domingo, 17 de febrero de 2008

El Cultural, tercera semana de Febrero, 2008. Luis García Montero. Vista Cansada

Hola a todas y todos,

Cómo hemos comenzado el año. Mediattack.

Nos toca dios esta semana. Hablar de dios no es fácil, especialmente desde el ateísmo más crudo.

El cómo ha llegado Luis García Montero a su estatus actual daría para demasiado espacio y quizás sería aburrido. Si algo distingue a este señor, muy por encima de su capacidad como poeta, es su capacidad de seducción a poetas más mayores y por supuesto su extraordinaria habilidad para las relaciones sociales, como cualquiera que haya hablado con él habrá podido comprobar. A continuación un poco de biografía. Estaremos encantados de rectificar en todo aquello en lo que nos equivoquemos.

Una primera pregunta: ¿Luis eligió de manera casual a Rafael Alberti para su tesis doctoral?. ¿Habría elegido a Rafael si no hubiera estado vivo?. Pregunta imposible de responder. El cómo una persona pasa de hacer una tesis sobre un poeta tan popular como lo fue Rafael y logra convertirse en su secretario personal es una primera prueba de la habilidad de Montero para las relaciones sociales.

Leíamos hace no mucho un artículo que tiene ya tiempo y que no hemos podido encontrar. En él se hablaba del momento en el que, en un aula repleta de gente, en Madrid, creemos que un curso de verano, Rafael básicamente nombraba a Luis su sucesor, como si la poesía fuera una suerte de monarquía por elección. Desde ese momento, la carrera de Montero no hizo sino subir. En 1982 ganó el opusino premio Adonais por la obra "El jardín extranjero", premio no exento de polémica. De hecho la decisión se retrasó por la acalorada discusión que hubo dentro de la sala de deliberaciones, quizás porque el libro de Luis no era el mejor poemario.

Desde ahí Luis siguió publicando con la ayuda de Hiperión hasta que Visor lo lanzó al estrellato definitivo con el premio Loewe de 1994, que el año anterior había ganado su íntimo amigo Felipe Benítez Reyes, casualidades de la vida. Casualidades también, en el 96 Felipe cambió a Tusquets y dos años más tarde lo hizo Luis.

Llegados al presente, tras una boda también bendecida por la diosa fortuna que sin duda le abrió todavía más al universo mediático de los todopoderosos de la cultura popular, llegamos como último capítulo al hecho de que parece que Ángel González nombró a Luis albacea de su obra. Hasta aquí termina este brevísimo apunte biográfico que culmina con el lanzamiento de la colección de poesía "Palabra de honor".

Esta colección no es otra colección más. Esta colección recién inaugurada es la apuesta madrileña para hacer frente al monopolio Tusquets, y crear un duopolio en cuanto a poetas mediáticos candidatos al nacional se refiere. En este sentido, es muy importante destacar que el propio Luis García Montero, junto con Chus Visor en segundo plano, va a ser el director de la colección de poesía. Y que ya se nos anuncian nuevos nombres de la colección entre los que destaca el de su amigo Felipe. Por tanto, estamos básicamente ante una operación de toma de poder para lograr la colección de poesía más importante de España, que a su vez va a estar dirigida por un poeta que si ya era poderoso antes, ahora va a ser verdaderamente el nuevo dios, el new Pope, porque todo el mundo poético va a querer estar en ella. Tiempo al tiempo. Luis es una persona muy inteligente. La importancia que ha tenido Tusquets en los últimos años ha sido enorme y él no tenía control. Destaca especialmente que los últimos premios nacionales concedidos se han alejado mucho de su línea poética, de la de sus amigos, y de Visor. Y aquí se trata de que las aguas vuelvan a su cauce y que Visor y Luis controlen mejor el "canon mediático" y digan qué tiene o no tiene calidad, porque quien la tenga será "palabra de honor" y quien no, será la nada. O Tusquets en el mejor de los casos. El resto, a mendigar premios y favores, a hacer ensayos de alabanza, para acceder al círculo de los elegidos.

Una sola cosa antes de empezar con la crítica propiamente dicha. La inflación también ha llegado a la poesía. El libro de García Montero, tan de izquierdas él, pero ya sabemos que tipo de izquierda, se vende en la Casa del Libro a 18 euros. Un poemario a 18 euros nos parece un escándalo, por mucho que lleve tapas duras, quién las quiere, y por mucho que la portada tenga ese aire gris de cortina recortada de hotel moderno que resulta tan poco atractivo fuera de su sitio natural.

Y comenzamos. La crítica la realiza el crítico residente en Visor Francisco Díaz de Castro. La objetividad del premio Melilla se mantiene en la línea de otras veces:

Objetividad a priori del crítico en este caso en nuestra opinión: - 10 / 10

Que cada uno lea la crítica y opine. Creemos que se define por sí misma.

A destacar también el panegírico y publicidad que se le hace a la editorial en el Cultural, como ya mencionasteis. Efectivamente, huele a pinza de esas extrañas, y como diría monseñor, antinatura. Realmente la trinidad Montero-Anson-Visor acojona un poco. Demasiado poder.

Nuestra objetividad, aunque curiosamente Luis nos cae bien en las distancias cortas, ya dijimos que es un maestro social, la pondremos a la altura de Francisco para no resultar sospechosos: -10 / 10.

Para los nuevos, el hecho de que nos pongamos esa nota significa que vamos a luchar por ser objetivos. No que vamos a tratar de destrozar el libro.

Comienza el libro con una dedicatoria a Almudena y con una cita en inglés de Eliot. Por favor, última broma con malicia, que alguno se haga pasar por extranjero y le hable a Luis en inglés y rápido. Para saber si ha habido progresión en su manejo del idioma.

El poemario está dividido en seis partes. La primera, Preguntas, de tan sólo dos poemas. En el primero Luis se dirige a un lector futuro, preocupado aparentemente por el olvido, y en el segundo, nos habla del tiempo y la memoria, que serán dos apoyos sobre los que girará el poemario. Se intuye ya en este comienzo que en general el poeta, como lo hacía Vicente Gallego la semana pasada, se va a apoyar, pensamiento único, en una métrica basada especialmente en el heptasílabo y el endecasílabo, aunque con un corsé menos apretado y amanerado que el del valenciano. El segundo poema es uno de los mejores del libro, especialmente en su final: "El tiempo es una mesa revuelta y una lámpara / que saca la cabeza de las sombras / igual que un nadador cuando respira".

Comienza la segunda parte del libro, la mejor de todo el poemario, denominada Infancia. Y es su primer poema, 1958, quizás el mejor del libro, tanto por la originalidad de la composición, tan ausente en el resto del poemario, como por el acierto de buena parte de los versos. Utiliza en este poema Luis una figura retórica que utilizará en el resto del poemario, con un uso y abuso nada acertado, pero que en este poema logra lucir. Nos referimos a la prosopopeya. Comienza el poema magníficamente: "Las fechas no son números, / o tal vez son el sueño / de números que sienten el tiempo sucedido".

Se observa además que en el poemario Luis mezclará reflexiones con poesía biográfica ("Nací muy de mañana"). Y se adivina también uno de los grandes defectos de Luis como poeta. Su incapacidad, en general, para lograr buenas metáforas y crear buenas imágenes, a pesar de los numerosos intentos. Ya hay un ejemplo en este mismo poema: "Yo no voy a juzgarlos, ni siquiera / en las magistraturas del amor, / dispuestas por oficio...").

El siguiente poema, "Ciudad nativa", está lleno de logros y de fallos, aunque el poeta sigue más acertado de lo que será la norma en el resto del poemario. De nuevo, un final muy logrado: "Hay recuerdos y árboles forzados a crecer / con la madera deshojada / de un lápiz de colores".

"Infancia", el siguiente poema, es el único que está construido en una única estrofa y en una única frase, de la que cuelgan multitud de subordinadas. El tono elegíaco es fuerte y roza la sentimentalidad amanerada pero consigue salvarse de ella, aunque caerá más tarde. A "Infancia" le sigue un poema dedicado a su padre, "Coronel García", mejor que el que dedica a su madre, poema largo como muchos de los que llenan el poemario, en el que el poeta consigue construir una atmósfera elegíaca a la que acompañan buenos versos: "El niño vive un mundo propio, / un tiempo que se queda sorprendido al bajar la marea, / como el agua parada entre las rocas". Un aburrido poema sobre el franquismo, "Un idioma", es seguido de otro de los mejores poemas del libro "Las comparaciones no son odiosas", en el que se mezcla la elegía con la reflexión, y las numerosas prosopopeyas se ven tocadas a veces con pequeñas pinceladas surrealistas. De la misma calidad y actitud es "Asientos reservados", que tiene uno de los mejores momentos del poemario: "Durante algunos años / aquel país de pétalos y espinas / giraba más deprisa que la Tierra".

Paradójicamente, esta segunda parte, la mejor del libro como habíamos dicho, tiene un penúltimo poema bastante regular, "No te quedes aquí", en el que parece que los recuerdos comienzan a repetirse. Y termina la segunda parte con un poema realmente muy flojo, "Domingos por la tarde", una evocación al fútbol, en el que el poeta parece haber escogido primero las palabras futboleras y haber escrito a continuación el poema. Un par de ejemplos: "A veces las infancias escapan de sí mismas / corren por la lluvia como en fuera de juego". O: "pero hay olas que tienen esa espuma / de las alineaciones".

La tercera parte, La Ciudad Que No Quiso Ser Palacio, es ya mucho más irregular que la segunda en cuanto a calidad. Los dos primeros poemas pasan casi desapercibidos, aunque anotamos para la lista del ego: "buscaba.../.../la ley de gravedad que fijase mi nombre". A estos dos primeros poemas le sigue uno de los mejores poemas de esta parte, "Primeros Versos", aunque se comienza a apreciar que cuando Luis sale del tono narrativo para cambiar al lírico, siempre suele utilizar los mismos sustantivos, lo cual denota cierta falta de recursos. En este caso, como en muchos otros, será la palabra "viento" la usada. En "Café Español", Luis continua abusando de la prosopopeya, y ya no lo hace de manera efectiva: "A la mesa del fondo / se acercaron mis años a preguntar por mí". "Universidad" es el otro buen poema de esta tercera parte. Aunque no es ni mucho menos un poema redondo ( "Almirantes bohemios de los amaneceres" es un verso bastante afectado), consigue comunicar bien sus sentimientos y de nuevo nos sorprende con lo que, visto de cerca, parece cierto surrealismo: "Maestros de verdad / son los que hacen posible que las aulas se llenen / de rosales helados, de ciudades / y hogueras minuciosos". El tono del poemario cae estrepitosamente cuando el poeta se torna político.

En "Defensa de la política", Luis logra el efecto contrario del que buscaba. Nos dice: "Cuando somos corruptos te llamamos corrupta. / Nuestra pobre avaricia tarda poco...". Hable por usted, Luis. Nosotros tenemos otros pecados que no tienen por qué ser los mismos que los suyos.

De tono panfletario y de nuevo fallido en su objetivo es el poema "Democracia", que comienza además con unos versos perfectamente cursis: "Venga a mí tu palabra / en los labios abiertos que me buscan / para morder la rosa de los amaneceres".

El poema "Rafael Alberti" resulta fallido. Esperábamos más de un poema dedicado a alguien que fue tan importante para el poeta. Además, termina Luis haciéndose un homenaje así mismo. Por segunda vez, la primera fue en el poema de su padre coronel, dice, pero esta vez para sí: "Orgulloso de mí, / vuelvo a ser el muchacho...". Y termina diciendo: "Una vez más me siento el elegido". Da cierto pavor este egocentrismo en vez de hablar del homenajeado.

Como anécdota secundaria, dice: "prefiero los aciertos a la mediocridad / del que cuenta los días y las sílabas". Como si tú no las contarás, querido amigo.

Y termina este parte con el poema "Primer amor", en donde el poeta falla para transmitirnos lo que otros grandes poetas sí que nos han transmitido al hablar del primer amor. El poema nos deja indiferentes. De nuevo, la ya a estas alturas irritante prosopopeya: "Yo contraté la noche para cerrar las puertas".

La cuarta parte lleva por título "Segundo tiempo", es la más larga y quizás donde se refleja en mayor medida la ausencia de genialidad de este poeta, al escribir sobre temas universales, como el anterior del primer amor, y poder por tanto comparar con otros poetas que sí han sido geniales en el tratamiento de dichos temas. En "Democracia Dos" el poeta nos anuncia que ya no cree en el comunismo y hace un leve intento de poesía económico-social ("El agua moja hoy / ... / las tarjeta de crédito que miran a otra parte"). A continuación, un homenaje a otro poeta, en este caso a Gil de Biedma en el poema titulado "Jaime", que resulta un poema fallido, de nuevo, por su incapacidad de comunicar ni en lo poético ni en lo narrativo. Le sigue el poema "Nueva York", también de un lirismo fallido, y donde se nota una preocupante falta de talento para hablar de la gran ciudad. La misma ausencia de brillantez, y de falta de comunicación, se repite en "Los hijos" o en "Morelia". El breve poema "Otras dudas" acentúa la caída en picado del poemario: "Lo peor / no es perder la memoria / sino que mi pasado / no se acuerde de mí". El siguiente poema, "Una mañana", confirma la impresión de que estamos leyendo las caras b, los descartes, de un poemario que si hubiera sido más breve habría ganado en intensidad y en calidad: "Envejecer / es una forma de buscar trabajo / en un difícil melodrama". En el poema "Las ciudades", de nuevo se le escapa el ego al autor: "me faltan doctores que citar con orgullo". Y de nuevo el nivel del poema es muy bajo cuando habla de temas generales, aunque los mezcle con experiencias propias: "Fui pisando mis dudas / en la madera de los escalones".

"Madrid", una ciudad sobre la que tan bien se ha escrito, de nuevo decepciona. Para los amantes de la anécdota, en este poema Montero menciona a sus famosos taxis. Está dedicado a varios visores incluyendo el primero.

"Mar Muerto", dedicado a Joan Margarit, que también va a publicar en esta colección, es el único poema bueno de esta larga parte. En éste sí funciona la alegoría y hay comunicación poética y poesía: "Resulta más difícil / flotar sobre la lluvia de una tarde". La palabra lluvia como otro de los sustantivos fetiche que el poeta utiliza cuando abandona la narración para hacerse más lírico.

Los tres siguientes poemas continúan la línea general "de relleno", con algún que otro verso especialmente amanerado: "...el jazmín sereno de la inmortalidad, / sus pétalos blindados por el sol de la tarde".

"Colliure", que el poeta visitó con Ángel González, es el último poema bueno de esta parte, aunque está lejos de alcanzar la altura poética que el asunto merece.

En el penúltimo poema de esta parte, "Resumen de los hechos", el poeta termina con el gran descubrimiento de que "al final sólo importan el amor y la muerte". Y termina Luis con "Despedida por hoy", donde, hablando de sí mismo, nos vuelve a recordar su ego: "Fue la posteridad / el sueño más rotundo de aquel joven".

La quinta parte, Punto y seguido, continúa el tono de la anterior, con una mayoría de poemas de escaso valor poético. A este grupo pertenecen los primeros poemas: "Aniversario", "Direcciones", "Memoria de la felicidad", dedicado a Felipe Benítez Reyes y su mujer, y "Pesadilla". De nuevo la agotadísima prosopopeya: "Una vieja escribiente perturbada / es la imaginación. Conozco su costumbre / de copiar y borrar /...". Y los pocos momentos líricos, de nuevo construidos con las mismas palabras fetiche del autor: "a caminar por esta playa / cuando seamos viento". El tono de bajo perfil continua hasta un pequeño poema, "Mi futuro y Heráclito" que parece un oasis en este final ya desencantado del libro: "Imprevisible amor de muchos años. / Nadie besa dos veces / a la misma mujer". Pero la alegría dura poco, y ya el siguiente poema, "No sé viajar sin ti" es uno de los peores del libro, reflejando una preocupante falta de originalidad y brillantez en las metáforas fallidas del poema: "Ordené las preguntas / en la parte derecha del cajón". El siguiente poema, "Maletas perdidas" adolece de los mismos fallos: "Una corriente viva de precios y etiquetas, / minuciosa lo mismo que la lluvia, / ordenará las perchas de lo que no seremos". Y que decir de esta comparación en "Parecidos": "Se parecen los árboles al bosque / como tu cuerpo se parece a ti". Termina esta parte con "La legitimidad del sol nevado", buen reflejo de lo que es el conjunto del poemario. Algunos atisbos de buen hacer ("Sin embargo las noches deberían saber / que una repetición de oscuridad / no es toda la memoria") se pierden en un conjunto en donde, en el mejor de los casos, nos quedamos indiferentes.

Termina el poemario en su sexta parte, Vista Cansada, que da título al libro, y que se compone de dos poemas. El primer poema, "Las Huellas", es un perfecto ejemplo de la mayoría de poemas del libro. Ausencia de genio, abuso de la prosopopeya y cierto egocentrismo ("Igual que estas palabras escritas con orgullo"). Y termina el libro con el poema "Vista Cansada", que en realidad parece pertenecer ya a otro libro. Muestra un desengaño y un cierto pesimismo que aparecen por primera vez. Insiste en la personificación ("Pierde el tiempos sus llaves / y yo busco mis gafas") pero es un buen poema. El poeta comunica y entendemos los motivos de su desilusión y pesimismo. Luis trata de cuidar los finales de sus poemas y de sus libros, y en este caso lo consigue.

En conclusión, "Vista Cansada" es un poemario muy irregular, con algunos buenos poemas, sin duda, en donde Luis muestra su oficio, pero nada más. Ni el poemario ni el poeta son genios. En el mejor de los casos Luis García Montero es un poeta que a veces escribe poemas buenos, nunca geniales. Y en general es un poeta clásico en su concepción métrica, de un valor lírico muy limitado, a veces excesivamente narrativo, muy centrado en una experiencia vital que realmente no tiene el interés que han tenido las experiencias vitales de los grandes poetas confesionales, que sorprende a veces por el uso de unas metáforas y unas imágenes pobres, y cuya capacidad técnica es también limitada. No es un poeta malo, como dicen muchos. Creemos que eso es simplificar su poesía. Pero el lugar que ocupa Luis en nuestra poesía, y el que va a ocupar todavía más en su nuevo puesto de director de la colección Palabra de Honor, no se corresponde en absoluto con el lugar que debería de tener, en nuestra opinión, teniendo en cuenta la calidad de su poesía.

Valoración del libro "Vista cansada": 6 / 10