jueves, 23 de octubre de 2008

Alejandro Céspedes. Sobre andamios de humo. Edita Vitruvio


Hola amigas y amigos:

Vamos a hablar en esta contracrítica de "Andamios de humo (1979-2007)", libro que recoge la poesía de Alejandro Céspedes en su larga trayectoria como poeta. No se incluye el libro "Los círculos concéntricos", recientemente publicado.

La reseña la realizó Manuel Rico en Babelia. Por diversas razones, la nota de objetividad no puede ser muy alta: 5/10. Por nuestra parte, no tenemos ningún conflicto de objetividad en este caso concreto.

El libro comienza con el poemario "James Dean, amor que me prohibes", excelente título para un libro de poesía. El primer poema es una oración al propio James Dean como símbolo no sólo de la belleza sino de la juventud, de los recuerdos de la infancia y los sueños imposibles: "un vacío de absurdas mariposas / apareándose dentro de mi estómago".

Este primer poema, el mejor del primer libro junto al dedicado a varios cantantes, tiene un verso que es una pena que no se haya aplicado en el resto de "Sobre andamios de humo": "Proclamo este delirio y el verso se acobarda." En ocasiones veremos el verso enamorado de sí mismo, con los efectos que esto tiene sobre la calidad final de la poesía.

El segundo y tercer poema son también buenos pero se escapa algún cliché que en poemarios posteriores harán más daño a los poemas: "un sueño atropellado", "...los besos que tenían / desde hace tanto tiempo hipotecados". También existe un cierto rebuscamiento léxico muy ocasional (acibara) que creemos que en parte tiene que ver con una ortodoxia métrica que en ocasiones chirría ("las barbas de Neptuno ir habitando") en mitad de un lenguaje que suele ser coloquial.

Pero en general el nivel de estos primeros poemas es bueno. El poeta consigue llevarnos a su mundo de recuerdos, de pasiones insatisfechas, de una adolescencia complicada ("pues niños más hermosos / hace tiempo que juegan con barajas marcadas"), en donde el amor adquiere dimensiones míticas: "para que te pintase / al sol, / amor pacífico, / al sol / inmutable, corpóreo, previsible".

Por otra parte el poeta parece obtener mejores resultados hurgando en las oscuridades del alma humana que tratando de sacar brillo a lo que no lo tiene, forzando una estética demasiado almibarada. Así, en el siguiente terceto, el último verso tiene mucha más fuerza que el segundo: "Mi dolor es insecto / conservado en el ámbar del pasado, /alquitrán que recubre las plumas de las aves."

Relacionado con lo anterior, el peor poema de "James Dean amor que me prohibes" sería el número VI precisamente por el abuso de imágenes, a las que le sobran lazos y azúcares: "Y eras tú, columpiándote, una estela / de Mirurgia y pamela en el manzano", "un triángulo de calas y alhelíes", "Tú eras toda mi infancia y el talco de las rosas", "el melocotón tibio donde apoyar los labios"...

Los poemas siguientes abandonan ese tono arrebatado y en especial destaca el que tiene como titular las fechas de la muerte, todas cercanas, de Jim Morrison, Jimi Hendrix y Janis Joplin. Incluso el poeta se atreve con alguna imagen surrealista, uso que podría haber potenciado en mayor medida: "Canciones que son cactus / columpiándose / en los rojos desiertos del Perú". El mundo de la música, que parece importante para el poeta aunque apenas está presente en su obra, se resumen en esas canciones que "son losas, cuchillos, hojas finas / para venas que ansían el descanso."

En el poema a "Alejandro Magno", el sujeto poético se convierte en amante del mito, y lo hace de una manera contenida y hermosa. En el caso del poema sobre Aníbal se abusa de lo ya comentado en el poema VI. Una vez más observamos como los intentos por crear belleza se exceden hasta el amaneramiento ("y echas mi ancla al fondo de mi oído / desde el misterio de una caracola") mientras que en el dolor, cercano a un moderado expresionismo, la voz suena más original y acertada ("ese batir que tienen las sirenas / sobre el agua estancada de las calles. / Escucho sus lamentos de animal travestido / que me incita a arrojarme sobre su mar airado./ Átame con tus sogas, no me dejes / probar la tentación / pues se alborota el vuelo de los alcaravanes, hunden su cuello al fondo de un retrete / engullen su alimento de rodillas").

En el epílogo del poemario, el poeta declara, en su soledad, que esos seres, esos mitos, "ya no existen". En un tono pesimista que enlaza con el último poemario del libro, el poeta escribe de manera desgarrada y auténtica: "En esta arena nueva / ando buscando un árbol / para poder colgar los viejos nudos / que atiranten la soga tras las vértebras / que unen mi pasado / con mi desasimiento."

"Y con esto termino de hablar del amor (1979-2007)" agrupa tres poemarios que el poeta ha reescrito y reducido de manera importante dejándolos en uno solo, además de los cambios que también presente el anterior poemario. En general, el nivel de la poesía en este grupo heterogéneo de poemas está por debajo del nivel en "James Dean, amor que me prohibes". El primer poema es uno de los dos mejores de este segundo libro. Con una arquitectura anafórica, figura de la que el poeta nunca abusa, Alejandro expresa con una enorme fuerza su derecho al recuerdo y al dolor: "Y qué / si ya no puedo soportarlo. / Si cansado de amar a fotos muertas / introduzco mi aliento en una bolsa / de plástico y aspiro el pegamento".

Los siguientes poemas, de carácter elegíaco, recuerdan amores perdidos y tienen los dos problemas que ya hemos señalado: metáforas que suelen resultar fallidas por su exceso de ornamentación ("El amor que allí hubo y que bebimos / como agua primigenia se fue al fondo") y de lugares comunes, a veces con las dos problemas en el mismo verso: "memorizar las rutas de sus cuerpos". El poeta insiste en que busca el amor perdido en otros cuerpos, pero la emoción no se transmite como en el primer libro. Sólo cuando le sale la rabia, como el poema que comienza con el verso "Hice tanto el ridículo", el lenguaje es más crudo y apropiado al tema, y esa mezcla de amor y odio al "dios del instituto" se comunica de manera perfecta. El resto de poemas siguen en el tono más elegíaco, aunque se introducen nuevos temas como las discotecas o los prostíbulos, estos tratados con cierta ironía ante la hipocresía de la sociedad, ironía a la cual habría que añadir un enorme desengaño en el amor y una gran desconfianza en él: "No saben que las vidas más largas del amor / no me duraron más que unos minutos."

En el encuentro, o tropiezo, de dos personas que se amaron, en el poema no titulado que comienza como "A pesar del fervor...", Alejandro se mueve de nuevo en los terrenos del dolor: "Supieron que volvían de otro tiempo / ... / del lugar inexacto al que se emigra / cuando no se es amado y no se ama / y no se espera porque no hay razones. " El último poema, el que da título al libro, es un canto contra el amor, del que el poeta ya no espera nada. Lo ve, personificado, como un mercader: "Ya sé que únicamente es purpurina / lo que me vende a precio de aureola."

El siguiente poemario, "Las poemas mensajeras sólo saben volver", fue ganador del premio Hiperión el mismo año que otra buena poeta lo logró: Ada Salas. Para nosotros, curiosamente, es el peor poemario del libro. Últimamente se ha dicho que el premio Hiperión había bajado enormemente la calidad de sus premiados. Es posible que sí. Pero este poemario de Alejandro, que tiene libros buenos como el primero que hemos comentado y el último que queda por comentar, tiene los mismos defectos que muchos de los libros y poetas premiados o reseñados últimamente.

"Las palomas mensajeras..." se divide en dos partes, siendo la primera de mayor calidad que la segunda. Como buen seleccionador de ubicaciones de poemas, el primero de ellos está claramente por encima de la media, mostrando ese enfado que tan bien le sienta al autor: "Y es que dioses farsantes / habitan en tu nido / y sus bocas abiertas / reclaman ser cebadas con tus vómitos."

En este poemario hay un claro abuso de la figura de la prosopopeya, que se utiliza sin demasiado acierto, y en demasiadas ocasiones: "afluentes del pequeño / caudal con el que baja ya tu vida", "Sufres el espejismo de la noche / que rellena los vasos...", "El rito del silencio / diseca los minutos"... Hay también un número excesivo de metáforas, figura con la que el autor tiene una relación muy irregular. Varias veces, además, se repiten fórmulas extraídas de la liturgia católica, lo que hace que pierdan fuerza con cada nueva utilización.

Entre estos poemas que abusan de la metáfora y la prosopopeya, de repente surge una pequeña joya en el poema número IX, en donde esta vez sí que acierta con la retórica: "...ya sabes / que cada sueño nace a un plomo atado".

La segunda parte es similar a la primera pero sólo el primer poema está claramente por encima del resto. En los otros poemas ocurren los mismos errores de la primera parte. La memoria, los recuerdos y el tiempo son los protagonistas infatigables una y otra vez, junto con el esplendor en la hierba, causando un cierto cansancio temático, a la vez que algunos versos se exceden en su orgía esteticista: "El cello es una indócil mariposa / que vuela atolondrada / por el ceñido cosmos de mi frente.", o "Oh, saeta del ansia, / veloz rasgas el velo del olvido". En definitiva, un libro que de manera paradójica ha envejecido mucho más que su primer libro, bastante más antiguo.

El último poemario, el mejor junto con el primero, se titula "Hay un ciego bailando en el andén", título extraído de su último verso. En los primeros poemas parece existir una intención de desdoblamiento del yo, un intento por salirse de sí mismo. El tono se vuelve pesimista y oscuro, muy cercano al nihilismo. En el primer poema se dan pistas de por dónde puede ir el desdoblamiento y por dónde su salida: "la lluvia, / como una verja alta, /transparente, / es aduana del tiempo, / es frontera que cierra / el paso a la infancia / y separa a aquel niño que me mira / de este largo cadáver que hoy se moja."

En el segundo, el desdoblamiento continua en una especie de análisis extremadamente lúcido de la condición humana. Por otra parte parece, teniendo en cuenta la fecha de escritura del poemario, que el sujeto poético se observa a sí mismo viejo de manera prematura, como si hubiera vivido demasiado rápido y demasiado pronto.

En el diálogo consigo mismo que supone el tercer poema, la angustia se hace más profunda. Y en el cuarto la solución parece ser poner una barrera a la vida, "Qué insalvable distancia se introduce / entre la vida y yo.", en donde el poeta identifica a ese otro yo con el yo que tiene que dar la cara ante un mundo que le es hostil y le mata: "en cada diaria muerte / me obliga a seguir siendo mi otro mismo."

Magnífico el poema V en su conclusión y planteamiento poético. La felicidad de la infancia y de la no necesidad de recordar aparecen en el siguiente poema ("el recuerdo era un mundo inhabitado / al que no sabía cómo llegar"). Pero el pasado ahora es inalcanzable. En el poema VIII el nivel decae momentáneamente pero remonta con rapidez. El poeta parece alcanzar su culminación nihilista: "la cáscara de un hombre / ya sin sueños. / Fundirme hasta ser fósil. / Eso quiero." Y es que ante la afirmación de que "no hay más vida en el hombre que su propio pasado" poco se puede hacer y nada queda de hueco para la esperanza. A esto se le añade una desconfianza no sólo en sí mismo sino también en su especie: "Ser la raíz que escapa hacia la tierra. Nunca el hombre." Hasta el eje del planeta se oxida.

Los siguientes poemas caen en parte en los errores que ya mencionamos anteriormente, en concreto los números XV, XVII, XIX y XX. Sin embargo, los dos últimos poemas están entre los mejores de todo el libro. El poema XXI transcurre en un cementerio. La descripción tanto física como sentimental es excelente pero sobre todo los dos últimos versos son extraordinarios. En el último poema, aparece la duda, la pregunta final de la que ninguno tenemos respuesta, pero que está magníficamente formulada por el poeta.

Respecto a la crítica de Manuel Rico, como suele ser habitual en la crítica oficial, nos parece unidimensional. Cuando dice que "a veces, brilla la metáfora", ¿quiere decir que en el resto de ocasiones no brilla o que apenas hay metáforas, cuando el libro está cargado de ellas? En el apartado descriptivo, cómo no, sí estamos de acuerdo. Sigue faltando riesgo y proteína en la crítica poética de los grandes medios.

Es difícil hacer una valoración final de "Sobre andamios de humo" porque es un libro muy irregular. Estamos ante un poeta que, sin duda, tiene talento, pero al que parece que en una parte de su vida le han influenciado demasiado las modas pasajeras. En el libro hay poemarios bastante buenos y bastante menos buenos, versos extraordinarios y versos malos. Atendiendo a la evolución en el tiempo de los poemas, parece que la fiebre metafórica y retórica del poeta ha pasado, en parte, y los poemas del último libro tienen más que ver con la verdadera poesía de su primer libro que con los laureles adornados de guirnaldas de su premio Hiperión. Nuestra nota, en este caso, es una nota media, no sólo de los miembros del colectivo sino también de cada uno de los poemarios, que estarían evidentemente por encima y por debajo de la valoración que vamos a dar.

Valoración del poemario "Sobre andamios de humo": 6,25 / 10

40 comentarios:

Anónimo dijo...

Con dos o tres excepciones, el premio en cuestión no ha dado ni buenos poetas ni buenos libros. Al contrario, hay algunos poetas que seguimos sufriendo, como Luis Muñoz Montero, que siempre se nos olvida el nombre completo, Benjamín Prado, Andrés Neuman, y unos cuantos más futuros e insufribles famosillos de la nada, que creyeron que la poesía era presentarse a los premios y de ahí la eternidad. El olvido os espera.

Anónimo dijo...

¿Y por qué no hablas de las dos o tres excepciones y dejas lo que no te gusta?

Ya ves:
"La meta es el olvido.
Yo he llegado antes"

Anónimo dijo...

A tenor de lo leído, lo único que no entiendo es la valoración final. Parece que tendría que ser más bien un cinco "pelao" en el mejor de los casos.

Anónimo dijo...

La pasada semana se habló de Wallace Stevens, que publicó su primer poemario con 44 años cuando ocupaba un puesto de directivo en una empresa de seguros. Hoy en día, en nuestro país, un primer poemario de una persona de 44 años sólo encuentra salida en ediciones de pago. Ligo esto con, por ejemplo, el hecho de que otra de los grandes poetas de la historia, Emily Dickinson, ni siquiera publicó en vida.

En España los premios, la obsesión por los premios, hace más mal que bien. Obsesionados por salir a la luz lo más pronto posible, los chicos y chicas que se presentan a estos premios están más interesados en gustar al jurado y verse en los focos que en buscar una voz propia. Es normal que los candidatos lean los poemarios premiados en años anteriores y que se produzca una cierta imitación entre unos y otros. La presencia del ganador de la edición anterior en la siguiente refuerza los mecanismos de endogamia. Igualmente pocos se atreven a crear un discurso métrico propio cuando ven que una y otra vez los poemas premiados se rigen por el mismo patrón.

En ese contexto hay que ubicar libros como "Las palomas mensajeras..." y muchos otros premiados en los últimos veinte años. Los neo surrealista se parecen mucho entre ellos, igualmente los neoformalistas, los de la experiencia o los del silencio. Sus libros son intercambiables en muchos casos.

Por eso no me extraña que los mejores libros de este autor sean el primero, escrito probablemente desde una menor contaminación exterior, y el último, o penúltimo, pasada ya la fiebre del "me tengo que parecer a para estar en".

De lo cual deduzco que si un poeta escribiera, no como si tuviera que presentar el libro a un premio, sino como si no fuera a publicar su obra hasta después de su muerte, ganaría en libertad y en riqueza. Quizá no ganaría ningún premio pero existirían más posibilidades de que su obra alcanzara las cotas que un Wallace o una Dickinson lograron.

Algo tiene que ver esa sacralización de la poesía premiada joven para que en estos momentos a nadie se le ocurra pensar en la posibilidad de que un poeta español sea premiado con un Nóbel, mientras que la lista de candidatos de otros países es larga.

En otras palabras, más riesgo y menos amor a los escasos focos.

Anónimo dijo...

Creo que Alejandro Céspedes es uno de los poetas más sobresalientes de su generación. "James Dean, amor que me prohibes" es un apasionado canto a los mitos contemporáneos, original, hermoso y muy alejado del almíbar que tan poco gusta en estos lares, y que a mí tampoco me seduce.

"Las palomas mensajeras sólo saben volver" ha de enmarcarse en su fecha de publicación. Es difícil juzgar una obra pasados quince años. Efectivamente creo que, como dice Helena, la presentación de un libro a un premio condiciona en parte la libertad del artista pero, visto en su contexto, e incluso fuera de él, hay poemas magníficos.

"Hay un ciego bailando en el andén" es uno de los mejores poemarios de los noventa. Es estremecedor y brillante en su forma de ahondar en el dolor.

Finalmente, su último libro, "Los círculos concéntricos", premio Blas de Otero, es un poemario en prosa relacionado, en su estado anímico, con su libro anterior. De nuevo, es un poemario duro, con la pederastia de telón de fondo, escrito desde un sujeto poético identificado con una figura femenina condenada por los dioses. Para mí es uno de los mejores libros del año. Desgarrador y hermoso a la vez, está escrito con pasión y magia. Como ocurre en "Un ciego bailando en el andén" hay una entrega total del poeta en cada uno de los versos.

Anónimo dijo...

Helena,

Tu comentario me parece perfecto. Describe exáctamente lo que pasa. Escribir poesía requiere una cierta madurez personal, saber que tienes que ir a la oficina para (sub)dirigir la empresa de seguros u organizar tu casa, que de ti depende, por seguir con tus ejemplos, y que eso es vital.

hasn k.
La poesía se escribe al compás de esa vida vivida tal y como viene, y no como construcción de un proyecto de carrera literaria, que es un proyecto de fracaso literario casi siempre, en los términos que lo has explicado.

Lamento redundar en lo obvio, pero a juzgar por los hechos, lo obvio no parece serlo tanto.

Anónimo dijo...

Bueno, como no estoy escribiendo como mi nombre completo, parecería spam si dijera aquí dos o tres nombres, y creo que el spam no pasa el filtro. Al menos creo que puedo decir que ninguno de ellos, o de ellas, tiene menos de 40 años.

Y subscribo totalmente lo que dice Helena. El nivel de calidad en los premios es bajísimo, soy jurado de varios, la gente se pone a escribir antes que a leer, crea su web y su blog antes de escribir, y el producto que nos llega es insulso, copia de mil copias, sin ningún riesgo y sin calidad poética alguna. Hay una enorme confusión en la gente joven entre lo que significa ser poeta y su deseo de ser una estrella mediática de una subpoesía pop inaguantable.

Lola Torres Bañuls dijo...

Hola:

Vuestros comentarios como siempre interesantes.

Llevo poco tiempo escribiendo poesía, tengo más de cuarenta años y ante la duda cuando quería adentrarme en la poesía busqué un curso/taller por Internet ya que mis ocupaciones diarias (trabajo/familia) no me permitían hacerlo en un taller presencial. Tuve la gran suerte de encontrar un buen profesor y un gran poeta que me llevo de la mano, descubriéndome que la papelera era amiga necesaria y que las mariposas y las estrellas difíciles aliados para la poesía. Y descubrí muchas lecturas impresionantes.
Finalmente me atreví a montar un blog pero aún sigo estando insegura ante lo que escribo. No tengo metas a pesar de haberme presentado a un concurso y no pienso auto-publicarme, ni pagar para que me publiquen. Pero ya tengo un poemario bastante interesante (según palabras de mi profesor).
Soy hormiga poética, mujer trabajadora, madre y ama de casa. Es difícil escribir poesía pero gratificante escucharles hablar de este mundo.

Anónimo dijo...

Helena,

Tu comentario me parece perfecto. Describe exactamente lo que pasa. Escribir poesía requiere una cierta madurez personal, saber que tienes que ir a la oficina para (sub)dirigir la empresa de seguros u organizar tu casa, que de ti depende, por seguir con tus ejemplos, y que eso es vital.


La poesía se escribe al compás de esa vida vivida tal y como viene, y no como construcción de un proyecto de carrera literaria, que es un proyecto de fracaso literario casi siempre, en los términos que lo has explicado.

Lamento redundar en lo obvio, pero a juzgar por los hechos, lo obvio no parece serlo tanto.

hans k.

Addison de Witt dijo...

Hans,

Ahora mismo blogger tiene dos bugs sin resolver. Uno de ellos es que una vez escrito un mensaje no se puede borrar por el administrador.

Y el otro es que parece que no funciona la opción de publicar con nombre anónimo. Es sencillo engañar al sistema:

1) Haz clic en Nombre/URL
2) Introduce tu nombre como hasta ahora
3) En el apartado URL simplemente teclea un espacio en blanco
4) Haz clic en publicar comentario y ya está

Cuando se pueda volver a borrar, quitaremos el comentario anterior. Gracias.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Carlos. Mismidad es la palabra que mejor define los versos mostrados. No sé cómo será ese nuevo libro que menciona j., pero lo visto y mostrado por los addison habla de un eco, no de una voz.

Anónimo dijo...

Hola

Creo que es un error escribir para los concursos y adpartar la escritura para ajustarse a lo que suele ganarse en los concursos.

Otra cosa es presentarse a un concurso con lo que uno escribe.

Estoy de acuerdo con Hans que la poesía nace de la vida cotidiana, de nuestro entorno, de nuestra mirada.

En cuanto al tema de las auto-publicaciones y de los blogs. Hay mucha gente que escribe por entretenerse (aunque muchas veces lo que se escribe no sea poesía). Más que escribir es una manera de relacionarse por internet. Creo que en cierto modo es una elección personal. Hay quién se exige más y hay quién se exige menos. A medida que uno se adentra en la poesía de una manera más seria resulta más dificil la escritura. Todas las personas no son capaces de aguantar el tirón y seguir profundizando en ello.

Con respecto al comentario de Helena sobre la edad. Yo creo que habrán verdaderos poetas que empiezan a los 40 años pero nadie los conocerá porque ni ganan concursos ni se les publica. Pero pienso que esto no está reñido con un compromiso serio con la escritura. Para ello no hay edad sino seriedad, sinceridad con uno mismo y saber que el mundo de la poesía no es un mundo romántico sino un camino de trabajo y de exigencia.

(Voy a probar a ver si este mensaje sale anónimo)

Un saludo.

Anónimo dijo...

¿Qué es más cómodo para un crítico, leerse todos los libros que le llegan y seleccionar los mejores o atender sólo a los premiados, a los compañeros, a los amigos, y a los que pueden ayudarle a editar su libro?

Vaya, lo segundo. Y si encima 9 de cada diez críticos de poesía han hecho sus pinitos de poesía con un resultado ciertamente patético. ¿Cómo van a tener criterio a la hora de seleccionar y de valorar?

Es pura endogamia, que se retroalimenta por las almas cándidas y trepadoras de las juventudes obsesionadas por los premios, más interesadas en construir una carrera literaria, que conduce directamente al vacío, que a tener la actitud rebelde, reivindicativa e incómoda que ha de tener un buen artista.

La foto de la poesía oficial española se parece demasiado al retrato goyesco de la familia de Carlos IV. Esa es la cara que el tiempo va a darle a no pocos trepas del presente.

Anónimo dijo...

Hola, soy el anónimo que es otro
y que sabe por fin cómo ponerse
“ende” o “impar” o incluso “hepta”
(supongo, intentaré otra vez a ver…)


Hay que leer sus libros lápiz en mano (los de Alejandro Céspedes) y subrayar, siempre subrayo en los míos los versos que sí son buenos, a los que acudo a veces, y con el resto que no lo son intento re-mejorarlos, porque Alejandro lo que sí deja claro es lo vivido, y eso me hace vivirlo a mí también. Hay que sacar lo bueno de cualquier libro y este tiene muchísimos versos muy buenos y otros muy mejorables (si no leedlo). Pero es que yo, en los tiempos que están corriendo, no puedo permitirme dejar pasar lo que Alejandro Céspedes da en sus libros y lo que no.


Y gracias a los de AdW
por dejar que esta vez opine usando
seguidillas y algún que otro bordón.

Anónimo dijo...

Para escribir poesía se puede empezar en cualquier edad,para publicar supongo que también, sólo hay que hacerlo con seriedad y sinceridad para con uno mismo. Lo que pasa es que hay mucho voluntarismo y poco autocrítica.
Este libro que se comenta es de una editorial pequeña y no con la difusión mediática de las grandes, pero ahí también se pueden encontrar autores jóvenes o viejos tan destacables como Vicente Gallego y Luis García Montero, tan publicitados.

Anónimo dijo...

Tan pequeña no será cuando publica más de 30 títulos al año. Eso sí, unos cuantos de las ediciones las pagan los autores, cosa demasiado común en la poesía de hoy. Y muy triste.

Anónimo dijo...

Hola

¿Cuándo sabe uno que lo que escribe es válido y es realmente poesía? Siempre tengo dudas sobre lo que escribo.

Si alguien quiere responder.

Supongo que a todos les pasará dudar de lo que uno escribe.

Un saludo

Anónimo dijo...

¿y del último premio Hiperión que pensáis?

Anónimo dijo...

Para leer lo vivido, señor imparisílabo, y vivirlo usted también. no hay nada como una biografía o autobiografía. Las hay espléndidas. Pero es que a usted le tiran un bocadillo lleno de endecasílabos, incluso mal acentuados, y se lo come sin rechistar.

Que la gente tenga que pagar por publicar sus libros me parece no sólo triste sino que se me ocurre algún adjetivo más que me imagino que no pasará la censura de este blog. A mi me daría vergüenza ganarme de esa manera la vida, pero es tan legal como la venta a granel de colonia.

Señor XX, lea usted a Baudelaire, a Ovidio, a Michaux, a Wallace Stevens, a Valente, lea, y si al leer siente algo especial e inexplicable, eso es poesía. Si le deja indiferente, pásese a la novela y preséntese al Planeta. Si se hace famoso antes, tendrá posibilidades y dinero.

Y sobre el último premio Hiperión, pues como el penúltimo, y el antepenúltimo y...Para llorar.

Anónimo dijo...

Hola

Gracias, Señor Joan por sus recomendaciones. Leo mucho y es verdad que me emocionan, autores como Baudelaire, Huidobro, Valente, Gamoneda, Ospina y tantos. Raúl Zurita me emociona mucho. Y la duda sobre mi escritura se intensifica.
No, no tengo intención de hacerme famosa, ni rica. Pero me gustaría llegar a escribir algo digno de llamarse poesía.
No pienso en hacerme famosa, me destrozaría mi sencilla vida.

Me gusta escucharles hablar de poesía. Veo seriedad y eso me enriquece.

Gracias.

Anónimo dijo...

El Señor está castigando a Melilla por culpa del Premio Ciudad de Idem que se está fallando, como sólo se falla ese premio. Por favor, señores de Visor, abandonen la ciudad lo antes posible antes de que lo próximo sea la plaga de langostas. Gracias.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente el cobro al autor es algo frecuente. Por supuesto, creo que una parte importante de editores no cobra a sus autores, pero hay muchos que sí. Las editoriales que se libran suelen publicar muy pocos libros al año, muy cuidados en sus ediciones y con pocos ejemplares de tirada. Incluso alguna de las editoriales más conocidas, para poetas concretos olvidados pero con pedigrí, han aceptado pagos puntuales que no son la norma pero que tan poco se excluyen.

Hay otras formas de recibir el pago como publicar a un crítico muy malo como poeta pero con mucho peso en su periódico. Igualmente ocurre con algún antólogo.

Y luego están los libros que pagamos todos. El poeta en cuestión le dice al editor el título del libro que va a presentar al premio del Ayuntamiento, se selecciona el título del poeta conocido y ya premiado otras veces por la editorial, o no publicado pero que interesa porque está de moda, se seleccionan otros títulos de dudosa calidad y finalmente un jurado de amigos bien pagados hace el resto.

Los mercaderes entraron a los templos hace más de 20 siglos. La poesía no iba a ser la excepción. Es una pena y un juego que todos deberíamos de rechazar porque denigra la poesía y al poeta.

Anónimo dijo...

Hola

Soy xx llevo poco tiempo escribiendo. Efectue unos cursos con un poeta (2 años) . Después tengo un pequeño poemario que me costó dos años más de escribir. Lo presenté a una editorial (no muy grande) pero que tiene buenos autores.
Según ellos estudiaron la posibilidad de publicarlo. Me llamó el que selecciona los libros (poeta y director de ediciones) Me dijo que el poemario era muy bueno. Patatin patatan. Le gustó mucho el poemario, la idea, original y coherente. Los poemas bien escritos.
Condiciones: Yo tenía que comprarles 250 ejemplares de mi libro a 6 euros aprox. con un descuento de un 30%. El motivo de que tenía que comprar 250 ejemplares era para asegurarse por lo menos no perder dinero porque yo soy totalmente desconocida.
Ellos me publicaban 1500 ejemplares. Tenía que tener en cuenta que su distribución era muy buena y accesible a todas las librerías.

Esperé una semana para responderles después de preguntar a ver que puñetas era eso. (Yo escribo desde mi casa, no tengo relación con el mundo de la poesía salvo el curso de poesía que realize) No tengo ni idea de como funciona el tema de la edición.

Respondí que no. Que muchas gracias.
En realidad no pienso auto-publicarme y tampoco venderme. Si mi libro se publica tendré suerte si no se publica he tenido suerte de haber podido escribirlo.
A pesar de haberme costado algunas gotitas de sudor. (También he de decir que mi profesor (hombre honesto y generoso) me fue guiando un poco. Pero los versos del libro son todos míos.

Ahora sigo escribiendo pero tengo muchas dudas sobre mi escritura.

Mi gran ilusión no es publicar sino llegar a escribir buena poesía.

Un saludo.

Addison si este mensaje (sale con mi blog) o sea no sale anónimo o con XX no lo saquen.
Os lo agradezco.

Anónimo dijo...

Pues te tocó un mercader-mercader, querida xx. En realidad la tirada real no sería de más de 300 incluyendo los 250 que tu compraste. Nadie hace tiradas de 1500 en primera edición salvo que sea un libro muy especial (un Gamoneda o algo así). Vamos, que ese querido editor no corre ningún riesgo con la operación. El libro le costará unos dos euros, así que por cada libro que te vende gana 4 euros. Es decir, en tu tirada se gana 1000 euritos.

La diferencia entre vivir para la poesía y vivir de los poetas. Hiciste bien en decir no. Si todos hacen lo mismo acabamos de una vez con los comerciantes.

Anónimo dijo...

Para Joan.

En mi comentario anterior, el verbo "vivir" fue una metáfora.
Y un endecasílabo mal acentuado no es un verso, es una frase. Y de bocadillos, habiendo hambre, me comería todos los que me tirasen y de lo que fuesen (de versos endecasílabos mal acentuados no, que no existen), y sin rechistar, por supuesto.

Para XX.

No es un consejo lo que le voy a dar, ni recomendación, ni nada (es que, con lo de antes, con lo que dice Joan que hay dentro de un bocadillo, me he acordado de la cantidad de ejemplos que trae el libro de Tomás Navarro). Lee "Métrica Española", de Tomás Navarro Tomás. Y no lea (aún) a Baudelaire, a Ovidio, a Michaux,o a Wallace Stevens. A Valente sí, cómo no, y a José Hierro, por supuesto (empate a uno), y a Bécquer, y a Machado, y a Cernuda, y a Lorca, y a Carlos Edmundo de Ory, y a Cirlot, y con el libro de Tomás Navarro al lado, para ir comparando lo que está leyendo, y midiendo, y contando con los dedos (ya sabrá a que me refiero). Y escriba a la vez, olvidándose de publicar, pues no publicará nada (cuestión de estadísticas). Ni se preocupe siquiera en publicar. Preocúpese por escribir buena poesía, que ya con eso tendrá usted bastante (de sobra diría yo). Verá usted cómo los autores anteriores le llevarán a otros, y a otros, verás cómo sin quererlo llegará usted a Baudelaire, a Ovidio (y al Arzipreste de Hita, y a Berceo -éstos los pongo yo-), a Michaux, a Wallace Stevens. Incluso a Huidobro, Gamoneda, Ospina y Raúl Zurita, etc. ¡Ah!, y me faltaba lo más importante, un poeta sabe que es poeta, desde siempre. Si usted lo es, lo sabrá (o ya lo sabe).

Las gracias a los de AdW
por dejarme opinar usando frases.

Anónimo dijo...

Pues no creo que haya nada deshonroso en la autopublicación. Hasta Walt Whitman se publicó su primer libro.

Pero una cosa es autopublicarse de de la mejor manera posible y la otra es el caso que cuenta XX. Eso tiene otra definición. Yo no aceptaría obligaciones de compra superiores a cincuenta ejemplares, porque todo lo que pase de ahí no te va a servir para nada. Y en vez de 1500, que no los cree nadie, pide tiradas de 250 ó 300 ejemplares, si es posible, numerados (dile que tú estás dispuesto a ayudar a numerarlos). Así tendrás un mejor control de si se imprimen o no todos los ejemplares. De esta forma el editor comparte algo del riesgo de publicar contigo, que eres su primer cliente, ya que le compras cincuenta. En el caso que tu has presentado, le estás regalando 1000 euros por su cara bonita.

Anónimo dijo...

Querido ende o impar,
su mensaje además de parecer un manual de tópicos poéticos (el poeta sabe que lo es, etc) adolece de una suficiencia sólo comparable a su negligencia poética. Recomendar hoy en día el libro de Navarro Tomás es de mala persona, si no es irónico, o de ignorante en métrica (con lo que mejor no ir por internet recomendando). Dejando a un lado que hay libros mejores, es un libro plagado de errores evidentes y teorías estrambóticas.
Además que recomendar un manual de métrica a un futuro poeta es como recomendar unas instrucciones de Dunlop sobre como se usa una raqueta. El endecasílabo tiene que aprenderse por el oído y no conceptualmente. No vale contar y estructurar según Navarro Tomás.
Saludos a todos,
Lázaro.

Anónimo dijo...

Hola

Soy XX
Gracias a Ende, a Dixie y a Concejo. A los tres.

A Dixie muchas gracias por las recomendaciones de lectura. ´Me imprimo la lección para aprenderla.
Y me da igual no publicar.

No me atrevo a decir que soy poeta. Eso es mucho.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Desde luego, señor Ende, o tiene usted más años que yo o, lo que es peor, no se ha enterado de nada de lo que se ha investigado en prosodia en los últimos 20 años.

Es como si a un estudiante de física le recomendara un libro de física newtoniana como si no existiera la física cuántica o la teoría de la relatividad. Siga usted contando sílabas por los siglos de los siglos pero lleve cuidado con sus recomendaciones o no saldremos del marzal ni de la vicentería durante décadas.

Anónimo dijo...

Quiero agradeceros de verdad vuestro trabajo. Que en estos tiempos –creo que en todos- se lea un libro de poemas es ya un mérito. Si además se hace con detenimiento, espíritu crítico y además “sin cobrar”, siendo como sé que es un gran trabajo, es heroico.
Un escritor existe en tanto que es leído. Así que bienvenida sea cualquier fórmula que lo posibilite. Por lo que leo en vuestra página hacéis que ocurra con bastante mérito. También observo, a veces, que algunos participantes se lanzan con mucha ligereza a juzgar de oídas, sin más conocimiento que lo escrito en el anterior mensaje o por arrastrar prejuicios adquiridos en foros similares. Eso elimina todo rigor a su comentario.

En cuanto a vuestros comentarios, debo deciros que me han hecho pensar mucho. Creo que en general –no es fácil escribir unas líneas sobre un libro de casi 200 páginas- son muy acertados. Coincido con vosotros en que existe –y no acierto a desprenderme de ello aunque lo intento- esa “ortodoxia métrica” que lastra muchas veces el poema y que para intentar que no ocurra me hace redoblar el trabajo de esencialización del sustantivo (empieza a aparecer en “Hay un ciego...”) y la coloquialidad que hay en otros libros. Es un problema que debo resolver.... pero aún estoy en ello. Completamente de acuerdo también en que en los anteriores libros “observamos como los intentos por crear belleza se exceden hasta el amaneramiento”. Es cierto que los años ochenta fueron muy permisivos, muy benévolos, con la creación. Hoy sería imposible que fructificasen algunas de las obras que en esa década tuvieron éxito. Pero veníamos de donde veníamos. Todos somos hijos de nuestro tiempo (también como lectores) aunque en el juicio posterior eso no sirva como un atenuante.
Me gustó y me hizo pensar este comentario vuestro sobre el que no había reflexionado “Sólo cuando le sale la rabia (...) el lenguaje es más crudo y apropiado”. Cierto también que tiendo al “abuso de la metáfora y la prosopopeya”. Pero es un posicionamiento estético. Practico la retórica, disfruto descubriendo aleaciones lingüisticas o semánticas, pero también conozco sus peligros. Me han hecho naufragar más veces de lo que hubiese querido y, con toda seguridad, me seguirá pasando sin darme cuenta antes de que lo vea en letra impresa. No sé qué tienen los libros ya editados, pero propician el distanciamiento que no da ni la pantalla ni el DIN A-4.
También es cierto que soy un poeta temático y es posible que pueda producir en algunos lectores el cansancio al que os referís. Debo vigilarlo. Pero necesito un tema para escribir, creo en los libros unitarios, orgánicos, temáticos o como se quiera decir. Propician el tono y que se acompasen los tiempos del lector y el poeta. Crean un “decir” subtextual que añade elementos de lectura y que no están solamente en el lenguaje. Otra cosa es acertar.
Me ha divertido mucho –la reflexión no tiene por qué estar reñida con la diversión- vuestro siguiente comentario: “tiene un verso que es una pena que no se haya aplicado en el resto de "Sobre andamios de humo": "Proclamo este delirio y el verso se acobarda." Quien lo haya escrito se ha puesto un poco “maligna”, pero con mucha razón. Esas cosas siempre se descubren tarde, pero es el aprendizaje –si en verdad ocurre- el que terminará delatándolas.
Disiento en vuestra elección de algunos versos como “los mejores” o “los peores del libro”. Pero eso no tiene arreglo. Se trata de posiciones estéticas –en el fondo puramente cognitivas- que nos sitúan a cada uno en su lugar y no se eligen.
Respecto a los premios diré que a nadie lo hacen ni mejor ni peor, lo hacen “visible”, “leíble”. No es necesario recordar a nadie que sepa de qué habla lo dificilísimo que resulta publicar con algo de dignidad (tampoco creo necesario aclarar lo de la “dignidad”) en estos tiempos. La mayoría de los poetas tienen que pasar por eso o... no publicar. Que cada cual elija su camino. Yo no condeno a quienes no hacen lo que yo. Y no mezclemos los temas. Una son los premios y otra las farsas.
Quiero volver a daros las gracias por vuestros comentarios. Implican un trabajo considerable desde la seriedad vuestros planteamientos. Creo que es importante que estéis ahí.
Alejandro Céspedes

Anónimo dijo...

Nunca recomendaría a Newton si no he recomendado antes a Aristóteles y, por supuesto, después de Newton, a Einstein (si no entendiera el efecto fotoeléctrico, la teoría de la relatividad y la generalizada no tendré inconveniente en explicárselo yo). Hay que conocer los modelos de la Física para comprender qué es la Física hoy en día (ganas tengo de que arreglen el nuevo acelerador de partículas para añadir algunos principios más a la teoría de la relatividad generalizada). No sé cuántos años tiene usted, Joan. Yo rondo los 40 (aún no he llegado) "que es mucho para un español" de hoy en día. Hoy en día se dispone de tal cantidad de información
(-internet, bibliotecas, librerías, dinero para comprar libros, etc., que ya la hubiera querido Machado tener) que, si se se encauza bien el tiempo de uno, se pueden obtener muchos resultados. Hay que saber que la "m" con la "a" dice "ma" y que la "m" con la "a" vuelve a decir "ma" para poder decir "mamá" antes de ponerse a leer, y antes de ponerse a escribir, y escribir que "mamá" puede ser cualquier cosa que el poeta quiera que sea. Hay que leer (y esto es para XX) qué se ha hecho en la poesía en español (¿escribes en español, xx?) antes de descubrir su propia voz, la del poeta me refiero. Y su propio oído para leer a los demás. Y vuelvo a decir (esperad que lo copio de nuevo)...que "No es un consejo lo que le voy a dar, ni recomendación, ni nada" (Joan, no recomiendo nada)... Como Einstein, ya se encargará el poeta de, con sus versos, romper cualquier teoría poética que haya (si es capaz). Eso sí, señora (o señorita) XX, después de leer estas cosas tendrá que leer lo que se ha hecho en los últimos 20 años en prosodia (como parece que aconseja Joan), e investigar, e investigarse. Y escribir poesía, de la buena, de la que transmite y emociona, no de la del Marzal y compañía.

Agradecer de nuevo por dejar
que opine aquí a los de AdW.

Addison de Witt dijo...

Gracias a ti, Alejandro, por tomarte de manera constructiva nuestro trabajo, incluida la "maligna" que todos llevamos dentro. Es curioso porque los poetas nos escriben normalmente al buzondewitt, con una representación muy buena y nutrida del parnaso español, pero rara vez lo hacen de manera pública con nombre y apellidos. Y es curioso porque de los pocos poetas que han escrito sobre sus críticas, Ada Salas, tu compañera de premio Hiperión, también lo hizo.

Más que destacar los puntos de desencuentro, destacaríamos los de encuentro, en cuanto tienen de milagroso en este mundo en el que nada parece encajar con nada.

Estamos ahora leyendo el libro de Olvido García Valdés para nuestra próxima contracrítica, y nos resulta curiosa una frase del prólogo de Eduardo Milán que hemos repetido varias veces en este blog de una manera similar: "De ahí los efectos de falsa originalidad que hoy en día ciertos poemas meramente denotativos o creativos -que repiten un lenguaje poético que ya no puede, dado su gasto retórico, comunicar estéticamente- parecen indicar". Más adelante, habla de la "tradición de peso, retóricamente densa, de la poesía española."

Eduardo habla de comunicación estética y nosotros hablamos de comunicación poética. El mensaje de fondo viene a ser el mismo. Cuando tu poesía se quita parte del lastre de la poesía leída y de la, más importante, poesía que te rodea (y hablamos más del espacio físico que del espacio textual), tu poesía se hace sin duda muy notable, como ocurre en "El ciego...". Tu libro en prosa poética, "Los círculos concéntricos", se sitúa todavía a un paso de la voz completamente propia, pero cerca. Es un libro no sólo conceptual sino indudablemente hermoso, aunque cuando uno se fija de manera detenida la prosa poética se apoya métricamente en el endecasílabo, como si te costara salirte de lo normativo. E igualmente hay partes del libro en donde hablaríamos de un pequeño abuso retórico. Estás a un paso pero es el paso más difícil. Llevas muchos años escribiendo poesía pero si te fijas en la reseña anterior, Wallace escribió La Roca con setenta años y su primer libro con cuarenta y pico. Tienes tiempo y talento. ¿Qué más se puede pedir?

Nosotros seguiremos intentando aprender porque cuanto más leemos menos sabemos en realidad. Y más inseguros nos sentimos también. Y esto es un cliché como la copa de un pino...Como decimos en la reseña anterior, es fácil señalar el camino equivocado pero difícil acertar con el correcto. Tan difícil para vosotros como para nosotros, que también somos poetas y vemos ahora con horror poemas nuestros escritos hace tiempo.

En cualquier caso, muchas gracias por tus comentarios y por tu nobleza.

Anónimo dijo...

Visor estrechando todavía más sus ya de por sí estrechos lazos con Visor: Antonio Lucas, redactor de cultura de El Mundo, premio Melilla. Olé. En tu línea Chus. Bien fallado, sí señor.

Anónimo dijo...

Qué raro que el premio Melilla caiga año tras año en alquien relacionado con los medios de comunicación, de una u otra forma. ¿Por qué no lo llaman "Premio de la Prensa"? Yo no lo compro.

Anónimo dijo...

"La poesía es brújula de la sociedad", dice el premiado. ¿No habrá confundido la relación causa-efecto? ¿No será que el poderoso caballero don Dinero metió sus zarpas en las entrañas de la poesía para no soltarla? ¿A quién pretenden engañar con estos entremeses que no llegan a acto de teatro?

Anónimo dijo...

Se comenta en la redacción que El Mundo podría sacar los premios Visor, por ejemplo el Melilla, en fascículos coleccionables. Como primer número, y como regalo imperecedero, estaría la antología de poemas de amor que con tanto cariño y pasión seleccionó don Luis María Anson. Ojalá se cumple este sueño y se haga realidad.

Anónimo dijo...

Me quito el sombrero antes usted, don Alejandro Céspedes. Esa es la actitud. No dude que llegará muy lejos.

Anónimo dijo...

Desde que descubrí este blog no he dejado de leer todas las reseñas que en él se hacen. Son maravillosas. Esperemos disfrutarlo mucho tiempo.

Anónimo dijo...

Hola, soy el anónimo que es otro.


¿Habrá pasado un ángel?


O gracias a los de AdW.

Anónimo dijo...

Hola

Soy XX. A mi me gusta escuchar a Joan, a Dixie, a ende impar o hepta etc. cuando hablan de poesía.
Y a los Addison también.

Debe de hacer pasado un Ángel porque estamos todos callados.

La reseña que van a ser proximamente es el libro del Premio Nacional de Olvido García Valdés. A mi me gustó bastante el libro. creo que Olvido García Valdés es una gran escritora.

Un saludo.