miércoles, 23 de enero de 2008

Babelia, tercera semana de 2008. Julen Carreño. La inquietud de las estatuas

Hola a todos y todas:

La pasada semana Babelia publicó una sola reseña de poesía. Hubo además una reseña de un libro de artículos de Pablo García Baena.

El libro reseñado tiene por título "La inquietud de las estatuas", lo escribe Julen Carreño y edita Hiperión. El libro fue premio Antonio Carvajal. No tenemos ningún problema con la composición de jurado, salvo que no nos gustan los editores en ellos. Nos imaginamos que las citas de Hölderlin sí le gustarían a Munárriz. Este premio a veces es trampolín en Hiperión para otros más importantes de la casa, así que existe la posibilidad de que sigamos viendo a Carreño en futuros premios Hiperión.

La crítica la realiza Luis Antonio, que como decía nuestra abuela está "hasta en la sopa". Sobre la crítica poco tenemos que decir. De los dos párrafos el primero es un poco biográfico, nos imaginamos que para aprovechar el poco espacio, y en el segundo, tras otra larga introducción general, por fin nos dedica unas palabras al libro. De todo lo que escribe, sólo detenernos un segundo el lo que dice sobre el irracionalismo. Desde luego, el irracionalismo, que según el crítico domina el libro, apenas aparece en el mismo. Así que si alguien va a comprar este libro por su irracionalismo, por favor busque en otro sitio. Y luego cuando habla de irracionalismo fácil, no sabemos si se refiere al del libro, o en general. Si se refiere al del libro, más que fácil habría que hablar de fallido. Y si se refiere en general, al menos pongamos que es tan fácil imaginar como contemplar. Al menos. Lo difícil es hacer buena poesía, sea irracionalista o sea realista.

Respecto a la objetividad, en ambos casos la consideramos elevada, porque se trata de un poeta desconocido para todos.

Comenzamos. El libro de Julen Carreño, en nuestra modesta opinión, tiene muchos de los defectos de la poesía de una persona joven y pocas de las virtudes.

Se nota, en primer lugar y de manera destacada, una falta de estilo propio, así como un intento de imitación de poetas varios en una amalgama dispar. Por la cantidad de citas que tiene el poemario, excesiva, como si el poeta quisiera señalar que ha leído, nos imaginamos que la digestión intelectual está siendo lenta.

Abundan las imágenes fallidas, las metáforas que no evocan y un irracionalismo que nosotros llamaríamos mejor dislocamiento, porque el irracionalismo es algo muy grande y no es lo que escribe este chico.

Como ejemplos de metáforas: "La Memoria es un asiento contable / de Pérdidas y Ganancias"; "esas manos / violentadas de raíces / que se empeñan en fingir atardeceres": "El niño perdido llora su invalidez / mientras escruta las faldas del paseo, / como quien demanda un probador vacante".

Como ejemplos de dislocamiento: "Por la noche acechan cuervos de ceniza las copas"; "algún perro apóstata muerto"; "soy / una tortuga panza arriba; el eructo / demandante de un sapo"; "Que somos fetos de sátiras inaptas"

A veces el poeta utiliza un estilo visionario, pretencioso, que resulta desalentador, como si el visionario trabajara en realidad en una línea telefónica de lectura de tarot: "He visto volar a una cometa / como el fantasma que arrastra sus cadenas".

También hay multiples referencias culturalistas en varios poemas, denotando que el poeta sigue no tiene claro el terreno en el que anda, y va tanteando todos los estilos que puede.

En otros poemas, el poeta trata de situarnos en un plano más expresionista, pero su exceso y su falta de freno, hace que el estilo que resulta sea más bien el de un cierto patetismo, o agonismo , como diría Ángel Luis. Ejemplos: "Un viejo / abraza el mastil que le empala"; "como un muerto que engulle carne muerta"; "aquel estadio de sangre en las paredes/ goteando en círculos perfectos"; "dócil como un gato en la cuneta"

Otro de los terrenos que trata de pisar el poeta, también con poca fortuna, es la poesía social, con poemas como "Para encontrar". El melting pot, las ganas de meterle al poema todo lo que le cabe hasta ahogarlo, terminan matando al poema.

En otros, parece que el poeta intenta una poesía aparentemente humorística, para nosotros fallida. Por ejemplo, este poema completo: "El viento adúltero / y las bolsas del parque / bailan un tango". O en el siguiente: "Que de niños nos enseñen a atarnos / los cordones / lo encuentro una broma de mal gusto / en un mundo que calza mocasines"; "Me temo / que este gel con extracto de kiwi / no burla el hedor de mi conciencia", o este poema que hasta tiene su lado machista: "Cuando por fin me decido a quererte / tú vas / y te desnudas sin que te lo pida".

Algunos poemas tratan de terminar con un pequeño fuego artificial, que no termina de funcionar. Ejemplos: "Las ratas" o "Aquellas Mentes". Y en momentos, introduce tecnicismos como "Piensas en" o algunos términos económicos que salpican el libro sin aportar nada claro.

El poeta, por el lado positivo, se mueve mejor en la poesía figurativa y confesional, a veces casi con aspecto de diario ("Leía a Poe en el porche trastornado..."). Se nota que le surge de manera natural, como le sale una ironía a veces acertada. En este sentido destaca el poema "Al prostíbulo añil de garganta". También destaca algún poema en el que hace una cierta referencia a la alienación del hombre, como "Después de atarnos", con una referencia a Dámaso.

También están por encima de la media del libro los poemas con algún contenido religioso. Al parecer, no estamos seguros, el autor ha estudiado derecho en la Universidad de Navarra y la experiencia se nota. Algunos poemas como "El árbol de Judas" tratan lo religioso con una ironía que es de agradecer. En otro poema de contenido religioso, quizás el pensamiento más lúcido del libro: (rezamos por la resurrección / y aún / no hemos desclavado al Cristo). En otros, sin ironía, el poeta también sale bien parado, como en el poema de corte confesional "Cierro los ojos".

Hay algún acierto poético, por supuesto: "Como si el agua pudiera llevarseme / no sé, el nombre /a la bañera de otro resucitado".

Pero el tono general es el de un poeta en estado todavía muy embrionario, sin un estilo propio, a veces con talento, pero la mayoría de las veces sin él. Resulta extraño que el poeta haya publicado a su edad tres poemarios. Quizás el autor debería de reflexionar y pararse un poco antes de sacar un nuevo libro. La historia de la poesía está llena de grandes poetas cuya obra de toda una vida cabe en un libro de 200 páginas, o incluso menos. No hay prisa. Hay que asimilar tanta lectura. E incluso releer.

Valoración del libro "La inquietud de las estatuas", de Julen Carreño: 4 / 10