
Hola hermanos:
La pasada semana El Cultural nos trajo una reseña de poesía además de una reseña de un ensayo sobre poesía.
Nos centraremos en el libro de poesía. Se trata de "Poesía Completa 1963-2003 Memoria y Deseo" de Manuel Vázquez Montalbán. Publica Península.
La crítica la realiza Túa Blesa. Nos vemos a priori conflictos de objetividad por ninguna de las partes, pero si alguien tiene más información, que lo diga por favor. La reseña de Túa, en su línea habitual, poco acertada, plana y sin matices ni atrevimiento. Se vuelve a meter a un poeta, en este caso Manuel, en el que parece el gran cajón de sastre de la poesía cuando no se sabe qué decir, Eliot y Pound, lo cual, para nosotros es un error en el caso de Pound, al margen de guiños intertextuales, que incluyen otros muchísimos autores, salvo que el Pound que hayamos leído nosotros sea distinto.
Comienza el libro con un buen prólogo de Manuel Rico. Es un prólogo bien escrito, con interesantes matices sobre la historia reciente de la poesía con los que estaríamos bastante de acuerdo, está documentado, y demuestra, Manuel, que te mueves bien en el terreno del ensayo.
El primer poemario de Manuel, quizás el más famoso, lleva por título el excelente "Una educación sentimental". Comienza con el antologado título: "Nada quedó de abril", verso al que el propio poeta nos remitirá en la última parte de su obra. El verso no sólo se inspira en el primer verso de "The waste land" de Eliot sino que el tercer verso, como puede observarse, dice "Memoria y deseo", justo el nombre de la antología, pequeño detalle que tanto parece que se ha olvidado:
"APRIL is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain."
Comienza el poemario en su primera parte, "El libro de los antepasados", con una cita estupenda de Espriu. Ya sólo los dos primeros poemas son un buen resumen de la técnica del poeta: frecuentes cambios de plano espaciotemporal, a veces los realizará en un mismo verso, entorno urbano, descripciones numerosas, enumeraciones, ambiente de postguerra, referencias a la publicidad, al cine, la radio y la música, uso de varios idiomas, ausencia de puntuación, en definitiva, un estilo estilo muy propio, que apenas cambiaría con los años, y que convierte a Manuel en una figura singular de la poesía española contemporánea.
A veces el tono roza lo narrativo como en "SOE" o lo elegíaco como "In memoriam". Una buena primera parte, que entre otra muchas personas, habla de:
"míticos seres sin una pierna o llenos de vieja
metralla soportable"
La segunda parte da título al libro, "Una educación sentimental". Además de hablarnos del amor, destaca especialmente por el uso de la ironía y del humor socarrón que tan bien manejaba el poeta. Dos ejemplos. El primero es el comienzo del poema "Françoise Hardy":
"Coches aparcados, la noche
colgada de las fachadas, cantan
como licenciados en ciencias
exactas"
El segundo es un ejemplo que auna el tono melancólico de partes de la poesía con la ironía del autor:
" porque
la mala alimentación y la falta de yodo suelen
abocar al hombre en la melancolía"
Y es que en un misma estrofa el poeta puede ser irónico, irreverente y nihilista:
"...
castos cálculos de menstruos regulares,
celosos termómetros de infiel temperatura,
vaginas díscolas, hijos imprevistos
atribuibles
a la voluntad de Dios, Padre al fin,
y al cabo
lento días sin preguntas, sin
respuestas, pequeño y gran mundo en orden
porque sí
porque sí
la vaciedad del mundo..."
La tercera y última parte se titula "Ars amandi" y contiene los mejores poemas de amor y desesperación escritos por el poeta, en los dieciocho poemas que contiene:
"en habitaciones con lirios apagados
de vez en cuando el corazón
falseará un latido"
Casi siempre con un tono melancólico:
"agradecer la soledad que me has quitado
que te he quitado"
y algún verso genial: "noches sin adjetivar"
Y como suele ser habitual en Manuel, cuida especialmente tanto los finales de los poemas, como los finales de cada una de las partes de un libro. Y por supuesto, el final de un poemario:
"duérmete lejana
duérmete, demasiado cobardes para morir
al último acorde del toque de silencio, cierra
los ojos para vivir, cierra
los ojos para matar".
La guerra, la postguerra, la supervivencia del amor y el humor en esas condiciones son los protagonistas principales de esta primer parte del poemario, al que le sigue un segundo libro, "Liquidación de restos de serie" más vanguardista, en la que la forma ocupa a veces el sitio del fondo.
El tercer poemario del libro es "Movimientos sin éxito". El conjunto de poemas no está a la altura del primer poemario de Manuel, aunque encontramos elementos interesantes, especialmente en la profundización y mejora de los recursos técnicos del poeta. La heterodoxia es casi brutal y en momentos se podría hablar casi de un culturalismo cotidianizado y a veces burlado ("astillas de cedro de hundidas naves fenicias / y las letras de cambio desparramadas"). El tono a veces es más narrativo como en el poema "El suicido de Aliosha Karamazov", otras es reflexivo como "El silencio, al anochecer", y a veces hasta el poeta se ríe de la poesía con el final en "la la la" de "Movimientos sin éxito". Destaca el poema "Hippy blues", con alguna imagen de bello irracionalismo:
"y agitar las cadenas de viejas bicicletas
contra la sombra inmensa del pájaro metálico"
y otras de alocado irracionalismo:
"mi reino no era de este mundo, poseía
plantaciones de luníes y blancos montes de Venus
barbechos encarnados en un asteroide, fuentes
de alquitrán dulce en las cumbres de Júpiter"
El tono irónico también se da ("y yo amo a los extranjeros porque no les entiendo") aunque en menor medida, como se dan la referencias económicas ("una fábrica de Yorkshire produjo / un cepillo de dientes más de lo previsto") y políticas.
El cuarto poemario es "Coplas a la muerte de mi tía Daniela". En realidad el personaje de Daniela es una excusa para construir un poemario de verso mucho más corto que los anteriores, aunque los poemas siguen siendo largos, poemario basado en la pre y postguerra. Este libro se ve lastrado por la excesiva profusión de nombres propios, que más que construir un collage como dice el crítico, producen una fragmentación excesiva en la que se pierde parte de la fuerza poética del poema. Como ya hemos dicho anteriormente, el poeta en los últimos versos da un giro importante y nos presenta la poesía alta que es capaz de hacer:
"y entonces
quisiera marcharme
donde desde siempre
nos esperan
abiertos
puertos sin naves
de regreso
.
.
la fuerza de un hombre
será la fuerza
de los hombres
inútiles
los buenos propósitos
la nostalgia
los remordimientos
el recuerdo"
En el quinto poemario de ecos proustianos ironizados en el título, "A las sombras de las muchachas sin flor", "poemas del amor y del terror", siendo el amor la primera parte y el terror la segunda, Manuel vuelve con su singular estilo a hablar del amor. Los dos mejores poemas son los que abren y cierran el libro, que comienza así:
"Si te pusieras al trasluz
muchacha azul
comprobarían las escamas irisadas
con las que cierras los ojos
y te cubres las fisuras
de ahogada"
El amor es confundido a propósito con una bailarina de discoteca, con mujeres anónimas e inaccesibles, se habla del sexo en un poema no muy afortunado ("Seis y nueve"), se reflexiona sobre la anatomía femenina, se homenajea a Chavela Vargas, se cae de nuevo en el nihilismo y se termina una primera parte remontando de nuevo en el final:
"cuando seas muy vieja
y yo me haya muerto
rompe espejos retratos recuerdos
ponte bragas de corista diadema de acanto
sal desnuda al balcón y méate en el mundo
antes que te fusilen las ventanas cerradas."
En los poemas del terror, hay un sentido más negro del humor, a veces un malditismo algo forzado ("eructa y recupera el aire / con la mano / mientras defeca lenta / mansamente / sobre tu mousse de chocolate"), expresionismo en las imágenes ("y algún ojo murió en adobo", "gotea un nacar casi ciego", "Los partidarios del asesinato / encalan con pus"), algún poema dedicado expresamente a la publicidad ("Terry me va") y un último y cuidado buen poema para cerrar, "Epílogo para ahogados", que termina con un verso referencial a todo el libro:
"es preciso elegir entre memoria y deseo".
El sexto poemario es Praga. Como el propio poeta dice, "Praga es Praga, pero también Barcelona o cualquier otra ciudad a la vez exterior e interior, capaz de generar una morbosa relación erótica entre el amo y el esclavo, entre memoria y deseo."
Algunos poemas de Praga, como el que inicia el libro, tienen el mismo defecto que otros poemas que encontramos en el libro. Se alargan en exceso sin que el poeta pueda mantener la intensidad lírica. A veces el yo poético es el propio Kafka, que también podría ser otro escritor, en un nuevo poema en donde lo narrativo pesa en exceso, y en el que hay algún guiño metapoético ("todo lenguaje es un tamtam / que pide socorro en una lengua").
Cuando el poeta adapta un tono más lírico, el poemario se recupera, como el poema número 3:
"PODÍA SER LA MUCHACHA DE ARENA
moajada a la espera
de la muerte en el sol
desmigadas carnes en caída
lenta la pleamar trasiega
carnales arenas
o la verdad Total la Historia
como un cubo que se crece
hasta encerrar la tierra
falsificando
su maltratada curvatura de luna
ciega"
Quizás en este poemario, como excepción, el mejor poema no sea el último sino el número 5. Aquí, como en muchas parte del conjunto de la obra completa, se aprecia como el poeta repite versos que el mismo ha escrito en otros lugares, pero lo hace no de manera gratuita sino con oficio. Manuel, curiosamente, en este poemario pero también en otros, más que recuerdos de palabras concretas de Eliot, nos recuerda en su estilo a lo mejor del movimiento beat. En cualquier caso, el poeta logra alturas importantes en sus versos:
"en cada esquina un laberinto
en cada portal un muchacho que vuelve
para qué ser yo si era vuestro
el aroma del tiempo si era vuestro
el tiempo
aquel país de otoño y buenas noches mamá
aquella ciudad de horarios y reencuentros"
El séptimo poemario es "Pero el viajero que huye", el libro que según el propio autor cerraba el círculo de la memoria y el deseo, y que termina con el poema titulado "Definitivamente nada quedó de abril", como cierre circular de aquel primer poema "Nada quedó de abril". Este séptimo poemario es bastante irregular en cuanto a su calidad. Comienza con varios poemas inusualmente cortos para el estilo del poeta, con un estilo también alejado del suyo propio ("San Juan se la menea / en las cuevas de Patmos / de los santos tengo envidia / de ver como se la menea en el aire"). Sea en un tono más lírico o más contenido, los primeros poemas son de los más flojos de la producción del poeta ("las palabras descansan en la bandeja", "cuando yo iba de luto por la muerte del mundo"). El nivel sube algo en el último poema de la primera parte, y también lo hace en la segunda parte ("Abandonados a las puertas de las peores galaxias"), excelente título. Los poemas siguen siendo cortos pero la comunicación lírica es mayor, como lo es el acierto de los versos ("el que contempla estrellas / para no ver las ratas"), el tono se vuelve cosmológico en ocasiones, reflexivo, casi filosófico ("podríamos dejar de ser históricos / e intentar ser inocentes"), a veces tratando de imaginar el futuro ("será la Tierra un lugar de regreso"), otras veces social, duro e irónico ("ni la violada de El Salvador será Miss Playboy / en abril / aunque abril siga siendo el mes más cruel"), a veces simplemente genial:
"calcula cómo calcular lo incalculable
por ejemplo
cuántos deben morir cada día en Etiopía
para que nos salga social
de pronto
la poesía"
Y termina esta parte con un poema visionario de magnífico final.
La tercera parte, y última, comienza con otro poema desgraciadamente visionario, en el que de alguna manera anticipa su propia muerte en Bangkok:
"...el extranjero que espera vida o muerte
ignorado en un rincón de Asia"
En general el tono es similar en esta parte a un diario de viajes, excelentemente cerrado con el poema que empieza por "Definitivamente nada quedó de abril", "siquiera el derecho / a su añoranza"
El octavo poemario, "Ciudad", quizás sea nuestro preferido. Como también escribe el poeta, "Yo escribí un poema sobre una ciudad y al acabarlo me di cuenta de que estaba dedicado a la ciudad de la Memoria...versa sobre las ciudades del cuerpo, del alma, de la memoria personal, terrestre, la memoria original de la materia en el tiempo, de la ciudad de la Historia..."
El libro tiene siete poemas numerados del uno al siete. La memoria es sinónimo aquí de tiempo, tiempo anterior y actual, ya que la verdadera ciudad aquí es un fondo, casi un decorado. El poema "El uno" comienza brillantemente:
"Bajo la piel del párpado
el decorado se sumerge
porque la noche
complica la soledad..."
En "El dos" surge la pregunta de si la memoria es salvación o hundimiento, o "un reloj de arenas movedizas". Aún así, el poeta afirma que "sólo serás libre al llegar a Memoria". "El tres" adolece quizás de una excesiva obsesión por la numerología, que carga la segunda parte del poema. En "El cuatro" el tono es elevado, casi abrumador, cosmológico, se insiste como anteriomente en la astronomía, "duro problema el de la materia oscura", para terminar rozando lo místico:
"Oh ciudad del futuro Oh ciudad de los sabios
no habrá ciudades necesarias sin profetas."
En "El quinto" el mar se hace referencia junto con el tiempo, referencias que en "El seis" acaban con un "no se sabe no se vuelve". "El siete", que tiene un comienzo menos elevado, termina con un grito del que nos sentimos voz:
"no quedó piedra sobre piedra cuando los bárbaros
decidieron prohibir cualquier paisaje que proclama
¡SUBVERSIÓN!
De fondo, en cada uno de los poemas de "Ciudad", estrofas de la canción de Glenn Miller "Canta el petirrojo en diciembre". Aunque hay un cierto abuso de la repetición de versos enteros en esta parte, la más acusada de toda su obra, "Ciudad" es un poemario corto pero complejo que invita a la reelectura y que está entre lo mejor de su producción.
Tras el penúltimo y buen poemario "Construcción y deconstrucción...", el libro termina, salvo por unos poemas sueltos, con Rosebud, la palabra mítica de Ciudadano Kane, libro con unos versos muy fragmentados, ubicados en la postguerra, en los que vuelve el humor, el sexo, el amor y el desamor y predomina el tono elegíaco subyacente con fondo de cuplé. El poema se cierra más en su semántica, y termina, qué bien finalizaba los libros este hombre, así:
"ADIOS ADIOS SILUETAS CONSTRUIDAS
con más memoria que deseo acaso
mas tu serás el aura que abandona
como abandona la última mirada
que te sumerge en el aceite de la muerte"
Si no es sencillo valorar un libro, menos lo es valorar una obra completa. No cabe duda, para el que lea este libro, que Manuel Vázquez Montalbán era un poeta antes que nada, y no un poeta cualquier sino uno de los mejores poetas de su generación. La poesía de Manuel tiene personalidad propia, ritmo propio, belleza, denuncia, humor, amor, elegía, memoria...Como su estilo, su temática es variada y heterogénea. ¿Qué le faltó a Manuel para tener un mayor éxito en vida como poeta? Difícil pregunta que quizás otros sepan contestar mejor. Por el lado negativo, quizás se le pueda echar en cara la falta de evolución estilística a lo largo de su carrera. Igualmente podría hablarse de algunos poemarios salvados por unos pocos poemas, que el poeta, hábilmente ubicaba en lugares estratégicos. A pesar de todo, de que quizás no fuera capaz de mantener el nivel que conseguía en algunos poemas, y que por tanto, será difícil que la crítica lo termine considerando como entre los más grandes poetas, Vázquez Montalbán era un excelente poeta. Que no es poco. Y este libro, a 16 euros en la caseta de la editorial en la Feria del Libro, a pesar de sus tapas duras y sus casi 500 páginas, es muy recomendable.
Valoración del libro "Poesía completa 1963-2003 Memoria y Deseo": 8 / 10