Vamos a tratar en esta crítica uno de los libros que llevábamos retrasados. Se trata de la "Poesía reunida 1968-2007" de José-Miguel Ullán. Edita Galaxia Gutenberg - Círculo de Lectores. El prólogo está escrito por Miguel Casado.
La crítica la realizó en su momento Túa Blesa (http://www.elcultural.es/HTML/20080403/LETRAS/LETRAS22813.asp), que no presenta problemas de objetividad sobre la editorial ni el poeta. Nosotros tampoco.
Sobre la crítica, aunque se apoya algo en el excelente prólogo de Miguel Casado, al menos lo reconoce, no como otros, y está por encima de lo que venía siendo habitual en este crítico.
De un libro que supera las 1.300 páginas no vamos a poder realizar un análisis pormenorizado como los que solemos hacer desde hace unos meses. Esa tarea supondría un acercamiento más próximo a la tesina que a la propia crítica.
Antes de comenzar, felicitar a los editores por el excepcional trabajo de edición que este libro debe haber conllevado. Para un poeta que mezcla tanto el hecho visual con el lingüístico, el volumen refleja perfectamente la singular personalidad plástica de la poesía de Ullán.
Comienza el libro con la tercera sección de "Mortaja", "Ficciones", poemario de 1968. Se nos advierte que el autor ha tomado "la decisión definitiva de excluir de su obra poética algunos libros y cuadernos pertenecientes a la década de 1960-1970". Estamos por tanto ante una edición de autor en la que Ullán ha reordenado parte de los poemarios, ha suprimido otros, edición de autor que deja las puertas abiertas a una edición crítica
"Ficciones" viene a ser un conjunto de poemas-noticia, noticias de sucesos concretamente, que nos recuerda a poetas anteriores que hicieron un uso similar de esta técnica. Termina este breve poemario con un poema a modo de testamento en el que Ullán da una clave visionaria y unitaria de lo que será su propia obra:
"la voz es voz
no existe"
El siguiente poemario es "Maniluvios" (1969-1970). En él, Ullán procede sin contemplaciones a la deconstrucción de la palabra en muchos de sus poemas. Onomatopeyas, aliteraciones, encabalgamientos feroces, yuxtaposiciones de planos líricos, enumeraciones, poesía en verso, en prosa, neologismos, paronomasias, palabras en diversos idiomas, ironía, culturalismo, hermetismo, metapoesía... Un auténtico arsenal de mundos diversos se nos presenta en sólo un poemario. Sólo la relectura comienza a dar pistas del alcance sensorial de sus versos
¿Quizás hay algo de automatismo en el proceso creador? Pudiera ser que sí. No sabemos si este poema es una pista:
"todo es azar el papel
y la herida que lo habi
ta mas necesita eso sí
un raro candil - la sed"
El poeta, consciente del riesgo asumido en cada verso, recordemos el año y comparemos, sabe de su lucha:
"JURO
seguir soñando
con la mano
armada"
Y termina el poemario con un breve poema en prosa escrito en francés, en el que el autor vuelve a dejar caer una de sus claves: la parole sacrifiée mais toujours attendue.
El siguiente poemario, "Funeral mal", abarca un largo periodo de tiempo, 1972-1982, tiene varias etapas y se editó en colaboración con algunos de los mejores artistas plásticos del momento. Comienza con Adoración, de 1972, que se realizó en colaboración con Eduardo Chillida. Naturaleza, sintaxis retorcida por bruscos hiperbatones, desierto, mar, el paso del tiempo, todo en poemas no puntuados, con largos silencios intercalados.
"Ardicia", de 1973, en colaboración con Pablo Palazuelo, comienza con una serie de poemas en prosa en donde el poeta ahonda en su hermetismo. Ecos expresionistas, mistéricos, de nuevo el paso del tiempo, dios, y a continuación fragmentos de textos recortados y pegados a modo de collage y en varios idiomas.
"Acorde", de 1974, se realizó en colaboración con Vicente Rojo. En este caso, la fusión poesía e imagen es total y todos los textos, ordenados alfabéticamente, se enmarcan en unidades plásticas con una sola palabra arriba y un sintagma abajo. Termina el poemario con tres recuadros en blanco y uno sólo escrito, arriba a la izquierda: "rodea la impureza del signo". Queda aclarada la intención estética de ambos artistas.
"Asedio", de 1975, se produjo en colaboración con Antonio Saura (vaya lujo de colaboraciones). Al primer poema, un peculiar soneto, le siguen dos textos en francés tachados, magistralmente tachados habría que decir, por la pluma de Antonio Saura.
"Alarma", de 1975, en colaboración con el desgraciadamente olvidado Eusebio Sempere, los textos son tachados con mayor profusión, y solo las palabras rodeadas y salvadas como si fueran ninots de la zona de Eusebio, nos permiten avanzar en la polisemia del texto, que termina con la palabra hablar subrayada.
"Anular", de 1975, se hizo en colaboración con Antoni Tapies, que pasa su gruesa brocha y la arrastra hasta casi secarse, por encima de los textos minúsculos sobre los que sobresalen frases en letra más grande, a veces buscando cacofonías, aliteraciones, juegos ("lucha la lengua contra usura huera"), y en donde el propio Antoni se atreve a escribir sus propias letras como forma de diálogo con el poeta.
Y el último bloque de este poemario lo constituye "Almario", de 1982. Continúan los juegos de palabras, se busca la rima, hay una cierta imaginería tanto irracional como surrealista. Los poemas mezclan a partes casi iguales francés y español. Algunos poemas son dibujos, pero nunca son mezclados.
El poemario que sigue cronológicamente por fecha de inicio es “De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado” (1973). Comienza con una primera parte de texto denso, similar en lo técnico a Maniluvios, pero el texto es concentrado ahora y los cambios de plano son continuos en una mezcla por un lado de escritura automática y por otro de un cierto hermetismo, como si estuviéramos en un patio y nos hablaran diez personas desde diez altavoces distintos. Si el texto es leído sin la menor intención de obtener un significado del conjunto, la impresión es de dureza, de sentimientos extremos, acompañados en ocasiones de noticias de sucesos que enlazan con el primer poemario del libro. En la segunda parte el texto se espacia, y tanto la tercera como la cuarta son partes gráficas para terminar con Luís de Góngora.
En el siguiente poemario, Frases (1974), fotografías y poemas chinos se entrelazan con frases rodeadas de rectángulos.
"Soldadesca", 1974, nos aproxima a "De un caminante...". El texto se vuelve a concentrar. En el aviso al lector que precede, el poeta advierte que las "tramposas palabras estacan jovialmente su lascivia traición". Cada uno de los largos textos, sin ninguna puntuación ni punto de referencia, con un lenguaje a veces antiguo, son como breves mensajes que se van acumulando en el cerebro hasta que la concentración sémica alcanza cotas elevadas. Termina el poemario un aviso concluyente para amar y otro aviso para los lectores de su poesía: "Mas las palabras del cantor quien no las cree no las entiende".
"Manchas nombradas" (1976-1977) es un poemario largo y enormemente rico y plural tanto desde el punto de vista técnico como desde el punto de vista temático. La edición original contó con la colaboración de Saura, Sempere o Palazuelo entre otros. Entre muchos de los temas, destaca la metapoesía ("El poeta reclama espuela y freno"), el amor, la mitología…todo ello con un lenguaje bello y más cercano de lo que acostumbraba el poeta, y ayudado de cierta ironía. Tras los poemas, un teatro poético titulado "Las cuatro estaciones": "La pasión no es palabra. Es el espacio mudo que tú viste al fondo de esa imagen mudada en primavera." Tras varios poemas-imagen y una nueva serie de poemas breves termina Ullán con unos "Responsos" en los que no falta de nuevo la ironía.
Después de un breve poemario, "Rumor de Tánger" (1983), el siguiente libro del poeta es "Visto y no visto" (1988-1993), que compone como un diario en la forma, aunque en el fondo las entradas son fragmentarias y prosaicas. Le sigue al diario un conjunto de poemas dedicados la mayoría a poetas, simpático el dibujo de la poesía de Monterroso, en donde roba un pedazo de alma a cada uno de ellos, y en donde destaca por extensión y terminación el dedicado a José Ángel Valente.
"Manchas nombradas" tiene una segunda parte (1985-1992), en la que el texto recupera todo el protagonismo en poemas de distinta variedad y tipo, pero en el que predomina el verso pausado, alejado de juegos, concentrado, imaginativo, casi esencial por momentos.
"Razón de nadie" (1990-1993) es otro extenso poemario en donde el texto sigue como eje de la comunicación poética del autor. Ullán mantiene el tono de la segunda parte de Manchas nombradas. La reflexión, el recuerdo o la descripción se hacen desde una perspectiva puramente lírica, en general, con un verso corto y aligerado aunque no falta el poema en prosa. El lenguaje se abre casi por completo en su significado, muy alejado del hermetismo de otros poemarios. El propio poeta escribe: "Cómo no repetirse / en exceso" y realmente cumple su objetivo. Un poema largo, de los mejores del libro, "El viento", da término al poemario que acaba con un poema en prosa iniciado por el verso "LO INESPERADO es vínculo del viento" y que termina con un tierno "Anda / llévame contigo".
Los siguientes poemarios son muchos más breves. En "Alfil" (1992) el poeta vuelve a insertar sus versos fuera de su ámbito natural en una edición original que estuvo a cargo de José María Sicilia. "Favorables Cancún Poema" (1995) es un pequeño casi diario de viaje escrito en clave irónica. También existe ironía en su siguiente poemario, "La dictadura del jaykú". Tras "El desvelo" (1995) llega un poemario con un título ciertamente original: "Testículo del anticristo", poemario gráfico en casi su totalidad.
Después de otro poemario muy breve, "Sentido del deber" (1996), llega "Órganos dispersos" (1995-1999) que recupera al Ullán lírico, que se acerca y se aleja de sus juegos cuando y como quiere, y que aquí muestra su cara seria, adulta, sin que ello suponga infravalorar el poeta juguetón y hermético, que hasta rescata el culturalismo perdido. Algunos poemas, como el dedicado al propio Casado, sobresalen especialmente: "que nada espera / salvo adentrarse, / como la yedra, / en lo que de palabra la detiene".
Tras otro breve poemario, "Ni mu" (2002), totalmente visual, precedido de una cita de la Mala Rodríguez que contrasta, seguro que con toda la intención, con las citas de lo mejor de nuestro siglo de Oro en poemarios precedentes, llega "Con todas las letras" (1984-2002), otro poemario visual en el que se intercalan letras de canciones de amor de toda la vida. "Amo de llaves" (2003) es una colección de 125 rensakus de todos los estilos, pero en el que predomina el gusto del poeta por los juegos de palabras, a veces cómicos, a veces amorosos, y que termina con un poema más largo, lleno de cromatismo, titulado "El camaleón". La última parte del libro, "Otros poemas" (1991-2007) trae básicamente los poemas inéditos del libro, ricos en forma y estilo, como resumen de la larga trayectoria artística de este poeta que termina en su último poema diciendo:
/ ¿ Y después?
Ondú
late
con indolencia, incluso
desvergonzada,
sobre la cuerda floja
ahí caída.
Ullán es un poeta singular y moderno, especialmente si tenemos en cuenta el panorama ferozmente conservador de buena parte de la poesía más mediática. Su obra es a la vez vanguardista, clásica, técnica, cuidada en el descuido, seria, irónica, abstracta, figurativa, reflexiva, descriptiva, barroca a lo Villamediana, minimalista...En definitiva, un mundo en sí mismo. Dentro de ese mundo, nos gustan menos los poemas que se apoyan excesivamente en el juego con la palabra, o los que se acercan más al pastiche por el exceso de intertextualidad de todo tipo o los que abusan de la deconstrucción. Estos poemas se desgastan con la relectura. Y nos gustan aquellos en los que la innovación o el atrevimiento técnico están al servicio del fondo y no de la forma. Aquellos también en los que la riqueza léxica es un medio, no un fin. Ullán, con sus virtudes y sus defectos, es un ejemplo de personalidad poética firme al margen de modas. Su obra completa hasta la fecha, Ondulaciones, es un ejemplo de poesía que se ha quedado al margen de la realidad poética española actual gracias al pensamiento único que llevamos sufriendo desde hace quince años, pero que merece un rescate por su brillantez, por su atrevimiento, y por qué no decirlo, por su poesía.
Valoración del libro “Ondulaciones”: 7,75 / 10