jueves, 28 de febrero de 2008

El Cultural, últimas dos semanas de Febrero, 2008. Poesía completa de Ryszard Kapuscinski

Hola a todos,

Retomamos la crítica atrasada y comenzamos por El Cultural. La semana pasada Antonio Colinas realizó una reseña de la Poesía Completa de Ryszard Kapuscinski que recientemente ha publicado Bartleby como novedad mundial. Esta semana la insigne Ainhoa nos trae la reseña de un libro que todavía no ha llegado a las librerías: "Libro de esbozos" de Jack Kerouac, el trigesimoséptimo libro sobre el autor beat que anuncia nuevos textos inéditos del autor de "On the road". Publica Ediciones B.

Curiosas cuanto menos las declaraciones de Anson la pasada semana. Casi que estamos de acuerdo en todo, menos en la firma claro. ¿Cómo era aquello de predicar con el ejemplo?.

Comenzamos. La crítica de Antonio Colinas no está a la altura de lo que suele ser habitual en él. Vemos demasiados puntos en común con la introducción del libro. Y respecto a nuestra querida Ainhoa, su reseña sí que está a la altura de lo que suele ser habitual en ella. Pero como seguro que el tema casi os aburre tanto como a nosotros, no insistiremos. Divertido es el adjetivo más amable que se nos ocurre para la reseña. Ambos críticos, eso sí, reciben nota alta en referencia a su objetividad respecto a las editoriales.

Por motivos de tiempo que no hace falta explicar, hemos tenido que "subcontratar" la contracrítica del libro de Kapuncinski. La reseña la ha escrito un poeta, cómo no, que no forma parte del colectivo, y al que le agradecemos mucho desde aquí su colaboración desinteresada, a pesar de cómo comienza su reseña, y su sentido del humor, tan característico de él, que casi hace transparente su seudónimo gomaespumero. Y poco más tenemos que decir.

LO MALO DE LO BUENO DE KAPUSCINSKI

Cuando los amables contracríticos me ofrecieron 500 euros por escribir una crítica de la Poesía Completa de Ryszard Kapuscinski (Trad. Abel A. Murcia. Ed. bilingüe. Bartleby Ed. Madrid, 2008. 233 páginas, 17 euros.) debí aclarar que no tenía el gusto de conocer el autor. Me enviaron otro e-mail diciendo que me ofrecían, entonces, 400 euros. Sentí que era mi obligación aclarar, también, que nunca fui buen filólogo y que sigo dudando sobre el significado de la palabra prosopopeya. Tras un tiempo de deliberación me enviaron un tercer correo ofreciéndome 250 euros y las gracias por adelantado. Dada la naturaleza de sus críticas, sentí que era mi obligación aclarar que me unía una profunda e irremediable amistad con el autor de la crítica/reseña que apareció en El Cultural, y que me sentía incapacitado para juzgar sus palabras. Me dijeron que no me escaqueara que la cosa era reseñar el libro. Bueno, les dije en un último mail, lo haré siempre y cuando me ingresen el dinero por adelantado. Me dijeron que me pagarían en el preciso instante que apareciera la crítica –de ahora en adelante, reseña– en el blog. Con esta tranquilidad me pongo a escribir. Aunque no recuerdo haberles dado mi número de cuenta…

Tengo el librito de Bartleby sobre mi mesa, una linda edición, bilingüe –muy útil para repasar mi polaco oxidado– y me asalta un pensamiento extraño: hay algo en la mirada del anciano de la portada que me provoca una profunda simpatía. Es como si Ryszard me cayera bien de entrada, sin haber leído una sola palabra. Miro y miro, me hago un té y vuelvo. ¡Madre mía! ¡No puede ser! Sí; en la portada de su poesía completa, publicado por Bartleby Editores en Madrid en 2008, Ryszard Kapuscinski se parece a John Malkovich. Para que vean qué clase de persona está escribiendo esta reseña.

Que Ryszard Kapuscinski fue ante todo periodista es algo que el autor de la reseña de El Cultural ya ha dejado claro, y que quedaba ya claro en el prólogo del traductor, Abel A. Murcia. Si vuelvo sobre este punto es para decir que no puedo juzgar si fue o no fue buen periodista, desconozco todos sus trabajos, quiero imaginar que sí, pero afirmo aquí y ahora que no fue un gran poeta. “Un poeta que dice cosas y se pierde cuando no las dice” apunté en una de mis caóticas notas. Quizá fuera mejor recordar las palabras de José Hierro en uno de sus últimos recitales cuando, hablando de otro poeta –si no recuerdo mal– dijo ‘Lo dice todo él, no el poema’. Algo muy parecido me sucede con mi amigo Ryszard/Malkovich.

Las poesías completas están divididas en cuatro partes, de las cuales cabe destacar la última, no por su calidad sino por tratarse de siete poemas inéditos hasta la fecha. Hablaré brevemente de las cuatro partes, como lector y como poeta que ha reconocido muchos errores de sus propios poemas en los del célebre autor polaco. Todas las páginas que cito corresponden al poema en su traducción al castellano.

BLOC DE NOTAS (1986) es precisamente lo que su nombre indica, un conjunto de apuntes que el autor probablemente fue reuniendo a lo largo de los años. Es, por lo tanto, un conjunto desigual donde la idea, , domina el poema y donde los momentos más flojos son, sin duda, los que carecen del andamio inteligible que R.K. construye, casi siempre, con gran habilidad. Adelantaré que me parece, sin embargo, la mejor parte del libro, ya que ofrece una frescura y carece de las pretensiones que contaminan buena parte de las otras tres, especialmente la última. En esta primera parte observamos las preocupaciones del poeta por la ecología (‘Un mundo para los verdes’ p.31) y podríamos entender cierta alusión a la ingeniosa y siniestra respuesta de Einstein ante la pregunta de cómo sería la tercera Guerra Mundial: ‘No lo sé, pero le puedo decir cómo será la cuarta, con piedras y palos’ en los versos ‘árbol/ posible arsenal de instrumentos de tortura y muerte’. Es una lástima que uno de los únicos ‘tropiezos’ aparentes del traductor se encuentre en esta primera parte, en el poema ‘La Nube’ (p.35): una rima temible que sacude a los versos 9 y 10. A estas alturas del libro (p. 43) es cuando uno empieza a encontrarse poemas con los cuales no sabe muy bien qué hacer. ‘El Poeta Arnold… (p. 43) es un buen ejemplo. En la página 49 hay un estupendo poema que retrata a una pareja sentada frente a frente tomando algo. Este poema presentará, sin embargo, leves síntomas de la enfermedad Kapuscinskiana que me permitiré diagnosticar a continuación: malos finales de poemas o, lo que es lo mismo, escritura explicativa crónica. A pesar de decir esto medio en broma tres cuartos en serio, creo con toda sinceridad que es un mal de Kapuscinski, un mal corriente entre los poetas que no han aprendido a tachar y un mal que nadie logra evitar nunca del todo. Mucho menos servidor. Me amparo en mi ejemplo estrella, el casi magnífico poema ‘Sueño’, página 55. Con permiso señoras, señores, este poema termina en la página 59, con el verso ‘estaban a su manera contentos’ y no en la página 61 con ‘la miseria de Dios’. Para opiniones colores o como sea la frase pero, se mire como se mire, creo que el poema ganaba más cuando creí que era menos. Aunque cualquiera se pone ahora a corregir a Kapuscinski. Lo mismo me vuelve a suceder en la página 71, ‘El yogui Ramamurti’, y el lector avispado podrá decir, con razón, que me influye la edición, el corte de la página. Es muy probable. Pero me gustaría creer que el corte de la página responde a algo, a una especie de intuición superior del Editor (ingenuo de mí) y no veo que el poema –fantástico por otro lado– pueda acabar en la página 73. Poemas como el del profesor Kant (77) intentan saltar más lejos de lo que pueden y es un claro ejemplo de lo mal que le va a Kapuscinski cuando intenta mezclar filosofía y poesía. Las ideas sencillas y originales desarrolladas con su estilo claro y narrativo son, sin duda, sus mejores aliados. Un ejemplo de poema sin contenido alguno –luego fallido según los recursos de los que depende Kapuscinski – es ‘Anotando una idea’ (79) que seduce por su vaguedad sin aguantar una tercera lectura. Poemas como ‘Elección’ (87) ofrecen, en cambio, otro problema distinto: no terminas de entender a dónde quería ir a parar, si quería parar, o si estás todavía en marcha. No te atreves a tirar la llave pero sabes que no te va a servir para volver a entrar. Perdido, en una palabra.

DE TACCUINO D’APPUNTI (2004). De este breve apartado cabe destacar, sin demasiado entusiasmo, los poemas III y IV del poema ‘Fin de Siècle’, sobre todo el penúltimo. El uso de la metáfora jardín en un sentido sexual, especialmente el ‘para que me sumerja en tu jardín’ , a estas alturas, no sé a dónde nos lleva, pero desde luego no muy lejos.

LEYES NATURALES (2006). Es la parte más extensa del libro, con más de medio centenar de poemas donde la desigualdad y la falta de cohesión nos vuelve a llevar hacia la imagen de un periodista que fue apuntando, con muy buenas maneras e intención, muchas cosas y que luego cometió el error de llevarlo todo a la imprenta. Insisto, veo en el autor polaco un bueno poeta que necesitaba una mano amiga que le dijera ‘oye Ryszard, eso no lo metas tío’ (pero en polaco, claro). Destacan de forma desigual los poemas ‘Leyes Naturales’ (105), ‘A ambos lados del Océano’ (111), ‘Oxford’ (131), ‘A la muerte de un poeta’ (145) y ‘Muerte’ (199). Aparecen por primera vez en este apartado los poemas de marcado contenido religioso (139, 159, 193 y 207), los primeros coqueteos con la llamada meta poesía (173) y una reafirmación de la ironía que no se sentía desde algunos poemas de la colección de 1986 (‘Magallanes arriba a Tierra del Fuego’. p.165). También encontramos, de forma ciertamente desconcertante, algunos Textes Trouvez’ (127 y 182, con distinto resultado). Molesta un poco el tono aleccionador de algunos textos (119, 151, 157), dos poemas dedicados al Jazz que no encajan con el resto (177 y 179) y también alguna referencia a la mitología que no habíamos visto en otros apartados. También encontramos, en la página 149, la primera, última y única coma de todo el libro: ‘(la voz suspendida, silencio)’. El poema ‘Muerte’ (199) es uno de los mejores poemas de este apartado.

INÉDITOS (2006) está marcado por cierto tono pesimista que no se adivinaba de forma tan explícita en los otros libros. El anciano necesita anotar las cosas, todo se le escapa, se confunde, siente la necesidad de confundirse con su pasado en una fotografía. El libro termina emotivamente con un ‘A modo de oración’ que reza: ‘¿Por qué te he elevado tan alto / que ya no te puedo ver?’

SERAFIN DE TSEMANA


Valoración del libro Poesía Completa de Ryszard Kapuscinski: 5 / 10