lunes, 7 de junio de 2010

Juan Antonio González Iglesias - Del lado del amor. Poesía Reunida (1994-2009)


Hola a todas y todos:


A lo largo de los años Visor ha desarrollado dos líneas poéticas muy claras. Por un lado los poetas de la experiencia, liderados por Luis García Montero. De otro lado, una corriente profundamente neo-postnovísima liderada a su vez por Luis Antonio de Villena. Independientemente del deterioro en la relación de ambos, y de cómo esto afecta y afectará al premio Loewe que Luis Antonio creó junto con Enrique Loewe hace ya unos años, Juan Antonio ha pertenecido muy claramente a esta segunda corriente hasta hace bien poco y en la actualidad se ubica en un plácido lugar intermedio. La publicación ahora de su poesía reunida, que incluye un libro inédito y un número importante de nuevos poemas, es una prueba de que quienes daban por perdido a Luis Antonio deberían de desconfiar de alguien que ha sabido resucitarse a sí mismo en varias ocasiones, como demuestra su reciente antología, tan poco ambiciosa como es habitual en él, y la poesía reunida ahora de su amigo Juan Antonio.


Del poeta publicamos en su día una reseña del libro "Eros es más", ganador del Loewe. Esta vez le toca a su poesía reunida, prologada por Guillermo Carnero, toda una declaración de intenciones culturalistas.

"La hermosura del héroe" se titula el libro que ganó el premio Vicente Núñez con un jurado que contaba además de Vicente Núñez, con Pablo García Baena, Juan Carlos Mestre y Rafael Pérez Estrada. El propio Juan Antonio, vecino entonces de García Baena, habla de cómo fue su encuentro: "El curso 92-93 fui profesor en la Universidad de Málaga. Un día, tras larguísimas dudas, me atreví a llamar a Pablo García Baena. Vivíamos, casi vecinos, en el mismo pueblecito costero. El 31 de agosto del 93 lo visité por primera vez. Con esa fecha me firmó sus obras completas. La dedicatoria asegura que estuvimos hablando de nadadores, cosa esperable entre el autor de Antiguo muchacho y aquel joven que tanto lo admiraba. Cuando ya me iba, me tendió, sin decirme nada, una tarjeta que parecía una invitación. Lo era, porque se trataba de las bases de un premio. Presenté el libro. Ganó." Uno de los poemas del libro ganador está dedicado al propio García Baena, algo curioso siendo miembro del jurado y que luego veremos que se repitió en el Loewe.


El primer libro, "La hermosura del héroe", viene precedido por un breve prólogo del autor en el que habla de la belleza como cualidad moral. En términos de teoría de la estética sería el equivalente a que un físico del siglo XXI hablara desde la física anterior a Einstein. Como lo es la presunta "teoría de la masculinidad" que pregona en el mismo lugar. Inicia el libro Juan Antonio al modo Píndaro eligiendo a un antiguo nadador de pasaporte español para glosar sus hazañas. Este "príncipe oceánida", "tibio misil", "pie mercurial y alado" y "torso tatuado en transparencia" parece no un homenaje sino una burla gigantesca al propio Píndaro y sus olímpicas. La mezcla espesa de postnovismo, Cántico y neoclasicismo, la elección de un nadador casi anónimo en unas Olimpiadas mediocres, los brutales hiperbatones, el "oro que relumbra entre los pectorales", TODO, parece una ironía involuntaria al "atleta de los émbolos".

El resto del libro, salvo algún poema corto, mantiene esa impostura artificial y artificiosa del peor culturalismo. En la "Canción para un centauro adolescente" nos encontramos con la "equina pubescencia" de un "efebo de intonsa suavidad" al que cambia "la brida" por "el beso". Todo lo anterior se salpica, en un rasgo de modernidad electrizante, con marcas publicitarias al modo Luis Alberto de Cuenca s.XX, única referencia de que el poema no fue escrito por un contemporáneo mal imitador de Ovidio o Virgilio. Entre supuestos himnos, héroes menores, lunas "recamadas de teselas de plata", "oh arquitectura", reverberaciones de Ana Rossetti o José Infante, cantos y recantos al amor masculino, metáforas de "bup" ("como si un pequeño sol amaneciese / suave y simultáneo / por todos los países de su piel.", "y había dos pistolas / que amenazaban como una promesa", "falo incisivo y decisivo), profecías y demás transcurre este libro terrible.


En el himno a sí mismo con el que casi finaliza este primer libro Juan Antonio dice: "Yo te doy nombre de héroe porque tienes / dentro del torso un pétalo no escrito, / secreto ruiseñor que vuelve suave...". No es que los pétalos no estén escritos sino que están sobrescritos, destrozados por tanto lugar común y cursilería. Leemos asombrados este primer libro que nos cogió muy jóvenes. Quizá al autor también le cogió demasiado joven pero, ¿no ha tenido tiempo de reescribir esto? “La hermosura del héroe” se ubica en los extremos de la poesía más cursi española del siglo XX, que es decir el extremo de la poesía mundial.


"Esto es mi cuerpo" es el segundo libro de Juan Antonio. De nuevo viene precedido de un prólogo breve del mismo autor. Nos queda la duda, tras leer el mismo, sobre la forma en que el autor desaprovecha esa zona de libertad del lenguaje. El libro fue publicado ya en Visor como accésit del premio Gil de Biedma. "Del lado del amor duerme mi cuerpo" es el título del primer poema y texto que elige para el conjunto de su obra hasta la fecha. La intensidad heroico-compulsiva del primer libro aparece atenuada ahora. Aunque el poeta pisa "un septiembre de lágrimas", "acepta el amor caudaloso", el tono hímnico de la primera parte del libro se reduce por una mayor confesionalidad y fragilidad del sujeto poético, incluso cuando se dispone a realizar un homenaje a Horacio. Sin embargo, nuevos poemas nos traen de nuevo a descripciones exuberantes, normalmente un cuerpo masculino amado, como en los poemas "Los signos del tigre", "Escrito en Morgana" o " No seré nunca un líder", poema en el que podemos encontrar estos versos: "Simétricos atlantes, sostenemos / el dintel transparente del futuro.". En "No es cierto que la plenitud..." leemos: "Atanor corporal, éramos un sólo".


En el resto del libro se van intercambiando los poemas más aparentemente confesionales con aquellos en donde vuelve el canto estridente y empalagoso. En los pocos casos en los que Juan Antonio se muestra más vulnerable el poema no sólo se soporta sino que a veces se lee con interés. Por ejemplo en sus reflexiones cotidianas de "Una felicidad libre de euforia". O en la descripción autocontenida de "Cortito Maltés": "no tengo / tiempo para las écfrasis preciosas." En los poemas exacerbados de palabrería flor, el cansancio como lectores se hace enorme ("Momentos de una profecía"). Es curioso que un poeta que pretende impactar en su tono hímnico y preciosista sólo logre algún buen poema cuando serena su mente y su escritura.


Con su tercer libro, "Un ángulo me basta (2002)", verso que el propio poeta explica en un nuevo pequeño prólogo, Juan Antonio entra de lleno en el universo Visor al ganar el premio Generación del 27. El tono reflexivo prima sobre el descriptivo aunque la temática no abandona el amor. Descubrimos a un sujeto poético "desplazado" en misántropo, creíble sino fuera por las numerosas dedicatorias que preceden y suceden (nombres que importan como el mismo Luis Antonio de Villena, Javier Rodríguez Marcos, Jaime Siles, Guillermo Carnero, Juan Carlos Mestre, Vicente Molina Foix, José Manuel Caballero Bonald, María Victoria Atencia, José Infante...). El poema ahora es más corto y menos rebuscado el léxico y la belleza culturalista aunque continua predominando la ortodoxia métrica. En algunos poemas incluso se puede hablar de tono coloquial ("Tomás de Aquino..."), algo impensable en su primer libro. Hasta en las descripciones, como “Capoeira,” el tono es mucho más contenido. Se podría hablar de un cierto acercamiento a la poesía de la experiencia cuando habla de su amigo Fernando González, o comenta un artículo de prensa, o describe ya de manera “normal” a unos snowboarders, la discusión con un constructor, la lectura de un libro de Romilly, etc. Juan Antonio llega a escribir: "Soy lacónico yo que fui locuaz." Sólo alguna excepción, como el léxico y retórica de poemas como "Hermano" o "He detenido el vuelo de las aves", o el ambiente clásico de "Veinticuatro hexámetros" conecta sus libros anteriores con el estilo de éste.


"Selva de fábula (1995-2002)" es el poemario inédito del libro que antecede a "Eros es más". Resulta curiosa la explicación del propio poeta sobre las dos partes del libro, una de ellas muy clásica, muy Cántico y Baena, llamada "Selva" y otra más "directa" en palabras del poeta, lo que coincide con el cambio que hemos apreciado en "Un ángulo me basta" respecto a sus dos primeros libros, y que titula "Antítesis brutal a la selva de fábula". Lo dicho anteriormente respecto a los tres libros se aplica casi en su totalidad a este poemario inédito. Una primera parte de léxico barroco, descripciones cursis, algún soneto clásico y un estilo exagerado digno de carroza recubierta con pan de oro, "oh, álamo de abril". Y una segunda parte más reflexiva y contenida, con varios poemas políticos, que se alejan tanto de la poesía de Juan Antonio que se convierten en los mejores poemas del libro. Quizá por la rabia con la que están escritos, lejos de embellecedores y babas.


"Olímpicas" es un breve poemario publicado en 2005 con el tema del deporte como denominador común. Nos parece un libro menor de Juan Antonio, que trata uno de sus temas preferidos en un estilo intermedio: ni llega al espíritu de Cántico ni tampoco está tan lejos de "Un ángulo me basta". "Eros es más" ya fue comentado en este blog y no merece más comentario salvo que su relectura empeora paulatinamente el libro y hoy su valoración sería inferior. Tras “Eros es más” el poeta ubica varios poemas sueltos sin mayor importancia que el fino olfato que tiene para localizar nuevos nombres propios a los que dedicar poemas.


Antes de realizar la valoración final nos gustaría comentar un par de cosas que no nos han gustado. La más importante para nosotros tiene que ver con la composición del jurado del XIX Premio Loewe que ganó Juan Antonio: Carlos Bousoño, María Victoria Atencia, Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Víctor García de la Concha, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y Guillermo Carnero. A todos ellos, salvo a Víctor García de la Concha y a un Bousoño que ya era honorario, ha dedicado poemas Juan Antonio en esta poesía reunida, y alguno de ellos son buenos amigos. Sí, muy Visor, muy premio Loewe, previsible, todo lo que se quiera, pero no deja de sorprendernos y molestarnos. No hemos analizado ni el premio Generación 27 ni el accésit del Gil de Biedma pero seguro que coincide algún nombre más. También curioso que dedicara en su momento dos poemas a dos antólogos de la época hoy prácticamente olvidados: Isla Correyero y José Luis García Martín.


El otro punto, que parece resuelto en los últimos libros es la dosis de autocomplacencia algo ridícula del sujeto poético en algunos poemas. Un par de ejemplos: "Nuestros cuerpos tienen / 0% de materia grasa"; "Hay otro inconveniente: / yo / soy / no menos fuerte y atractivo."


Las razones para revisar este libro han sido varias pero sobre todo la coincidencia del nombre de Juan Antonio en varias antologías recientes. Como no nos agradan las coincidencias y no habíamos leído, por desfase espacio-temporal, la obra completa de este autor, hemos querido leer para poder opinar. Nuestra conclusión no es positiva. Juan Antonio no es un neoclásico. Es más bien lo que vulgarmente se denomina un "antiguo", adjetivo que sabemos que no le molestará. El mismo escribe que "sólo aspiro a que alguien / en alguna cultura muy antigua / me comprenda." O en otro lugar señala que "su manchado esplendor pide versos antiguos". Juan Antonio es uno más de esos poetas españoles que confunde la estética y la belleza. De ahí surge buena parte de la viscosidad postnovísima que rezuman sus versos. El autor declara que él no inventa. Él escribe lo que ya ha sido escrito y ni siquiera se molesta en darle un nuevo matiz: "Amo la tradición, sueño de un sueño, / y estoy aquí, luchando para cambiarla."


En esa lucha, no por cambiar la tradición sino por cambiar su propio estilo, Juan Antonio parece que sí ha tenido éxito. Pero su éxito nos da un poeta a medio camino de la experiencia, a medio camino de Cántico, en mitad de muchos lugares comunes y por tanto en mitad de la nada. Como versificador no le podemos poner ningún pero. Uno más de los cientos que nos pueblan. Como poeta, ni nos habría interesado cuando comenzó a escribir ni nos puede interesar ahora. El poeta que no aspira a decir nada nuevo en forma o contenido debería dedicarse a ver los juegos olímpicos el mundial de fútbol sin ánimos pindáricos. O eso o Visor. Qué difícil elección.


Valoración de "Del lado del amor. Poesía reunida (1994-2009)": 4 / 10