su párpado azul sobre el puerto nos llevan a:
Valoración de “Mientras tanto cógeme la mano”: 0,25 / 10
Dice Uribe en un verso que “sin riesgo, no hay nada”. En realidad poco puede arriesgar quien maneja tan mal los aspectos más elementales de la poesía. Que se quede, por Dios que se quede, en la narrativa por muchos años, que siga teniendo tantos colegas en política y que, por favor, la gente no utilice el sustantivo poeta en vano.
Comienza el libro con una introducción del propio Uribe, introducción con un marcado carácter de estudiante de secundaria, que aleja al autor, por el momento, de cualquier posibilidad de realizar un sesudo ensayo que vaya más allá de comentar que un poema es como una onza de chocolate. Como ya comentó alguien, los ecos de Forrest Gump alcanzan de lleno la poética del autor, en un viaje de ida y vuelta eterno y retroalimentado entre el imperio y el caserío.
En sus siete partes más el poema introductorio (el único salvable), hablamos de una poesía basada en la anécdota familiar, en la historieta de abuelo, en algún poema erótico-glacial, en una melancolía patético- sentimentaloide (el poema “Aquel día”), nostalgia agrícola (“El cerezo”), reflexiones de columna de diario de provincias (“Hoy parece que hemos de ser perfectos también en la cama”), todo ello carente del más mínimo interés narrativo y mucho menos poético.
Es curioso que Uribe, evitaremos llamarlo poeta, diga que “siempre un poema transmite algo nuevo”. Si hacemos caso a su propia premisa, habría que considerar la posibilidad de que no haya un solo poema en todo el libro. Y no nos referimos al poema “No se puede decir”, escrito por miles de poetas antes, aunque nunca de manera tan rematadamente mala. Porque decir
“Mira, el mar mueve la arena
como el viento mueve el trigo.”
no parece que nos transmite nada nuevo. Tampoco con los niños: “Parece un lago helado / en el que se va borrando / el rostro del niño que un día fue.” O con su hermana: “Tiene los ojos llorosos, pequeños / como las fresas silvestres.” Ni siquiera con el mar: “el mar brilla como una merluza. / Las estrellas saltan como escamas.”
Cuando trata del amor es algo similar: “no quiero promesas, no quiero disculpas, / tan sólo un gesto de amor.” O “Tus piernas largas y frías / como el agua de la fuente”; “Es de noche en el hemisferio de sus ojos”
Hay una cosa que nos molesta especialmente del libro y es la felicidad boba que parece mostrar. No estamos hablando de una mirada infantil sino de infantilismo. Ejemplos: “Es domingo en la playa para la gente de buena voluntad.”; el final de “Pesadilla”, el chiste de Bhután, el poema “El extraño” o un Duchamp que parece un imbécil en los diálogos con Aresti.
En un manejo muy torpe de la retórica, molestan especialmente las repeticiones de versos en un mismo poema como “El nunca decía te quiero”, “El tiempo de los árboles” o el terrible “Tecnología”. Se puede sonar igual de antiguo pero no más.
Incluso hay versos que incitan a la risa: “Las heridas de las peras golpeadas no se pueden cerrar.”. Es cierto, ni biólogos ni botánicos se han preocupado todavía sobre el cierre de las heridas en las peras. Vivimos un mundo terrible e incomprensible.
También dice Uribe que el poema es ritmo, como si existiera ritmo en la versión castellana que hemos leído.
Mirad que llevamos libros. Será por el cansancio de tanta poesía mala y mediocre subida a unos altares de barro. Pero terminar un poema a un padre escribiendo “y así terminó también la vida de mi padre, / como un barco que se pierde en el horizonte / girando hacia el Oeste, /dibujando recuerdos en su estela” produce cataratas. Eso y mayo extendiendo su párpado azul sobre el puerto nos llevan a:
Valoración de “Mientras tanto cógeme la mano”: 0,25 / 10
Dice Uribe en un verso que “sin riesgo, no hay nada”. En realidad poco puede arriesgar quien maneja tan mal los aspectos más elementales de la poesía. Que se quede, por Dios que se quede, en la narrativa por muchos años, que siga teniendo tantos colegas en política y que, por favor, la gente no utilice el sustantivo poeta en vano.
Agur.