viernes, 7 de marzo de 2008

In memoriam Isaías Carrasco


Esta no es una entrada de poesía y nada tiene que ver con ella. Ni es una entrada "guay" ni políticamente correcta. Ni vamos a poner un poema. Que quede claro si alguien quiere seguir leyendo. No era este el siguiente post que queríamos escribir. Ni mucho menos. Ni esto es un blog de política, entre otras razones porque nuestras ideas políticas son tan marginales y minoritarias que se escriben con minúscula y tampoco creemos que interesen. Evidentemente, el siguiente breve párrafo tiene unos únicos destinatarios: los asesinos y sus encubridores y simpatizantes.

El fin no justifica los medios y estamos hasta las narices de gritároslo y que baséis vuestra patética lucha en orinar esquinas como perros y pegar tiros por la espalda. Isaías era otro inocente más y no sólo porque todo existencia es inocente, queridos malnacidos. Tenéis nuestro correo en buzondewitt@gmail.com. Ojalá mañana mismo nos deis la oportunidad de gritaros bien alto a la cara: ¡cobardes hijosdeputa!.

22 comentarios:

Anónimo dijo...

Son basura y ahí acabarán

Anónimo dijo...

Me da mucha pena, la verdad. Comprendo el enfado de los Addison y sólo lo complemento con mi propia religión:


Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!

Gabriela Mistral

Anónimo dijo...

La mafia y el más puro fascismo se unen en este grupúsculo de libertadores de la nada.

Descanse en paz.

sara dijo...

Cobardes y asesinos.

Anónimo dijo...

Nuestras más sinceras condolencias desde Méjico, hermanos

Anónimo dijo...

Gracias, Addison. Son horas de silencio y de rabia, pero vuestras palabras ayudan ante tamaño espanto; la palabra, refugio y lucha, así se hace un lugar más amable.

Y remedando a Borges en "Los justos": muchos ignoran que con sus acciones diminutas están salvando el mundo.

Anónimo dijo...

Desde Euskadi, con amor y repulsa a la vez:

Hoy, pues, es el día
en que el muñeco de nieve que se derrite
es un hombre.

Fusen

Anónimo dijo...

Quizás por esto no matáis por la espalda, fascistas


Para un manual del inquisidor

No mirarás la mirada de la bruja
prescribe el Malleus Maleficarum

Podrás paladear la sal de su carne mientras le aplicas el torno
Podrás disfrutar la flor áspera de su grito
Podrás olfatear su miedo mientras descoyuntas sus miembros

Pero no mirarás su mirada

Pues allí habita su más poderoso hechizo
Si lo hicieras estarías en sus manos, en sus ojos
Serías víctima entonces, de la temible compasión

Y habrás perdido todo tu esfuerzo para salvar su alma

Rómulo Bustos

Anónimo dijo...

Muerte y resurrección

No estabas tú, estaban tus despojos.
Luego y después de tanto
morir no estaba el cuerpo
de la muerte.
Morir
no tiene cuerpo.
Estaba
traslúcido el lugar
donde tu cuerpo estuvo.
La piedra había sido removida.
No estabas tú, tu cuerpo, estaba
sobrevivida al fin la transparencia.

José Angel Valente

Anónimo dijo...

Mi pequeño grito

Grito hacia Roma

Manzanas levemente heridas
por finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
Peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
Y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.

Porque ya no hay quien reparte el pan ni el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elegantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.

Pero el viejo de las manos traslucidas
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los
directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.

Federico García Lorca

Eduardo Flores dijo...

No dudéis ni un sólo segundo para unirme a vosotros en esa cita con los innombrables.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Desde Cataluña:

EL SILENCI DELS MORTS


La terra cobra el delme. No parlem,
però, dels morts i fem-nos lentament
al pensament que alguna cosa d’ells
és molt a prop.
Visquem-ne acompanyats
com si només ens departís una paret de fum
que priva sols de veure’ns. Llur silenci
se’ns fa sensible, de vegades,
intensament, en un record.

No deixis de voltar-te
de les seves imatges. Cada dia
posa’ls flors al costat, per si poguessin
sentir la flaire de les roses.
Què sabem de cert
de llur manera d’ésser? Preservem les coses
que van tocar, deixem-les allà on eren,
quietament. I potser un dia
se’t manifestaran.
I si no ho fan, espera
pacientment, contemplativament,
tota la vida. Viu la teva vida
mesclada amb ells.
Usa dels morts així.


Joan Vinyoli

Anónimo dijo...

DESPEDIDA

Muchachos
Que nunca fuisteis compañeros de mi vida,
Adiós.
Muchachos
Que no seréis nunca compañeros de mi vida,
Adiós.

El tiempo de una vida nos separa
Infranqueable:
A un lado la juventud libre y risueña;
A otro la vejez humillante e inhóspita.

De joven no sabía
Ver la hermosura, codiciarla, poseerla;
De viejo la he aprendido
Y veo la hermosura, mas la codicio inútilmente.
Mano de viejo mancha
El cuerpo juvenil si intenta acariciarlo.
Con solitaria dignidad el viejo debe
Pasar de largo junto a la tentación tardía.

Frescos y codiciables son los labios besados,
Labios nunca besados más codiciables y frescos aparecen.

¿Qué remedio, amigos? ¿Qué remedio?
Bien lo sé: no lo hay.

Qué dulce hubiera sido
En vuestra compañía vivir un tiempo:
Bañarse juntos en aguas de una playa caliente.
Compartir bebida y alimento en una mesa.
Sonreír, conversar, pasarse
Mirando cerca, en vuestros ojos, esa luz y esa música.

Seguid, seguid así, tan descuidadamente,
Atrayendo al amor, atrayendo al deseo,
No cuidéis de la herida que la hermosura vuestra y vuestra gracia abren.
En este transeúnte inmune en apariencia a ellas.

Adiós, adiós, manojos de gracias y donaires,
Que yo pronto he de irme, confiado,
Adonde, anudado el roto hilo, diga y haga
Lo que aquí falta, lo que a tiempo decir y hacer aquí no supe.

Adiós, adiós, compañeros imposibles.
Que ya tan sólo aprendo
A morir, deseando
Veros de nuevo, hermosos igualmente
En alguna otra vida.

Luis Cernuda

Anónimo dijo...

¡Ah! Eres tú, eres tú, eterno nombre sin fecha,
bravía lucha del mar con la sed,
cantil todo de agua que amenazas hundirte
sobre mi forma lisa, lámina sin recuerdo.

Eres tú, sombra del mar poderoso,
genial rencor verde donde todos los peces son como piedras por el aire,
abatimiento o pesadumbre que amenazas mi vida
como un amor que con la muerte acaba.

Mátame si tú quieres, mar de plomo impiadoso,
gota inmensa que contiene la tierra,
fuego destructor de mi vida sin numen
aquí en la playa donde la luz se arrastra.

Mátame como si un puñal, un sol dorado o lúcido,
una mirada buida de un inviolable ojo,
un brazo prepotente en que la desnudez fuese el frío,
un relámpago que buscase mi pecho o su destino...

¡Ah, pronto, pronto; quiero morir frente a ti, mar,
frente a ti, mar vertical cuyas espumas tocan los cielos,
a ti cuyos celestes peces entre nubes
son como pájaros olvidados del hondo!

Vengan a mí tus espumas rompientes, cristalinas,
vengan los brazos verdes desplomándose,
venga la asfixia cuando el cuerpo se crispa
sumido bajo los labios negros que se derrumban.

Luzca el morado sol sobre la muerte uniforme.
Venga la muerte total en la playa que sostengo,
en esta terrena playa que en mi pecho gravita,
por la que unos pies ligeros parece que se escapan.

Quiero el color rosa o la vida,
quiero el rojo o su amarillo frenético,
quiero ese túnel donde el color se disuelve
en el negro falaz con que la muerte ríe en la boca.

Quiero besar el marfil de la mudez penúltima,
cuando el mar se retira apresurándose,
cuando sobre la arena quedan sólo unas conchas,
unas frías escamas de unos peces amándose.

Muerte como el puñado de arena,
como el agua que en el hoyo queda solitaria,
como la gaviota que en medio de la noche
tiene un color de sangre sobre el mar que no existe.




Vicente Aleixandre

Anónimo dijo...

«SERÁN CENIZA...»

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

Anónimo dijo...

¿Pero todavía creéis que los asesinos o los cómplices que los alientan y jalean con sus silencios y sus consignas leen POESÍA o algo que no sean sus boletines internos?

Anónimo dijo...

mírame en mi columna es imposible
negar que sobre todo fui feliz
y supe de los libros invisibles
y no fui más feliz pero lo fui

muy rico en monedas indivisibles
decidí perder nada y lo perdí
todo lo cual supuse comprensible
habiéndome permitido un desliz

pero ahora te celebro vida oscura
con reflejos de sal y cornalina
y me beso agriamente porque es tarde

y si hay algo en la vida que no dura
es la felicidad del que domina
la ciudad desde esta altura cobarde

Anónimo dijo...

Qué facilmente se olvida lo que no queremos recordar...


Hai Kai en gerundio

El toro de Guisando
no pregunta cómo ni cuándo,
va creciendo y temblando.

¿Cómo?
Acariciando el lomo
del escarabajo de plomo,
oro en el reflejo de oro contra el domo.

¿Cuándo?
En el muro raspando,
no sé si voy estando
o estoy ya entre los aludidos
de Menandro.

¿Cómo? ¿Cuándo?
Estoy entre los toros de Guisando,
estoy también entre los que preguntan
cómo y cuándo.
Creciendo y raspando,
temblando.


José Lezama Lima

Anónimo dijo...

Por esta libertad

Por esta libertad de canción bajo la lluvia
habrá que darlo todo.

Por esta libertad de estar estrechamente atados
a la firme y dulce entraña del pueblo
habrá que darlo todo.
Por esta libertad de girasol abierto en el alba de fábricas
encendidas y escuelas iluminadas
y de esta tierra que cruje y niño que despierta
habrá que darlo todo.
No hay alternativa sino la libertad
No hay más camino que la libertad
No hay otra patria que la libertad
No habrá más poema sin la violenta música de la libertad.

Por esta libertad que es el terror
de los que siempre la violaron
en nombre de fastuosas miserias
Por esta libertad que es la noche de los opresores
y el alba definitiva de todo el pueblo ya invencible.
Por esta libertad que alumbra las pupilas hundidas
los pies descalzos
los techos agujereados
y los ojos de los niños que deambulan en el polvo.
Por esta libertad que es el imperio de la juventud.
Por esta libertad
bella como la vida
habrá que darlo todo
si fuere necesario
hasta la sombra
y nunca será suficiente.


Fayad Jamís

Amhernando dijo...

NADA


El tiempo pasa silencioso
Con un pasar de agua nocturna,
Y ve mi frente taciturna
Y ve mi pecho sin reposo.

En ese tiempo silencioso
Hundo mi voz de agua nocturna:
Pongo la frente taciturna,
Reposo el pecho sin reposo.

Guardo mi pena en el penario.
Guardo mi alma en el almario.
Guardo mi voz como una espada.

Ya nada tengo, nada quiero.
Ya nada busco, nada espero.
Nada.

Y yo era rico. Yo tenía
Una guitarra de agua pura,
Un ruiseñor en la espesura
Y el gran fulgor del mediodía.

Pero perdí lo que tenía;
El ruiseñor y el agua pura
Y la guitarra y la espesura.
Se me hizo noche el mediodía.

Pido limosna. Pero en vano
Tiendo la voz, abro la mano.
¿comprende usted, desmemoriada?

Ya nada tengo, nada espero.
Ya nada busco, nada quiero.
Nada.
Nicolás Guillén

Addison de Witt dijo...

Gracias a todos por poner vuestros mensajes en el este blog. Se los pasaremos a la viuda y hermana del asesinado.

Sentimos si nuestras palabras fueron excesivas pero el asesinato político nos revuelve el estómago. El sistema nunca se cambiará a balazos, y menos aún imponiendo otro sistema todavía peor.

Descanse el trabajador cobardemente asesinado en paz. Y que nuestra memoria nunca olvide.

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con vosotros, pero tenemos que intentar deshacernos de la rabia, no comenter su error, pensar con la cabeza, ahorrarnos los insultos y responderles con argumentos, que tenemos de sobra.

Pero entiendo la rabia (yo también la siento).

Y lo siento por todos, por las víctimas, por las familias de las víctimas, por ellos que no se dan cuenta de que también son víctimas, marionetas, los que mueven los hilos no se manchan las manos, mandan a otros para que se las manchen por ellos. Dios, qué absurdo es todo. Un trozo de tierra, joder, no se dan cuénta! y el lenguaje como excusa, la tierra como excusa, las ideas como excusa, todo son excusas para llevarse unos cuantos euros al bolsillo. joder, cuánto egoísmo, cuánta incoherencia, cuánta mierda.

Véis, como yo también tengo rabia. Me solidarizo totalmente. No sé qué podría hacer yo por cambiar las cosas...

en vez de poner barreras deberían intentar quitarlas, no nos damos cuenta de que el que nace en Valencia acaba viviendo en Francia y teniendo hijos que se van a Italia?

Mierda, somos todos lo mismo, sólo hay una raza, la humana. Y los países son inventos.

mierda, ese sentimiento de superioridad es falso, es un espejismo.

Y bueno compañeros, de Witt, que no sé cómo me las apaño pero nunca consigo ir a vuestro ritmo...
Pero os admiro, y me alegra que existáis. Besos.

Lucía.