sábado, 26 de enero de 2008

El Cultural y Babelia, 4ª semana de enero, 2008. Secretos de poesía: Diarios indios, de Chantal Maillard, por Ander

Queridos amigos y amigas:

Ya hablamos en 2007 que a lo largo de 2008 trataríamos de introducir novedades, en la medida de nuestras posibilidades.

En este sentido, 2008 es un año en el que queremos profundizar en la crítica a libros que, por las razones que sean (editoriales pequeñas, distribución, saturación editorial...) hayan pasado desapercibidos a pesar de tener una enorme calidad. Esa fue la principal razón para crear los premios a mejores poemarios de 2007. Y en la medida en que contemos con vuestra colaboración y con la de los editores para valorar las novedades de 2008, haremos reseñas de libros que tengan una valoración muy positiva por nuestra parte y que hayan pasado desapercibidos.

En el caso de esta semana, el ejemplo es muy especial. Para empezar, se trata de un libro de una autora muy conocida editado por una editorial de prestigio y de buena distribución. Y además no es un libro de poesía estrictamente hablando. Es un libro inclasificable. Pero creíamos que era una oportunidad inaugurar esta sección, que hemos llamado "Secretos de poesía", con un libro de la calidad de Diarios Indios, de Chantal Maillard.

Como aspecto más novedoso, si cabe, la crítica la realiza uno de nuestros lectores, Ander, que sabe de filosofía muchísimo más que el colectivo en su conjunto. Entre las variadas ventajas que tiene la aniquilación del yo cuando se forma un colectivo está la ausencia de celos o envidias por la brillantez de los demás. La crítica de Ander es brillante e inaugura una etapa en la que de vez en cuando entrarán nuestros lectores para hacer reseñas.

Antes de eso, hacemos un breve repaso por las reseñas de El Cultural y de Babelia, que esta semana no han venido cargadas de novedades en cuanto a nombres.

El Cultural ofrece en primicia unos poemas inéditos de Camilo José Cela que son una prueba palpable de lo que decíamos hace una semana. Pocos son los genios poéticos a los 20 años y desde luego Camilo no era uno de ellos. Una puerta a la esperanza para aquellos que sueñan con el Nobel.

La reseña de la semana va dedicada a Rubén Darío, en una reedición de su poesía completa editada por Galaxia Gutenberg. Poco o nada queda por decir sobre la poesía de Rubén y sobre la enorme influencia que ejerció sobre poetas clave españoles. En la reseña, Antonio Colinas tira para casa y resalta los aspectos más rítmicos de la poesía del nicaragüense. Dice Antonio que "el ritmo es la condición fundamental del verso verdadero", cuando la condición fundamental debería ser la propia poesía, de la que el ritmo, o también la arritmia señor Colinas, es una característica más. Y si algo tienen los versos de Rubén Darío es poesía por todos los lados. Quizás algunos de sus poemas envejecen mal con el tiempo por su excesivo rebuscamiento léxico, falta de naturalidad y obsesión por un determinado canon de belleza. Pero, en general, creemos que es un poeta que se quedará en la historia tanto por su poesía como por su influencia.

Respecto a Babelia, comienza con un extenso artículo sobre Juan Gelmán que incluye algunos poemas inéditos, un buen artículo de su mentor para la obtención del Cervantes del pasado año, Antonio Gamoneda, y un sonrojante artículo de publicidad a Visor del Loewe Luis García Montero titulado "Palabra de honor" que es como Visor va a denominar a una nueva colección de poesía para celebrar su 40 cumpleaños. Como dice con toda subjetividad Luis, "conviene celebrar los milagros laicos". Y de milagro habría que calificar el protagonismo de algunos poetas salidos de esa cantera si comparamos su presencia con su calidad poética. Por cierto, ¿habrán reparado en que palabra de honor es un tipo de escote?.

En cuanto a las reseñas, hay una breve reseña de Ángel Luis Prieto de Paula a dos libros de aforismos de Juan Ramón Jiménez, uno publicado por Visor y otro por Comares (La Veleta es el nombre de la colección, señores de Babelia). Sólo en 2006 se habían publicado otros dos libros sobre los aforismos de Juan Ramón, uno por Ediciones Beta III Milenio y otro por la Fundación de cultura Luis Ortega Brú. De los aproximadamente 4000 aforismos que contiene la "ideolojía" ambos libros realizan una selección de los más conocidos. Como en el caso de Rubén Darío, poco podemos añadir a la figura de Juan Ramón, cuya poesía ha envejecido mejor que la de Rubén por su sobriedad y, esto sí es un milagro, su lirismo. Cualquiera de las ediciones, como casi todo lo escribió este señor, es necesaria e imprescindible. Sobre la crítica de Ángel Luis, continua aumentando el número de cuñas de lo que comienza a ser un cierto fundamentalismo estético, en el que dentro de nada, conforme lo vaya estrechando más y más, no van a caber ni siquiera su poetas favoritos. Desconcertante e innecesario.

Hay, finalmente, una crítica de Luis Antonio a dos libros relacionados con la poesía beat. Uno de ellos ya fue reseñado hace tiempo en este blog. Es el "Libro de Jaikus" de Jack Kerouac. En realidad, la única referencia al libro está en el título porque luego Luis Antonio nos habla de Kerouac y nos deja tres líneas de crítica en las que dice "simpático o monótono". Se nos hace difícil conjugar ambas cosas pero nosotros tan sólo somos criaturas terrenales.

Dice Luis Antonio que "mucho más variado de forma", evidentemente porque no es un libro de haikus, es la antología de Jesús Aguado "No pasa nada. Los beat y oriente", editado por Amelia Romero editora, en su colección de El Bardo (de nuevo se confunde una colección con el nombre de la editorial...). La antología está basada en la antología de Carole Tonkinson "Big sky mind: buddhism and the beat generation". Jesús Aguado tiene dos antologías magníficas y muy recomendables sobre poesía hindú, gracias al profundo conocimiento que tiene sobre el subcontinente. Quizás esta antología aporta menos que otras del autor, en tanto que el número de antologías sobre la generación beat comienza a ser incalculable. Es posible que la mayor originalidad de la antología sea utilizar el nexo común del budismo y del orientalismo. Desde el punto de vista poético, muchos poemas ya habían sido publicados en otras ediciones y algunos quizás no habían sido editados por una calidad poética dudosa para nuestro particular gusto. Ya hemos hablado otras veces en este blog sobre la generación beat y nuestro postura, a nivel general, es que sus vidas resultan mucho más interesantes que su obra poética. Pero para lectores amantes de este generación y nostálgicos, sin duda el libro contiene una buena selección de poetas, en especial interesante por aquellos menos traducidos.

Y ya sin más dilación, inauguramos nuestra sección "Secretos de poesía" con la crítica de Ander a Diarios Indios:

Diarios indios (Pre-Textos, 2005), de Chantal Maillard, es la segunda entrega de lo que se ha configurado como una especie de trilogía involuntaria: ubicado entre Filosofía en los días críticos (2001) y Husos. Notas al margen (2007), tiene sin embargo la singularidad de aparecer como una especie de isla en la obra de la poeta y ensayista. A diferencia de los otros dos, Diarios indios no ha sido el germen de ningún poemario; Filosofía en los días críticos es la fuente indirecta de Lógica borrosa y Husos el crisol del que emerge, transfigurado, el poemario Hilos. Por lo tanto, Diarios indios no tiene un espejo poético en que mirarse y queda como discurso autocontenido, sin puntos de fuga, y sin embargo se inserta en un proceso de depuración estilística radical, que desde la “prolijidad” de Filosofía en los días críticos desemboca en la aspereza y la ruptura del lenguaje en Husos y su posterior declinación poética.

A su vez, Diarios indios está compuesto por tres cuadernos que dan cuenta de otros tantos viajes a la india: “Jaisalmer” (1992), “Bangalore” (1996) y “Benarés” (1999) fraguan, así, tres estancias en otras tantas ciudades del subcontinente indio.
Podríamos definir esta obra singular, extraña e inclasificable, como un “diario de viajes filosófico” que entroncaría vagamente con la genealogía del Michaux de Un bárbaro en Asia o el Bruce Chatwin de Los trazos de la canción. Sin embargo, Maillard se aleja de la distanciada ironía del primero y del análisis de los mitos del segundo. Y avisa en el prólogo: “Los cuadernos que componen este libro no son crónicas de viaje. Tampoco son el resultado de un experimento antropológico, ni mucho menos se proponen fomentar una espiritualidad exótica. Dan cuenta tan sólo de un punto de vista, o más bien de un punto de estar, un punto en el que estarse para, desde la mayor extrañeza, atemperar el juicio que precede, siempre, a la experiencia, y procurarle a la mirada, dentro de lo posible, un medio de neutralidad”.

Nos encontramos ante un proceso de introspección consagrado a revelar los mecanismos mentales, sus trampas, su ambigüedad esencial. Este proceso tropieza, en primer lugar, con la conciencia del deseo, deseo que ha de entenderse no sólo como apego a las formas mudables del mundo fenoménico, sino como adhesión incondicional al “yo” que, ilusoriamente, nos conforma. A continuación, encuentra la siguiente objeción: ¿cómo observar al yo que observa? ¿No sería necesario otro yo que observara al primero, y luego un tercer yo para observar al segundo, y así ad nauseam? La autora sortea parcialmente esa hipotética refutación de su método en los siguientes términos: “Identificarse con los propios estados mentales es la condición natural del ser humano; observarlos no es propio de esa condición, es el resultado de un entrenamiento, algo así como un ejercicio de esquizofrenia controlada. La escritura de mis “diarios” no es sino el testimonio de una voluntad comprometida en ese empeño; son una obra en marcha que terminará al tiempo que mi capacidad de observarme y dar cuenta de ello”.

No hay, por lo tanto, una instancia o conciencia superior que englobe estratos inferiores, sino una íntima escisión, una frontera antinatural y premeditada.
Ese proceso no impugna la presencia acuciante, a veces visceral, del mundo exterior, que en “Jaisalmer” se ofrece como extrañamiento, en “Bangalore” provoca una reacción de rabia y en “Benarés” se refleja con una especie de ecuanimidad. Por ello, el estilo cambia de un cuaderno a otro: expectante en el primero, deja paso a letanía en el segundo y se sumerge en la contemplación distante en el tercero.

En “Jaisalmer”, primer viaje, la autora renuncia al eros y toma partido por el thanatos, no necesariamente negativo como lo ha lastrado el pensamiento occidental. El thanatos facilita el extrañamiento, la mirada volcada en el umbral de la conciencia, a punto de quebrarse, de extralimitarse… pero queda, pese a todo, dentro de sí misma:

“El tiempo de las cosas se mide por su sombra, y sólo el que no tiene sombra es eterno. El desierto, por eso, es eterno. Con el sol en el cenit un hombre pierde su sombra. Puede decirse que entonces se le otorga la posibilidad de estar en su propio centro, de no distinguirse de sí mismo. Por un instante, es un iluminado. Pero a luz le gusta jugar en la llanura. Basta que aquel hombre levante un brazo: hallará su sombra debajo. Cualquier movimiento lo habrá de delatar. Basta con que quiera verse a sí mismo y comprobar la ausencia de su sombra: aparecerá la huella de su rostro a sus pies. Nadie puede estar iluminado y verse a sí mismo. El ser y el conocer no pueden ser simultáneos si existe una llanura o una línea de horizonte. Ser y conocer simultáneamente sólo es posible en el vacío porque en el vacío no hay nadie”.

“Bangalore” asume el aprendizaje de la compasión como una tarea primordial en el camino. Para llegar a uno mismo, es menester llegar primero a los demás, dar el rodeo por el otro para descubrirnos mejor. Como señala la autora, no se trata de la compasión cristiana; es un sentimiento que tiene que ver con cierta fiereza primordial, desprovista de cualquier idea ética o imperativo categórico.
El mundo sigue ahí:

“Violaron a una niña inglesa, anoche, en Bangalore. A él, le mataron. Dicen que fue casualidad, que no estaban juntos, que sus almas se habían separado mucho antes. Pero no lo creo. Yo los vi, a ambos, cruzando la tarde, ayer, ella sosteniendo una pereza azul en su vientre; él, unos anteojos dorados. Tan sólo los separaba la tela de algodón transparente que cubría sin ocultarla la estela de su cuerpo.
No fue causalidad, fue aquella blancura del tejido. Hay veces que la vida no soporta tanta blancura”.

“Benarés”, cronológicamente el último cuaderno, está dividido en dos partes. “48 ghats” traza un itinerario por las escalinatas que bajan al Ganges. En cada una de ellas, la observadora se detiene y nos hace partícipes de sus impresiones. Asombra el modo en que se deslastra de los prejuicios de la sentimentalidad occidental: todo es observado con la imparcialidad de quien contempla un mundo cuyas fuerzas precipitadas, que en Occidente rápidamente asimilamos al bien o al mal, no provocan la respuesta moral automática y preconcebida con la que nos defendemos de lo ajeno en virtud de una inmunología preventiva meticulosamente inoculada. Los niños vuelan las cometas, los ascetas amasan boñigas, la perra negra se alimenta de fetos en el Ganges… el observador no siente horror ante ello, no juzga: todos los estímulos han quedado igualados por una mirada ecuánime, que contempla sin perplejidad las mudanzas del mundo:

“La perra negra es especialista en fetos. Tiene tiña como casi todos los perros de Benarés, pero sabe como ninguno rastrear los fetos hinchados que las aguas devuelven a la orilla. Aquí está. Empieza por el cerebro. Una joven japonesa se acerca a la escena, se pone la cámara en la cara. Duda. No se atreve a disparar. Los intestinos ya se escapan por el cuello derramándose entre las guirnaldas amarillas y las bolsas de plástico que se estancan en el ghat y un olor nauseabundo corre como una brisa rozando el papel en el que escribo. El suelo de piedra ya cobra el tono rosa de la sangre aguada. La perra se relame. Da unos pasos a lo largo del ghat y vuelve al festín que ya es un tronco abierto por la espalda. Tres niños juegan a sumergir guirnaldas a su lado. La perra cumple con el cielo, restituye la carne a otra carne, lo impuro a lo impuro, devuelve a la totalidad la parte que le corresponde. Ya no puede reconocerse a qué ha pertenecido el trozo de carne que bambolea entre la pata derecha del animal y su hocico. El sol se está poniendo despacio en los escalones. Los niños juegan”.

Las respuestas automáticas de rechazo y repugnancia quedan desactivadas y la mirada emerge liberada. Ha sido desnudada hasta el tuétano y, acantilada, está dispuesta a invertir su dirección. “Diario de Benarés”, segunda parte de “Benarés” y conclusión del libro, “describe el itinerario de una conciencia observadora que acaba siendo objeto de su propia observación”. Para ello, se despoja de todo sentimiento y todo deseo, se aquieta, se remansa, se vuelca en el ahora. La descripción del proceso se acompaña con una reflexión profunda sobre la naturaleza del deseo, sobre cómo éste engendra la multiplicidad, la diferencia, la escisión y, a la postre, se erige en motor genesiaco de toda divinidad. Lo cual lleva a la autora a gritar: “¡Muéstrame tu dios y te diré cuál es el color de tu miedo!”. Sigue un ataque frontal a las religiones y a las servidumbres que las propician, pues los seres humanos “tienen poca fuerza para la orfandad”. Y caen las máscaras: “Jehová: uno de los dioses que ocupan la parte superior izquierda del mandala tántrico. El error: confundir a uno de los devas (dioses) con el Absoluto. El dios de los judíos: un deva vengativo en guerra contra los asuras (demonios). Un dios que necesita la ayuda de los hombres: ellos son su alimento. Al rezarle le dan su fuerza, le entregan su energía. Los dioses se alimentan de las preces de sus “fieles”” […] El error del hebraísmo: hacer de uno (de los dioses) el Uno. El error de Cristo: asumir el hebraísmo. El error de muchos cristianos: confundir a Jehová con el Dios del Cristo o, incluso, con la síntesis última del racionalismo”.

El proceso de escisión es tal que incluso genera paradojas o poéticas de la percepción:
“Me apuntaron a mí, pero ahí donde llegó el dardo no había nadie.
¿O sí lo había?
Yo acechaba, detrás del árbol.
Vi algo caer.”

De regreso del viaje, parece que el umbral que define ambas conciencias –la conciencia y la conciencia observadora– vuelve a espesarse y a investirse de la ceguera que rige nuestra vida. A tientas se vuelve de otro mundo, de un mundo radicalmente ajeno que sirvió de excusa para una íntima ordalía, y acaso para una derrota, no menos secreta.

Uno de los últimos párrafos revela que persiste el deseo de protección, que quizá la mirada que pretendió desencarnarse ha fracasado y naufraga en la orfandad, en la niñez que denunciaba:

“Por haber sufrido, tal vez, o inmerecidamente me concedieron un ángel (es una manera de decir; todo es una manera de decir).

Cuando un ángel cae, al principio sufre porque no sabe nada salvo la tarea encomendada. Después, poco a poco va recuperando la visión y el poder. Cuando lo recupera del todo, entonces se va. Dicen que ha muerto, pero no: es que le han vuelto a crecer las alas.

No estoy lista aún para que recuperes del todo la visión. ¿No ves cuánta confusión anida todavía en mi pecho, que me hace confundir, como por necesidad, el objeto al que la llama se dirige con el propio fuego?”.

Y ya el libro deja a esa escritura, muy limpia y despojada de ornamentos, al borde del abismo del lenguaje: en Husos ya no habrá que limpiar el verbo, sino dinamitarlo, romper las cadenas lógicas de sentido y los ensamblajes predecibles que dan cuenta del mundo.

¿Qué ocurre con el poema si cae desde un sexto piso?
Pero esto es otra historia.

52 comentarios:

Anónimo dijo...

Se echa de menos el libro de Haikus de Andrés Neuman que, aunque catalogado como 'novela', es buena poesía...

Anónimo dijo...

Ander, estás hecho un hacha, campeón. Vaya con los euskaldunes, qué nivel. Enhorabuena por la crítica.

Me deja un poco con los pelos de punta algunas de las cosas que escribe Chantal. Por su crudeza. Necesito leer el libro para salir del desconcierto.

Y sobre Rubén y JRJ, y me importa un rábano la nacionalidad, JRJ mil veces. Tiene un don que sólo tienen los dioses: la atemporalidad.

Bueno que son las 6am y vengo perjudicada. A sobar, amores. Besitos

Anónimo dijo...

¡Ana, maravilloso eufemismo, venir perjudicado a las 6 de la mañana! :)

El País parece que se desquita un poco estas últimas semanas por su abandono de la poesía, claro que sería deseable cierta continuidad, no un silencio interrumpido por la alharaca que comprensiblemente genera un premio Cervantes.

Buen trabajo, Ander. A mí el libro, como dije en otra entrada, me gusta mucho, y lo recomiendo sin reservas, como el resto de los que la autora tiene en Pre-textos en la colección de ensayo filosófico. Me gusta, en concreto, de "Diarios indios" su sobriedad: en apenas 100páginas hay más de doce años de experiencia condensada.
Como casualidad, habéis citado las antologías de Jesús Aguado, y precisamente aparece su nombre en los agradecimientos de los diarios indios.

Respecto a lo que dice anónima, mejor que lea primero el libro. Decir que la postura de la autora es inmoral sin haber leído el libro me parece insólito, así como pretender reducir el asunto a un tema de pedagogía y enseñanza infantil. Está claro que la autora siente horror ante esa realidad de miseria, pero en otro nivel personal, no en ese nivel de la escritura, que no pretende mostrar o recreare en lo real, sino ofrecer un testimonio de unos procesos mentales.
Es una escritura demasiado libre y que muchos no van a entender. Los prejuicios que nos atan son muchos, anónima, y en tu mensaje hay unos cuantos. Te invito a que leas el libro y dejes al lado consideraciones sobre moralidad e inmoralidad que no tienen nada que ver con el asunto.

¿Y mi querida Helena donde está? Espero que no se haya "perjudicado" también ;)

Anónimo dijo...

Saludos, anónima:

En primer lugar, he de reconocer que quedo perplejo ante tu entrada. Realizas afirmaciones y juicios de valor (frialdad, inmoralidad) desde un absoluto apriorismo y sin conocer el texto. Creo, de verdad, sinceramente, y no te sientas ofendida, que primero conviene leer el libro y luego discutirlo, y tener presente que, en este caso, toda malinterpretación es imputable al “crítico” –que es, como veis, bastante amateur- y no, desde luego, al libro en cuestión.
Hablar de la “educación” de los niños y de la necesidad de reforma social es algo que ya hacen otros autores y para los que existen las ONGs (con resultados paupérrimos, como sabemos). Sentirse horrorizado ante una realidad de miseria es algo común a cualquiera con un poco de sensibilidad. En el prólogo a Benarés y en el prólogo general del libro ya se insinúa lo terrible que a la autora, como persona además de rotunda filiación política de izquierdas, le parece esa realidad social. Si pretendiera dar fe de una realidad para modificarla, habría escrito otro libro, pero aquí no se trata de reformar las desigualdades, sino de dar cuenta de un viaje interior, que no es otra cosa que lo que en el fondo hacen los poetas. La poesía social o la visión social de la realidad están muy bien, tienen su espacio y sus méritos, pero hay gente que hace otra cosa, y no por ello hemos de acusarlos de inmoralidad, cuando su postura ideológica y su apuesta personal es, claramente y en ese sentido, moral. Definir el texto como “inmoral” me parece muy grave e injusto. Es sesgar el contenido y atrincherarnos en una parcela exegética sin salida, en una vía muerta, en lugar de explorar la riqueza de las propuestas del texto.
Por lo tanto, me parece que reducir un libro así a un mero testimonio de una realidad que hay que cambiar es empobrecedor y reduccionista.
Mencionas contradicciones respecto a la compasión. Quizá no me he expresado bien y la contradicción es atribuible a mi impericia. En el texto, de una absoluta coherencia filosófica, no existe contradicción alguna. La autora rechaza la compasión cristina y defiende otra compasión, que tiene que ver con la rabia y no, como señala en el prólogo, “con el enternecimiento de la burguesía cristiana”. Es ese enternecimiento el que forja la compasión típicamente occidental que todos conocemos y al que la autora no se apunta.
Criticar una obra por su supuesta frialdad me parece un juicio de valor subjetivo. Esa frialdad aparente se debe, seguramente, a la selección de los fragmentos. El texto no me dejó impresión de frialdad, todo lo contrario: es luminoso e incluso tierno en sus descripciones de la vida cotidiana. Además, no me parece un criterio de juicio crítico válido: ¿criticaríamos la “frialdad” de Valente, de Michaux, de Beckett como algo que menoscaba su obra?
Por otra parte, es, evidentemente, una escritura que se aleja de cualquier sentimentalidad convencional, estereotipada, porque es lo que requiere ese voluntario método de introspección. Si confundimos esa negación de la sentimentalidad con frialdad lo que falla es nuestra mirada, no el texto.
En cuanto a la “vida vegetal”, jamás pensé que el budismo, taoísmo, hinduismo, que abogan por la contemplación activa, pudieran merecer el adjetivo “vegetal”. Al contrario, es una conciencia que bulle, que propicia un vuelco en la vida. Tampoco creo que los grandes paladines de la mística occidental, un Böehme, un Eckhart, un Angelus Silesius, se limitaran a vegetar en su meditación; hay en ellos mucho fuego combativo y más escepticismo del que en principio nos da a entender su fe.
En resumen, reitero mi perplejidad por una crítica tan apresurada y sumaria, máxime cuando no se ha leído el texto. Mi querida anónima, en serio, creo que te has precipitado en juzgar y condenar a priori. Juzgar antes de intentar comprender. Tampoco parece que veas ninguna virtud en los fragmentos seleccionados, y esto me inhibe y me entristece un poco, porque lo he hecho con mucho cariño y a petición de Addison, no ha sido idea mía. Hacer pública una adhesión tan incondicional como ésta tiene algo de impúdico; no habría vencido esa timidez sin la generosidad y el aliento de Addison.
Por último, decir que el libro no necesita una defensa numantina como la mía. Quien necesite una defensa de los diarios de Chantal, un improbable “certificado de calidad”, la puede encontrar en José Luis Pardo, persona cuya integridad intelectual no necesita comentario, y que ha presentado algunos libros de la autora (en concreto, asistí a la presentación de Filosofía en los días críticos). Pero el texto se defiende muy bien solo, y ahí está para quien quiera ir a él. Sólo pretendía una invitación a la lectura, no un debate sobre moral. Insisto, anónima: esa visión moral está en la autora, está en el libro, pero no es el objetivo último del mismo, que apunta en otra dirección. Considerar inmoral a un libro que no se ha leído o a una persona que no se conoce es resignarse al móvil más pobre y resulta, cuando menos, sorprendente.
Corren tiempos de cruzadas en todos los ámbitos. La cultura no escapa, por desgracia, al sentimiento del combate y la alerta permanente. Me asombra la suspicacia preventiva con la que se abordan ciertas obras que han sido creadas desde la absoluta sinceridad y coherencia intelectual y emocional. Quizá esa sinceridad radical nos da uno poco de miedo, nos hace defendernos contra algo, no sé cuál pueda ser la causa de ello. Pienso en la embestida de una Ainhoa, que se permitió despachar a Maillard con un par de epítetos fulminantes: creo que ahí ella se estaba defendiendo de algo, de una mirada que no comprendía, que escapa a la taxativa categorización de su universo. Siempre que se arremete contra algo, en el fondo estamos expresando otra cosa; la incomprensión puede revelar una carencia, y quizá nuestro orgullo nos impide reconocerlo (estas consideraciones no van por ti, anónima, no te des por aludida, te lo ruego, y te agradezco de veras tu comentario).
En definitiva, yo no gano nada con esto, ni soy poeta ni escritor, ni quiero hacerle publicidad a Pre-textos. Todo el mundillo literario, sembrado de mezquindades y odios tribales, de premios amañados, servidumbres y “holocaustos”, me es ajeno. Toda esta bilis me hace daño. Prefiero quedarme con los libros que me emocionan, simplemente. Tan sólo amo algunos textos, me despeño en ellos y los hago míos hasta el punto de que me duele que se los ataque, y más si es un ataque basado en el desconocimiento de la propia letra impresa o, como ocurre a veces, en la falta de empatía, necesaria para alcanzar un estado de “gracia” o comunión con el texto. No he conseguido distanciarme lo suficiente de lo que me gusta como para resultar inmune a esas críticas lapidarias, y pido disculpas por ello. También por el poso de amargura que puedan destilar estas palabras.
Y esta es mi última intervención en este hilo, porque no tengo espíritu de polemista, no sé discutir ni quiero hacerlo, además de que me hace daño porque enseguida todo se vuelve muy agresivo y yo en ese caldo de cultivo me desoriento y no sé moverme.
Todas las opiniones son igual de válidas y que quede claro que, pese al énfasis de mis palabra, no creo tener la razón ni la verdad. Es sólo una opinión más. Perfectamente refutable. Pero ciñámonos al texto, por favor, y no imaginemos sin conocer.
Y sin más, a quien le apetezca leer algo diferente, que se anime con ese libro inclasificable y, a mi juicio, apasionante.
Y gracias a Addison por su petición para escribir esta imperfecta reseña, por sus ánimos y su cariño.
Saludos y seguimos por aquí.

Anónimo dijo...

Me encanta este blog. La gente se expresa con vehemencia y es políticamente incorrecta. Sólo le falta un poco de sexo y de realidad para ser perfecto.

Anonimito, estaba durmiendo la gran mona. Soy una perezosa imposible, y las resacas me afectan profundamente. Admiro a gente como Ana que llega a las 6 de la mañana y se pone a escribir en el blog.

Yo no me voy a meter en la polémica porque no he leído el libro, aunque también lo voy a leer. Iré esta tarde no sea que mañana ya no queden ejemplares :p.

Como soy muy diplomática, entiendo la postura de ambas partes aunque no veo la posibilidad de reconciliarlas dado mi precario estado actual.

Entiendo que Anónima vive el tema como personal porque ha estado currando allí al pie del cañón y probablemente tiene una visión terrible y muy "tocada" de lo que debe haber visto. Yo que he sido una simple turista de sólo 2 meses en India, incluyendo los tres sitios que menciona Chantal (aunque me gusta más el nombre de Varanasi que Benarés), reconozco que la India me sorprendió y me aterrorizó a veces, y he estado en sitios muy complicados.

Pero también comprendo la postura de Ander. Primero, muy buena crítica. Segundo, a mi también me gusta mucho Chantal como poeta y escritora. No creo que sea una persona de ideas amorales o inmorales, aunque comprendo que para alguien que dedica parte de su vida, o su totalidad, a los demás, nosotros, pequeñitos o grandes burgueses, tenemos una actitud vital, al menos en mi hedonista caso, inmoral desde el momento que preferimos, o prefiero por no generalizar, pensar que no se puede hacer nada para ayudar a esa gente.

Además, entiendo que los escritores no tienen por qué ser héroes. De hecho el mundo está lleno de buenos escritores, o artistas, que podrían ser catalogados hasta de malas personas. Yo, desde luego, escribo y no me considero buena persona. No tengo los ovarios para, por ejemplo, dejarlo todo e irme a Calcuta a limpiar a los enfermos de cólera y darles de comer. De hecho, me está entrando cargo de conciencia, joder. Los artistas somos muy egoístas, en general. O al menos los que conozco bien, como yo misma. Anónima, como su nick indica, es una heroína "anónima", y un ejemplo de valor, pero no puede pretender que todos estemos a su altura. Si no, muy pocos nos libraríamos del calificativo de "inmoral".

Chantal, sinceramente, no creo que sea una persona inmoral. Seguro que en su mirada, aunque sea distinta a la mía, había una enorme conmoción al observar lo que pasaba ante sus ojos.

Leeré con emoción el libro. Por cierto, me parece una idea magnífica la nueva sección de "Secretos de poesía". Y me encanta el nombre. Y si encima lo comparamos con "Palabra de honor", ya ni te cuento. Parece una broma pesada, o de humor macabro, de Visor y sus omnipresentes acólitos. Qué coñazo dais, queridos.

Y también me encanta que de vez en cuando participen lectores del blog. Le da mayor riqueza.

En fin, que estoy contenta, con cargo de conciencia, pero moderadamente contenta. Que le vamos a hacer :))

Anónimo dijo...

Magnífica reseña, Ander. La mejor que he leído de "Diarios indios". Chapeu. Brillante.

Yo, que sí he leído el libro, no puede menos que sorprenderme ante ciertas afirmaciones. Si valoráramos todas las obras artísticas bajo el criterio moral de anónima, aquí no se libraba nadie de la hoguera. Recomendaría a Anónima, con quién otras veces he estado de acuerdo, que extienda su generosidad al conjunto de la humanidad y no sólo a unos pocos. Suficiente por mi parte sobre el tema.

Recomiendo el libro como uno de los mejores libros que he leído en los últimos años. Su carácter inclasificable por su enorme riqueza, la poesía que brota de manera involuntaria, su sabiduría, su fuerza moral precisamente, su capacidad de observación y un lenguaje preciso e intenso hacen que sea un libro esencial y un digno iniciador de vuestra nueva serie. Lo que el otro día decía anonimito: buscadores de pepitas de oro.

Habéis comenzado con una onza de muchísimos kilates. Felicito a Ander y a los Addison por la brillante ejecución y por la generosa idea.

Anónimo dijo...

¡Helena, nos traes la luz entre las tinieblas!

Perezosa y todo, yo te quiero bien, que lo sepas :)

A ver: creo que Helena ha sido muy sensata y ha puesto el dedo en la llaga. Nada que añadir a esas palabras que me han parecido maravillosas.

En la vida cada uno hace lo que puede, o sigue su destino, no sé. Algunos ayudan, y eso es encomiable; otros construyen un mundo con palabras, y eso también lo es. Provoca cargo de conciencia no estar más ahí, no ayudar más, esto es cierto. Pero también un escritor con su palabra puedes despertar conciencias, es otro trabajo el que hace, pero a la larga también es útil, seguro.

Pero no creo que sea el tema del libro ni la propuesta comentada por Ander. Creo que anónima se ha salido por la tangente y ha desvirtuado el asunto. Yo sí he leído el libro y hay una conciencia brutal del dolor ajeno, sobre todo en los niños, en ancianos que mueren abandonados. Hay también una conciencia de la impotencia y la necedad, e incluso el ridículo, de quien observa esa miseria y no hace nada. ESto es tan obvio que no hacía falta ni decirlo, y el tema, como señala ander, es otro, o el mismo, pero abordado desde otra óptica.

Nadie ha atacado o denigrado el trabajo y sacrificio de los voluntarios ni de las asociaciones cristianas que trabajan para ayudar a la gente. por dios, anónima, no saques las cosas de quicio. Y no me ha gustado que acuses a alguien de no "haber estado tres años viendo esa cruda realidad". no es de buen tono reprochar a nadie que no sea capaz de abandonarlo todo y entregarse al servicio a los demás. Es una actitud poco elegante, anónima.

La alusión al turismo literario e intelectual me parece que está de más.

Tu estilo en general es muy duro, anónima, pero vaya, cada cuál es como es. Yo también enloquezco los días de luna llena. ;)

A ver: me paso a mi mismoa el escáner a ver si pasará este mensaje la censura. Yo creo que sí. Además ya tengo dicho que cuando me desmadre me pasen la tijera, juassss.

Anónimo dijo...

Bueno, cuando todo el mundo está de acuerdo en algo, todavía me queda un resquicio de lucidez para pensar que será por culpa mía. Quizás me he pasado, chicos. Sin quizás. Lo siento y pido disculpas a Ander y a los Addison y a todos los demás si he dicho cosas que han podido herir.

Realmente estoy pasando por un momento personal muy complicado, tuve una experiencia intensa y muy difícil en India y he hecho una lectura muy negativa del libro y de la autora cuando ni siquiera lo he leído. No es la luna llena, anonimito, que ni siquiera está llena. Ojalá fuera eso.

Lo siento. No me cuesta nada pedir perdón si creo que me equivocado.

Perdón.

Anónimo dijo...

¿Ves como eres una heroína, tía?. Hasta pides perdón. Eso no lo hace nadie.

Por si quieres hablar con una colega de blog, le paso mi número de teléfono a los Witt por si te apetece llamarme. Venga, anímate!!!!!!!

Anónimo dijo...

Te lo agradezco, Helena. Muchas gracias. Ahora les pido a los Addison el teléfono y te llamaré. No soy ninguna heroína. Héroes son los que tienen que hacer día tras día lo que no quieren. Lo que yo he hecho siempre ha sido por mi voluntad y no tiene ningún mérito.

Anónimo dijo...

¡Tampoco te fustigues así, que todos te queremos, anónima!

Ahora te pido disculpas yo si fui borde, que se me va la mano...

un besote

Anónimo dijo...

No te preocuopes anonimito. Las místicas tendemos a la autoflagelación (cuando no jodemos a los demás, claro).

Gracias por tu comentario.

Un besi

Anónimo dijo...

Helena, estoooooo...

¿Le podemos pedir a los Addison tu teléfono también?. Yo no estoy de bajón. Pero siempre se puede estar mejor :p Es broma., ¿eh?.

Yo soy de los afortunados que he leído Diarios Indios. Poco me queda por decir después de la crítica de Ander, que le ha salido magnífica. Quizás solo apuntar una opinión estrictamente personal. Es verdad que el libro se puede adscribir a varios géneros literarios pero para mí es, ante todo y sobre todo, un libro de poesía. Un libro de poesía maravilloso. Y es esa poesía que rebosa por cada esquina de página lo que hace grande al libro.

Chantal, que alguna vez se ha definido como no poeta, tiene lo que sólo los mejores poetas tienen: no "sabe", y entrecomillo sabe para que no se entienda mal, escribir en prosa. Todo es verso en ella.

Hasta tiene ritmo, Colinas. Fíjese usted lo que hacen estas chicas...

Enhorabuena compis. Aunque este secreto estaba medio revelado, que placer redescubrirlo. Queremos más.

Abrazo

Anónimo dijo...

La verdad es que, como dice Joan, poco queda por decir. Es un libro de una enorme profundidad, de una mirada limpia y lúcida, trascendental, místico y de una poesía brillante y apasionada en ese viaje al conocimiento de uno mismo que todos deberíamos intentar cada cierto tiempo en nuestra vida.

Muy buena reseña de Ander, que se nota que no sólo conoce muy bien a la autora sino también los múltiples hilos filosóficos que entrelazan la textura de este libro apasionante.

A riesgo de repetir y de sonar cansino, muy buena idea.

Anónimo dijo...

Bueno chicos. Helena es un encanto. Gracias guapísima.

Addison, os voy a pedir que borréis por favor mis tres comentarios. Cuando me haya leído el libro, ya pondré el comentario. Visto lo visto, parece que me va a gustar.

Muchas gracias y disculpas de nuevo.

Addison de Witt dijo...

Querida anónima:

Hemos borrados tus comentarios de acuerdo a tu voluntad. No te preocupes por nada, mujer. Todo el mundo tiene un mal día, o varios. Y todas tenemos malas rachas que parecen no tener final. Ya verás como pronto las cosas mejoran.

No te machaques tanto, ¿vale?. Por favor. Venga. Un besito fuerte. Cuídate mucho.

Anónimo dijo...

Que pasión, anónima.

Yo también he estado trabajando en NGOs en varios países aunque a nivel más administrativo, no "hands on", y tenéis mi mayor admiración. He estado más en la zona del este africano pero conozco bien el sur asiático también.

Evidentemente la mirada de Chantal no es la mirada de una cooperante pero es una mirada tan válida como cualquier otra. Es más, te diría que, aunque sea de manera involuntaria, a lo mejor lees el libro y te da por pasar las vacaciones y un poco más en Médecins Sans Frontières o cualquier NGO que te convenza. Pero independientemente del tema más de trabajo social, una de las cosas que más me llamó la atención del libro fue su humanidad, en el sentido positivo de la palabra, una humanidad bajo un prisma distinto al usual, pero profunda y lírica a la vez. Un libro que dejaré en algún viaje a India, varios mejor, en cualquier bar, para que viaje por sí solo.

Gracias por el blog

Anónimo dijo...

Madre mía madre mía!! aún no me he leído esta entrada pero voy a ello..

os escribo para deciros que gracias, y que simbólicamente os hemos otorgado un premio en www.dolmendeempatia.blogspot.com

besos. y fuerza para que sigáis haciendo lo que hacéis.

Addison de Witt dijo...

Muchísimas gracias :)). Sin falsa modestia, que poco lo merecemos.

Sólo se lo merece la gente que escribe por aquí. A ellos va dedicado.

Os dejamos un mensajito de agradecimiento en vuestro blog.

Muchos besos

Anónimo dijo...

Casi un poquito después de que don Luis García Montero escribiera su panegírico sobre Visor en El País, acabo de ver su cara como jurado en el premio Fray Luis de León de Visor. Me pregunto cuanto dinero habrá ganado este hombre a lo largo de su vida gracias a esta editorial. Enhorabuena a los ganadores, y sobre todo al jurado, que repite y repite premios, y que son, en el fondo, los verdaderos premiados por el boss Chuss.

Anónimo dijo...

Enhorabuena también, pero a los Witteros!!!!!!!!!!!!!

Quien os lo iba a decir. Todo un dolmen. Me recuerda a Irlanda...

Pues eso, que enhorabuena y besotes.

Anónimo dijo...

Yo también doy mi enhorabuena y así de paso salgo en la foto cerca de Helena ;)

Anónimo dijo...

Al menos esta vez el jurado ha elegido dos autores interesantes. Manuel Vilas y sobre todo Eduardo García no están mal...

Anónimo dijo...

Querido Lavinio:

Ya era hora de contar con un mainstreamer entre nosotros, almas marginales, pero no el sentido de marginalidad Visa Platinum made in Tusquets, sino marginalidad de verdad.

Manuel Vilas, ya premiado por Visor con el Jaime Gil de Biedma, Andres Neuman, que mencionaste el otro día no sin cierta y simpática publicidad, que también escribió un prólogo a Eduardo García para la editorial Maillot Amarillo que codirige el jurado García Montero (sin sombras de dopaje), y el propio Eduardo García.

Poéticamente no me interesa especialmente ninguno. Reconozco que Andrés está bien físicamente, toma frivolidad, pero tiene demasiada labia. Y no es mi tipo. Lo siento, Andrés. Te veo más en la novela.

Y ahora en serio, bienvenido, amigo Lavinio.

La foto cuando quieras, anonimito :p

Anónimo dijo...

Pues a mí Eduardo me parece muy válido desde No se trata de un juego, reeditado, sí, por Maillot amarillo. Espero que no tenga que pedir disculpas. Y solo dije que me extrañó no ver el libro de Neuman, reseñado en El cultural, en las contracríticas.

Un abrazo a todos

Addison de Witt dijo...

No lo vimos Lavinio. Quizás sólo estaba en El Cultural edición de papel, en algún sitio de breves, porque en la electrónica no la hemos encontrado y es la que nosotros consultamos para El Cultural (no para Babelia porque las reseñas propiamente dichas ya no aparecen en Internet). Muchas gracias por el aviso.

Y Helena, pórtate bien con los nuevos participantes, mujer. Haces honor a tu nombre, descarriada ;)

Anónimo dijo...

De verdad, este blog cada día me gusta más.

No sólo están interesantes las críticas sino también los comentarios.

¡Parecéis una familia!

¿Me acogéis? Me caéis bien.

Y no he leído los comentarios de anónima pero de todas formas, a todos se nos va la boca de vez en cuando...

Tampoco me he leído el libro, y es un pena, pero la crítica en sí me parece muy buena.

¡¡Un beso a todos Familia!!


pd: no merecéis un premio, merecéis una estatua. Estos debates, esta forma de estimular y dar a conocer me parece un trabajo duro y muy positivo.

¡MUAAAK!

Addison de Witt dijo...

Hoooola anonim@,

Que energía tan positiva, transmites. Qué gusto.

Eres más que bienvenid@ a participar en este blog cuando quieras. Ya eres parte de la familia, aunque suena un poco italiano. Mejor amigos, que los elige uno. Ahhh, si puedes, ponte nick para que podamos reconocerte ;)

Bueno, que muchísimas gracias por tus palabras y besitos bien gordos. Nosotros estamos aquí leyendo poemarios como si la poesía fuera a acabarse en cualquier momento. Ahora entendemos por qué los críticos suelen reseñar libros de 3 ó 4 editoriales sólo. Es que hay que leer mucho!!!!!!!

Bueno, anónimo o anónima, que te esperamos más veces por aquí. Hasta muy pronto.

Anónimo dijo...

Está también en la edición digital. La crítica es más que penosa, pero el libro no está mal. Seguro que le dais el aprobado:


http://www.elcultural.es/HTML/20080124/LETRAS/LETRAS22263.asp

Addison de Witt dijo...

Cielo santo, Ainhoa en estado de máxima plenitud místico-orgásmica, haciendo amigos a diestra y siniestra (con la excepción, curiosamente femenina, que todos sabemos). La hipérbole sobre la hipérbole sobre la hipérbole. Que el cielo o el Diablo nos cojan de rodillas. Atentos:

1) ¡¡¡Homero!!!.

2) "Un coeficiente intelectual estratosférico".

3) "Uno de los mejores escritores –poesía o no poesía– en español".

4)"El poeta: rompe el mundo, y a nosotros con él. El poeta: la apisonadora de sinestesias. El poeta: el ojo de la humanidad".

Joder. ¿Habla de Andrés o de Dios Santísimo y Guapísimo?.

Es culpa nuestra y solo nuestra que se nos haya pasado el libro. Aunque nuestra vida sería un poco mejor sin haber leído el nuevo éxtasis semanal de la crítico estratohiperbólica, lo sentimos.

Muchas gracias en cualquier caso, Lavinio. Como viene siendo la norma desde hace dos semanas, leeremos el libro, lo poco que no está ya en la reseña, y si vale la pena, y pasa del aprobado, haremos la reseña. Si te somos sinceros, Andrés nos gusta más conversando en un bar que escribiendo, especialmente cuando escribe poesía. Y los haikus que menciona Ainhoa como nuevo cuerpo de Cristo nos parecen muy normalitos, siendo benevolentes: "Entre la hierba / un transistor perdido / ronroneando". Ufff... Si a esto se añade que, como todo el mundo sabe ya, la moda de los haikus/jaikus occidentalizados de última generación nos produce una apertura de mandíbula considerable que se podría asociar a un enorme bostezo, basado por supuesto en nuestro discutible y dudoso gusto, pues...

Nos parece que el amigo Andrés ha tenido la suerte de que se nos ha pasado. Pero por favor, que no se crea todo lo que le dice Ainhoa o le afectará a su equilibrio mental. Tendría que importar un psiquiatra argentino, el mate, dulce de leche...

Gracias Lavinio.

Anónimo dijo...

Hola, chic@s!

No sabemos si os suena sopa de poetes:

http://sopadepoetes.blogspot.com

El caso es que hace algunos meses, en nuestro blog, instauramos un premio a sitios que nos parecen acojonantes

Lo cierto es que os leemos siempre y Pepe, Mariano y yo hemos decidido por unanimidad y esas cosas, otorgar el premio pato-cuchara del mes de febrero a vuestro crítica y contracrítica poética

http://criticadepoesia.blogspot.com

Ahora, la mala noticia. De pasta el premio os deja tal cual, no tenemos ni un ganso. Eso sí, ilusión por sitios como el vuestro una millonada...

Eso, que los premiados hasta ahora han sido: "las afinidades electivas" (nov´07), "poesía digital" (dic´07)o "la bella varsovia"(enero 2008)...

Mañana publicaremos en nuestro blog la noticia de vuestro premio pato-cuchara.

¡Enhorabuena, chic@s!. Lo dicho, os seguimos leyendo,

Besos,

Oscar, Pepe y Mariano

Addison de Witt dijo...

Hooola chicos:

Muchísimas gracias por el premio. Curiosamente esta semana hemos recibido nuestro primer premio de otro blog pero nos hace la misma ilusión el segundo que el primero. Sobre todo por que no sabemos si habrá un tercero. Cualquier premio puede ser el último, casi tanto como cada día que nos encontramos.

Probablemente en la columna de la derecha dejaremos un apartado a premios, no tanto por ego, que se diluye afortunadamente al no tener identidad, sino también para que tengáis más visitas a un blog tan interesante y necesario como los vuestros.

Y poco más. Son nuestro lectores los que hacen mejor el blog, los verdaderos merecedores de los premios. A ellos va dedicado y para ellos es.

Un besote fuerte a todos,


Colectivo Addison de Witt

Anónimo dijo...

Como os estáis poniendo, amigos. Qué barbaridad. Dos premios en una semana. Y eso que no os gustaban los premios (es broma).

Pues nada, felicidades muchas. A los poetas de sopadepoetes los conozco porque son de mi tierra y tienen un programa de radio muy interesante.

Enhorabuena a todos.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

ABRUMADO, satuisfecho, paso a reflexionar lo que por aquí se apunta.

Si que me parece que en cualquier caso, los poetas como Enrique Falcón, Riechmann o Antonio Méndez, cuyas voces son tan reconocibles y singulares como sólidas y atemporales, no debieran estar tan bloqueados por poetas menores como Garcia Montero, Benjamin Prado, Benitez Reyes. Si algo tengo claro es que el arte que no me ayude a enfrentarme con la vida, el mundo y el yo, es sencillamente humo. Venga de un cigarro habano de 30 euros o de un pitillo de segunda calidad.

Os sigo.

Intentaré volver a la noche a profundizar en lo de Ruben Darío (poeta tan incomprendido, tan mal recordado), por motivos personales que luego aduciré.

Un abrazote,

Viktor

Anónimo dijo...

Felicidades, Addisson, por el nuevo premio. Lo de pato-cuchara me ha calado: soberbio.

Observo que muchos visitantes esporádicos vienen a reivindicar sus preferencias y no comentan nada de esta entrada tan (doblemente) currada. ¡Una pena!

Quedo interesado por conocer las razones por las que no se comprende bien a Darío. Las leeré con sumo interés.

Salud y poesía, compañeros

(y cuidaos del lobo)

Anónimo dijo...

Fijaos un momentín en la página de El Cultural de los libros más vendidos de poesía, concretamente enLa Prosa del Mundo.

¿Son irónicos o cabronzuelos los de esa web?

PD. perdonad que meta esto aquí sin venir a cuenta, pero hace gracia, y enhorabuena a los addison que son grandes.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

El mejor libro para entender todo esto es "La (re)conquista de la realidad" en el que varios autores analizan el panorama cultural (poesía, teatro, novela, cine) en este país y nos (re)velan las claves que explican su muy débil soporte moral, su banalización y usurpación de los medios populares de reflexión no dogmática; ni la anestesiada complicidad y laxitud de los agentes sociales y los espectadores.

Publicado por Ediciones tierradenadie escriben:

Constantino Bértolo, Enrique Falcón, José Antonio Fortes, Alicia García, Belén Gopegui, Antonio Orihuela,Jorge Riechmann, Julio Rodriguez Puértolas, Alfonso Sastre, Juan Antonio Hormigón, Iris M. Zavala.

El coordinador es Matías Escalera Cordero.

Y allí, Jorge Riechmann nos recuerda que:

"A la postre, quizá el par de categorias ficción / no ficción, empleado en los suplementos literarios y en las listas de los libros más vendidos, no sea mala manera de organizar el ámbito de la escritura. A mi, por ejemplo, me gusta la no ficción en todos los géneros (poesía, novela, ensayo, teatro, híbridos diversos); y me desagrada la ficción en cualquier género."

Pag. 18 del libro citado.


Os recomiendo encarecidamente la lectura de este apasionante libro. Muy interesante todo él, pero por mencionar algo especial, el análisis que se hace del libro "El padre de Blancanieves" (quizá la mejor novela del 2007 en lengua castellana) de Belen Gopegui que realiza Constantino Bértolo o el IMPRESIONANTE fragmento de "El amor, la ira" que nos regala Enrique Falcón y con el que concluyo hoy:

"Hoy, el objetivo de un poema político es decir lo evidente imprevisible"

y también:

"Debería inquietarnos lo altamente inofensiva que resulta la poesía de hoy"

Lo cual me recuerda que los cancioneros de guerra en nuestra incivil contienda del 36 al 39 tuvieron conatos interesantes en los que las canciones de unos y otros pugnaban por alentar a los propios y desanimar a los enemigos, hasta ganar incluso una batalla entre facciones italianas de fascistas italianos y milicianos resistentes que estaban en el bando republicano y que vencieron entonando canciones populares italianas. Los fascistas lloraron y se negaron en esa ocasión a participar de la contienda, retirándose.

Eso, por no hablar de como en centroamérica la poesía es un arma cargada de presente.


Un abrazote,

Viktor

Anónimo dijo...

Bueno, pues ya me he leído el libro. Como siempre, ante un libro de estas características, una va buscando la resolución del misterio, la clave de todas la cosas. Ingenuidad. Tu reseña estaba escrita casi en forma de poema, Ander.

No quiero hacer un contrareseña. Simplemente voy a escribir mi diario del diario. Parte de lo que anoté sobre él mientras leía. Muchas de las preguntas o cosas que no me gustaban se fueron resolviendo posteriormente. Pero lo que escribo a continuación está escrito siguiendo el horizonte temporal del libro. No he revisado de nuevo el texto. Seguro que hay faltas y esas cosas pero estaba cansada físicamente. Disculparme.

Empiezo con el prólogo. Chantal me dice que va a iniciar un viaje porque cree que transpasando las fronteras de lo acostumbrado ensanchará el conocimiento que tiene sobre sí misma. Habla de que es más fácil observar la propia mente cuando las circunstancias no son cotidianas. En mi caso es al contrario. Cuando voy a un sitio que no conozco, las circunstancias me pueden. Me olvido por completo del yo y me dedico a disfrutar de todo el exterior, nuevo para mí. Creo que la búsqueda del yo se realiza mucho mejor como los antiguos hacían, en una cueva aislada, en un sitio en donde la naturaleza tenga poco que ofrecer al observador. Y donde apenas haya contacto humano. Su manera de plantear el viaje me recuerda a muchas. Por ejemplo, a la generación beat sin irme muy lejos. Debe haber algo romántico escondido en ese viaje. Alguna lectura de juventud de Chantal que vivir.

Me encanta la frase de que ir madurando no es otra cosa que ir pasando de una ingenuidad a otra. Buenísima.

Es verdad que Varanasi (Benarés) ha cambiado muchísimo. De hecho los que fueron en los 60 te dirán que el Varanasi de los 80 ya no era auténtico. Imaginemos lo que pensarían en los 20. Varanasi no es una muestra de lo que es India hoy. India hoy es un país obsesionado por el dinero, como lo es China. Son los nuevos dioses. No es una occidentalización de oriente. El dios dinero es universal.

“El dulce y decadente apiadarse de la burguesía cristiana”…Me parece una frase llena de pre-juicios. Los cristianos que están allí no están por compasión. La compasión inmoviliza. Están porque creen que se pueden cambiar cosas. Y las cambian poco a poco. Y también los no cristianos, por supuesto. Y cada día se producen pequeños milagros que nunca salen en los periódicos. He conocido a muchos héroes y heroínas.

Chantal habla de un ejercicio de esquizofrenia controlada. Me hace dudar de si sabe lo que realmente es la esquizofrenia. Yo hablaría de un ejercicio de ingenuidad controlada. Ella quiere mirar con los ojos de una niña que lee filosofía.

Comienzo el primer libro. Jaisalmer. Comienza con lo que ya apunté. Su necesidad de encontrar un espacio nuevo frente a mi idea de encontrar un espacio que apenas exista.

Hay algo que no me gusta de muchos filósofos. Son las definiciones categóricas, que dan por supuesto algo, que siempre es muy discutible. No comparto su definición y separación del amor y el deseo. Para mi es imposible uno sin otro. Siempre queremos que en el punto crezca algo si atendemos a su definición, que no comparto de todas formas. Tampoco tengo claro que el camino del thanatos sea mejor que el del eros. Me gustaría tener las cosas tan claras como ella.
Me hace gracia el turista olfateado. Y empiezo a alejarme de la distinción tan gastado viajero versus turista que tanto he utilizado.

Dice que cualquier sentimiento es un peligro. Sin sentimientos, ¿en qué se convierte el hombre?. Luego dice que la compasión le impide ser objetiva. Como si se pudiera ser objetivo. O como si tuviera que serlo ante la injusticia, la miseria, el dolor ajeno. Pensar en el dolor de los demás y hacerlo nuestro es una de las pocas cosas que nos separan del resto de animales.

Dice más abajo que “hace tiempo que sé que las fuerzas…”. Sólo me interesa el verbo. El verbo saber debería ser administrado con receta.

Dice que las ciudades interiores se edifican sobre el centro. La física cuántica moderna nos habla de que el centro no existe. Hay muchos centros y ninguno.

El que no tiene sombra es eterno. Poesía.

Nueva definición: nadie puede estar iluminado y verse a sí mismo. Me suena a libro de texto budista. Que todo sea posible únicamente en el vacío me parece cuanto menos discutible. No definitorio.

Otra definición: donde no hay huellas no hay nada que cumplir. Me dan miedo tantas definiciones. Tanta seguridad refuerza mi inseguridad.

El vientre estéril de lo eterno: poesía.

Se acaba el primer libro. Como siempre que sabes más, te das cuenta del vacío, en este caso involuntario, que nos llena.

Siguiente libro. Bangalore. Me gusta la distribución espacial de los textos, ahí abajo. Hay muchas metáforas sugeridas en todo el texto. Como la ciudad de Jaisalmer.

El yo invade las páginas de manera obsesiva. Me gusta: “podría ser yo, he sido yo, seré yo”.

Tremendismo en la página 35. No me gusta. No es necesario. Escritura agónica. Si las imágenes se repiten pierden efecto. Si se puede saber el efecto de “a su hijo le están vaciando los intestinos en la esquina”.

Sigo. Anáforas de sedas. Sigue el tremendismo entre ratas, ojos, sangre. Acepta que niega unas monedas. No hay intento de superioridad ética. Aunque es un simple detalle.

Me enfada el caso de la niña violada. Siempre me trastornan las violaciones cuando las he visto. Es una mirada que no se olvida. No sé si entiendo bien la referencia la blancura. A veces me parece una frivolidad de la escritora. Otras una llamada a la inocencia. Culpa a la vida. No, culpa al ser humano. Y al hombre en concreto.

Pasajes descriptivos ahora. Me relajan. No puedo estar pensando tanto tiempo.

Me sorprende el nihilismo con que termina este segundo libro. Tiene algo de belleza y de lucidez. Pero tampoco estamos seguros. Quizás no, Chantal.

Ya estoy en el tercer libro, titulado Benarés. Nunca me ha pasado en la India que me apedrearan los niños. Pueden llegar a ser muy pesados, como en otros mil países. Pero sus familias les obligan a traer una cantidad fija de dinero. Y si no la traen, no pueden jugar. Me sorprende al volver la página las palabras tan duras de la escritora sobre los niños. Sin caer en falsos sentimentalismos, decir que nunca, nunca son inocentes, me parece otra de esas aseveraciones de Chantal que me dejan inquieta. Quizás hemos tenido experiencias distintas. Pero he conocido a muchos niños inocentes. También en India. Incluso entre los que asedian a los turistas porque no tienen otra forma de vida.

Comienzo en el primer Ghat, Assi. Creo que hay una falsa división entre el modo occidental y oriental de vida. En realidad son muy parecidos y la visión del mundo es más cercana que alejada en muchísimas cosas. No es un tema sólo de esta globalización. La antropología nos ha enseñado que culturas dispersas y no conectadas tienden a parámetros sociales y religiosos muy similares. Me sorprende de nuevo otra definición categórica. Su definición de idealismo. Echo de menos la duda.

Apunte casi literario. En las descripciones muchas veces omite el verbo.

En el ghat 5 volvemos al tremendismo de la sangre.

En el ghat 8 habla de la sarna de los perros. De las primeras enfermedades que coges en la India cuando trabajas con enfermos es la sarna. No es tan horrible como parece.

Me gusta entero lo que dice en ghat 10. Me parece poesía de principio a fin.

En el 12 dice que no te detengas donde nadie se detiene porque se pegan las sombras. Ojalá me pasara.

En el 17 se reconcilia, o no, con los niños, pequeños dioses que se desentienden de sus errores.

En el 20, el de las cremaciones, creo que se le escapa y no logra captar todo lo que se siente cuando se está allí.

Me alejo en el juego de palabras del ghat 24

Me gusta su renuncia a la necesidad de universo. Y el sonido mojado.

Ghat 29. ¿Todos los turistas son rubios?. Es la tercera vez que lo dice creo. No soy rubia pero empiezo a tener lástima de ellos.

Me gusta la frase: Imposible guardar la distancia interior.

En 38 de nuevo insiste en la dicotomía Occidente. La vergüenza también existe en oriente. Y a veces, más.

El famoso ghat 40, el de la perra comiendo fetos, algo que jamás tuve la desgracia de ver, echo de menos la figura humana que observa. Que todo lo que dice la escritora sea “la perra cumple con el cielo, restituya la carne a otra carne…” me desagrada. Primero porque no sé a que se refiere con el cielo. ¿La perra tenía un pacto, un gen, puesto por el cielo?. La escritora parece criticar a las turistas japonesas pero no se da cuenta de que ella hace lo mismo. La frialdad ante el horror me deja helada. Seguro que este pasaje tiene una explicación filosófica que se me escapa. Será mi ignorancia. En el ghat 48 vuelve a ocurrir algo similar. Y la autora se limita a describir. Todo el libro reflexionando y ahora sólo describe. Quizás nos quería demostrar que era capaz de ver el horror sólo observándolo. Prueba superada. Pero, ¿qué demuestra?. ¿Qué actitud espiritual que se me escapa ha alcanzado?.

Cambio al libro final, Diario de Benarés. Dice que “la vida es fruto del deseo”. Siento que me da la razón sobre la diferencia amor/deseo.

En Jantar nos habla de nuevo de la observación. Ahora mismo es el momento en que más alejada me siento de la autora. No quiero ser observador sólo. Me da igual no ser una iluminada, pero no quiero quedarme quita y observar como si fuera una cámara de video que alguien ha dejado olvidada. Ni puedo ni quiero.

Ya en Benarés, habla de lo cambiante de sus sentimientos. Los míos también cambian, pero poco a poco. A lo largo de años. Sí puedo creer en ellos. Me gusta, no obstante, su metáfora sobre la superficie y el fondo. De repente me habla de su infancia y me reconcilio con ella. Y habla de la ingenuidad. Siento que a veces me ha dicho cosas en este libro que ella no cree, que quería creer porque era el camino.

Luego otra definición que asume el conocimiento de la humanidad en su conjunto: Cuando dicen creo dicen necesito creer. No es mi caso. En mi caso es una creencia natural, fruto de cualquier cosa menos de la necesidad.

De acuerdo en que la India lo pagará caro. Pero también pagaba caro el régimen anterior, y el sistema de castas. Los indios lo llevan pagando caro desde hace muchos siglos. Y ahora, si hablas con ellos, parecen más contentos que hace 20 años.

Me gusta el párrafo que acaba “No habita nadie en mi cuerpo ahora”.

Otra definición muy discutible. “El yo es una ausencia. Cuanto más cerca estamos del yo más se ensancha la ausencia”.

Los mendigos de los que habla, los que no comparan, afortunadamente para los ricos, ya no existen salvo que sean muy viejos. Hay mendigos que ya no son mendigos. Existe el banco de micro créditos. De la observación a la acción se puede hacer algo.

Me gusta la frase “El miedo al autoengaño surge en mí de repente…”. La mujer de las definiciones absolutas es tan humana como el resto. Pero mantiene su propia lucha.

Las cometas nos obligan a mirar el cielo: poesía.

Subscribo el párrafo donde dice que los dioses liberan del miedo…son lugares de transformación.

Expresionismo con Chinnamasta. Mira que había dioses para elegir.

De nuevo me alejo por su sabiduría: “Muéstrame tu dios y te diré cual es el color de tu miedo”.

De nuevo los dioses de occidente versus oriente. Tienen un origen común. Y un mismo destino en este mundo al que vamos.

Todo acto sagrado es una devolución simbólica. Me gusta.

Si el yo ya no puede reabsorberse, tu lucha es quimérica, Chantal. Como la de todos.

Insiste en el yo y en el hueco insaciable.

Otra elección con miga: Kali. Le gusta la sangre.

En las bodas ahora llevan baterías para portar los neones.

La frase de la cuna me deja desconcertada.

Me enseña etimologías olvidadas conmi(e)go

La distinción entre el mí y el yo me parece ilusoria.

Nueva obsesión con la sangre. La recoge. Se bebe.

“Mi peor enemigo me tendrá siempre como aliada”. Así, de repente. Recuerdos cristianos.

No creo que el problema de la moral sea el deseo de permanencia del individuo. Creo que el problema es su delimitación.

“El egoísmo es una fuerza eficaz”. Si, va en nuestros genes. ¿Eficaz para qué?.

Vuelve a la moral como anclaje de una rueda. Parece igualar bien a mal como liberación del tiempo y muerte. Liberarse de la dualidad bien/mal. ¿Qué liberación es esa?.

Dice que sólo a partir del pronunciamiento del no-saber se inicia el poder. Entonces sobran las definiciones del libro. Porque no sabemos. Porque si no, como tu misma dices hablando de otros, construimos castillos metafísicos.

Asumir la muerte del padre es uno de los contados aciertos del psicoanálisis. Necesito una filosofía menos categórica. Me asustan las personas tan seguras de todo.

“No dicen las palabras lo que quiero decir”. Eso dicen todos los filósofos. Y ahí están, libro tras libro.

Me quedo con su final: “Tan torpe el intento, el acercamiento”.

Siento haberme extendido tanto. Y sólo he puesto la mitad de las notas. Me gustó mucho tu reseña, Ander. Me podrá gustar más o menos el libro pero me gustó la reseña. Reconozco que Chantal me interesa más como poeta que como filósofa. Pero si pudiera haber elegido entre leer este libro y no leerlo, una vez leído, cosa un poco difícil, elegiría leerlo.

Anónimo dijo...

Me alegra mucho, anónima, tu lectura intensa y meticulosa del libro.

No estoy de acuerdo en nada con tus comentarios, pero creo que eso es bueno: significa que el libro es poliédrico y que cada cual puede encontrar en él algo distinto. Si la autora ha conseguido suscitar lecturas tan antagónicas como la tuya y la mía, me parece que el libro es muy valioso.

Sólo señalar algo que me ha llamado la atención, y por favor no quisiera que te lo tomaras a mal: señalas que te "asustan las personas tan seguras de sí mismas", tan dogmáticas. Sin embargo, tus propias afirmaciones son bastante dogmáticas y contundentes. Me ha parecido muy curioso que denuncies una práctica en la que incurres sistemáticamente.

Ejemplo: “No dicen las palabras lo que quiero decir”. Eso dicen todos los filósofos. Y ahí están, libro tras libro".

Esto no es así, anónima. No es aplicable al conjunto de la historia de la filosofía, sólo a unos pocos.

Por lo demás, no estoy de acuerdo en ninguna de tus aseveraciones, pero es absurdo tratar de rebatirlas, por la sencilla razón de que sería como tratar de refutar tu visión del mundo, con tus verdades, tus prejuicios, tus miedos, y contraponerlos a los míos (a mis verdades, miedos y prejuicios). Un ejercicio en verdad estéril.

Dicho esto, me repito: me parece una lectura intensa y valiente.

Dices que prefieres a la Chantal poeta, pero es que en este caso la frontera se diluye: como ya he dicho antes, compara "Filosofía en los días críticos" y "Lógica borrosa", "Husos" e "Hilos". Seguro que te llevas una sorpresa. Los segundos libros han salido de los primeros, que actúan como la crisálida del verso posterior.

Y me gustaría acabar con una reflexión general y acaso delirante: y es que, en mi opinión, en realidad Chantal ha creado un género propio. El género chantaliano. No digo que sea una revolución en el mundo de la literatura, no. Digo que no es diario, prosa, verso, filosofía. Es un género propio. Hay otros casos: ¿qué es "Agua viva", de Clarice Lispector? ¿Poesía, diario, aforismos? Es el género Lispector. ¿A qué género pertenecen la mayoría de las obras de Michaux (otro belga viajero)? Al suyo propio. Pongo estos ejemplos por ser dos de mis escritores favoritos.

No conozco nada que se parezca a Chantal, y vuelvo a invitar a quien tenga curiosidad a explorar esta singularidad creativa. A veces nos vamos muy lejos buscando y resulta que en casa tenemos un tesoro que ignorábamos.

Anónimo dijo...

PD: sólo añadir a los que lean el libro que descubrirán, cuando lo hagan, que mi reseña no era tan buena. ¡Todo lo contrario! Addison y de todos los demás que habéis escrito habéis sido muy generosos. ¡Pero no os equivoquéis!
Abrazos

Anónimo dijo...

Es verdad, anónima, que Ch. asusta. ¡Tiene la palidez de un vampiro! ¡Bebe sangre! ¡Seguro que duerme con un collar de calaveras, como kali! ¡Con gusto sometería la tierra a un yugo de siglos!
Hela aquí (guapísima, por cierto):
http://img145.imageshack.us/img145/4513/2007ha2.jpg

¡Qué miedo! ;)

Ya en serio, se nota que eres una lectora apasionada, anónima, me gustaría que me dijeras un libro que te guste mucho. Se te ve tan exigente, que tienen que gustarte pocas pocas. Algo que te apasione de verdad tiene que salirse fuera de lo común.

Parece que hubieras leído el libro a la defensiva, con suspicacia, pero me han gustado mucho tus comentarios. Mucho mucho. Compartirlos o no es irrelevante al tratarse de tu lectura personal, tan válida como la mía o la de cualquier otro. Libro poliédrico o sinfónico, estoy de acuerdo.

Respecto a lo que dice Ander, en mi parecer lo que es único en Maillar es su estilo. Un estilo único. De ahí a que haya creado un género nuevo media un trecho. Los ejemplos están muy bien; Clarice Lispector me gusta menos, pero he de reconocer que Agua viva en un libro muy bello que se puede entender, también, como poesía.

¿Cómo van las votaciones? Queda poco para que se destape la caja de pandora, ¿qué vientos saldrán? Uuuuuuhhh... :)

Anónimo dijo...

Me alegro que estés recuperada, Anónima. Besis.

Yo poco tengo que decir a lo que comentas. Las lecturas de un libro son muy personales y las visiones pueden llegar a ser diametralmente opuestas por personas igualmente inteligentes como Ander o Anónima. A eso lo llamo riqueza. Me gusta.

Sobre lo que decía Viktor antes, me parece que queda pendiente lo que nos quería contar de Rubén Darío.

A mi, y en esto creo que coincido con alguien de este blog, las diferencias entre poetas menores o mayores no me gustan. Nunca las he entendido. Entiendo que el juego de medir es muy masculino. Y eso que los tres poetas que mencionas como "menores" no me gustan. Ni como poetas ni en sus actividades parapoéticas.

De los tres poetas que mencionas dentro de tu gusto, tengo opiniones muy variadas que tampoco creo que interesen. No creo que estén bloqueados. Jorge ha publicado en Tusquets recientemente, donde por cierto publican dos de los tres mencionados como "menores".

Yo creo que pedirle a la poesía que te ayude a enfrentarte a la triste realidad es pedirle demasiado. Y además hay muchísimas formas de enfrentarte a la realidad. En tu caso pareces más bien enfocado a la poesía social. No sé si me equivoco pero creo que es así. Si así fuera, me parecería que te estarías perdiendo mucha poesía que puede ser tan interesante como la social, y ayudarte a su manera a enfrentarte a la vida. La vida tiene muchos frentes. No limitemos la poesía a una sola escuela o nos perderemos parte de su riqueza. De hecho el grupo que mencionas de tres poetas suelen sacar uno o dos libros al año y suelen ser siempre los mismos diez o doce poetas (u once ;)). Las familias poéticas, tan comunes en España, creo que fomentan la endogamia. Hace falta más mezcla y contaminación de poetas y estilos. Es tan solo mi opinión.

Me quedo a la espera de tu comentario sobre Rubén.

Besos a todos.

Anónimo dijo...

Hola,

Sí Ander, no dudo ni un segundo que yo caiga en los mismo fallos que señalo. Incluso en muchos más. Pero no creo que eso anule. La suma nuestros dogmatismos producirá dos dogmatismos pero no se anularán entre ellos. Yo soy mucho más crítica conmigo y con lo que escribo que con cualquier otro. Acepto todo lo que dices e incluso me parece poco.

Pues anonimito, sí, soy muy exigente, lo cual no es ninguna virtud, porque lo llevo a todos los ámbitos de la vida. Una receta perfecta para la infelicidad. Y sobre un libro, pues estas navidades nos contaste tres libros que estabas leyendo. De esos tres, tanto Rafael como Salvatore son dos de mis poetas preferidos del siglo XX, y son de cabecera.

Pero cuando me siento realmente jodida, y me da igual sonar infantil, mi libro de cabecera es Platero y yo, de Juan Ramón. Me resucita, me tranquiliza y me alucina.

Anónimo dijo...

¿Por qué no meter también a Vicente Gallego y Carlos Marzal y hacer un quinteto, Viktor?

Anónimo dijo...

A la espera del jugoso comentario sobre Rubén Darío, el tiempo ha quedado congelado en el blog.

Me saco un conejo de la chistera:
ayer tarde, paseando mi impertinencia por algunas librerias, mi malévolo e inquisitivo ojillo de mosca vino a posarse en la última antología publicada por Hiperión. Antes se abrirla pensé: a ver qué hacen con las chicas, tú verás. Confirmado: de una nómina de 25-26 poetas creo que sólo hay 4 o 5 mujeres (no hice la cuenta). Dejé el libro religiosamente en su sitio y fui a buscar otras cosas.
Ya sabemos lo que pasa con las antologías y demás, y que éste tema ha sido traído aquí varias veces. yo no soy lector de antologías, pero siempre repaso la lista a ver a quiénes se "nomina"; curiosidad malsana, seguramente.

Es preocupante que a día de hoy, 2008, la poesía escrita por mujeres todavía no consiga la igualdad con la masculina. No hablo de paridades ni zarandajas de ese estilo, hablo de un sentido mínimo de la equidad, que no veo por ninguna parte. La antología de Hiperión (además de que muchos de los poetas son de la casa, otra lacra) no me parece de recibo.

Y como en este apartado se ha hablado de Maillard, paso a ponerla como ejemplo: está misteriosamente ausente de todas las antologías sin excepción, no sólo las de los noventa, cuando apenas se la conocía, también las que se han hecho despúes del premio, que en principio da mucha visibilidad. Tan sólo aparece en la antología "Ellas tienen la palabra", de 1997 (dedicada exclusivamente a mujeres). Esto me choca un poco si comparamos la presencia frecuente en antologías de otras poetas de su generación, como Olvido o Concha García (que generalmente sí están), o de una poeta algo mayor como Clara Janés. Poetas algo más jóvenes como Blanca Andreu y, sobre todo, Ada Salas, están en (casi) todas las antologías, sobre todo Ada Salas, prácticamente omnipresente.

Sin querer hacer juicios de valor ni comparaciones, entre otras cosas porque con matices todas estas poetas me gustan, todo esto me parece curioso. También Julia Uceda estaba bastante apartada, pero con el premio parece que algunos antólogos se acuerdan de ella; de Chantal, no. ¿Seguimos con el prejuicio de los nombres extranjeros? ¿a alguien se le ocurre alguna razón?

Por supuesto, las antologías son odiosas para el que está un poco al tanto del mundillo, pero mucha gente joven que quiera iniciarse tiene que recurrir a ellas, y se les da una visión sesgada de la realidad. Es algo que creo que habría que cuidar más, y ojalá alguien hiciera algún día una antología seria, exhaustiva, en varios tomos, donde no faltara nadie.

En fin, ya solté el sermón dominicial.

Pax vobiscum

Anónimo dijo...

Yo creo que el silencio va a durar poco. Teniendo en cuenta que El Cultural hace una crítica a Miguel García Posada, va a estar interesante cuanto menos.

Anonimito, has tenido un poco de mala suerte esta vez. Y te lo digo con cariño, lo sabes. El Babelia de este finde trae una antología titulada "En voz alta. Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70". Publica Hiperión. Sí, una antología de solo mujeres. Munárriz es o calvo o tres pelucas. Y le encanta hacer antologías, por lo comercial y por lo que supone de tener a los autores comiendo de la mano para aparecer en ellas. Poder lo llaman.

A estas alturas, hacer una antología de mujeres, a algunas que me llevan 25 años les puede parecer muy molón, pero a mi me toca los ovarxyx, si se me permite la expresión (mío es el acabado de la palabra). Que pasa, ¿qué tenemos que jugar en una segunda división o qué?. ¿A alguien se le ocurre una antología sólo de hombres?. Oiga, Munárriz, o su esposa, o quien sea quien mande, que estamos en el siglo XXI, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡coñoooooooo!!!!!!!!!!!!.

En fin. Sigo pensando que esto de las antologías es un juego, en general, en donde un señor/señora mete a sus amigos y a los amigos de sus amigos, y deja a los demás, independientemente de criterios de calidad. En este caso, al ser una señora extranjera entiendo que los amiguismos tienen menos importancia, pero la norma es: dame una antología y te daré el árbol genealógico de amistades que unen a todas las partes. Más tres o cuatro nombres que he visto que aparecen siempre y que no voy a ser yo el que los quite, claro. Porque, ¿qué editorial "top" hace una antología y no mete a García Montero o a Marzal?. ¿O quién quita a Ada Salas, intocable, con el toque tan cool que da?. Aunque al antólogo no les gusten, los pone. Menos personalidad no se puede tener.

Para mi, que Chantal no esté en las antologías es un orgullo, porque me indica que esta señora ha sido independiente, ha pasado de premios amañados, de pelotas, de babosos y demás subproductos de la naturaleza poética. Para lo que algunos supone un signo de lo que hay que leer, los antologados de siempre, para mi supone lo que no debo leer. Sí, sueno radical pero me he levantado amazona.

Quiero poesía, no libros de amigos en los que unos se dedican a chuparse a los otros lo que vuestra imaginación le apetezca imaginar.

No puedo dejar de poner el comentario de Ainhoa a este libro para El Cultural, sección breves, de hace unos meses. Aunque estoy en parte de acuerdo con ella, por una vez, habría que pensar que si el hombre es un lobo para el hombre, la mujer también lo es para las mujeres:

"Es oficial: el sintagma antología de Hiperión es un oxímoron. Las 779 páginas de En voz alta: Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70. Antología (Madrid: Hiperión, 2007) pueden interpretarse como a) evidencia de que en sólo 25 años (1925-1950) las letras hispánicas produjeron 33 poetas (en femenino) antologables, o b) prueba de la generosidad de Sharon Keefe Ugalde, editora. La selección de autoras y poemas es acertada; el número de unas y otros, excesivo. Sólo para nostálgicos de tiempos pasados no necesariamente mejores."

Anónimo dijo...

Querida Helena:

te admiro, de verdad. Siempre vas un paso más allá de lo que yo voy, con un análisis más lúcido y menos simplón que el mío. Por eso soy un "anonimito"... En serio, tremenda y certera como simpre, Helena.

Sólo matizaría que no me refería a las antologías femeninas, por supuesto me parecen aberrantes, como dices: antologías de segunda división o algo así, o premio de consolación. Me refería a las otras, pero leídas tus palabras me callo y me impongo reflexión.

Sigue tan amazona como siempre :)

Anónimo dijo...

Se me olvidó decir que el anónimo "con energía positiva" soy yo, el insecto!!

En cuanto acabe los exámenes me pongo con los libros que comentéis para poder debatir con vosotros!!

Sobre lo que dice Helena respondiendo a Víktor de la poesía social, no estoy de acuerdo. Siempre "son los mismos" porque no hay tanta gente preocupada, y de todas formas, no siempre son los mismos.
Totalmente de acuerdo en que hay más poesía, eso creo que nadie lo duda, pero, por desgracia para nuestra sociedad, creo que sigue siendo necesaria cierta poesía...

Voy a retomar un debate en el que siempre pierdo pero en el que sigo en mis 13. todo buen poeta es un poeta social, porque una característica básica para ser poeta es ser sensible, y alguien sensible es incapaz de ignorar la mierda, las injusticias o las guerras, desde el poeta más clásico hasta... yo qué sé! en todos los grandes se puede encontrar un poema, o más, que hable de estos temas.

(y de todas formas los llamados poetas sociales de los que hablas no sólo tienen poesía social.)

Pero sí que creo que es básico pararse a sentir esos poemas, que a mí personalmente, me estremecen.


Y bueno, sólo me queda decir... BESOS FAMILIA!!!

Addison de Witt dijo...

Ha sido un laaaargo post.

Antes que nada, queda poco para cerrar las votaciones. Votaddddddddddddd. Decidselo a vuestros amigos poetas, por favor. A los lectores, a los aficionados, a los profesionales. A ti. Vota.

Antes que nada también, muchísimas gracias a Ander por su estupenda crítica de "Diarios Indios". Un libro lleno de riquezas, de matices y lecturas. Y por supuesto de poesía. Como se ha podido ver. Eskerrik asko, Ander. Y enhorabuena.

Gracias también a Anónima por su valor para corregir y por su lectura esmerada y de niña aplicada en su propia disciplina. Nos sorprendió lo de Platero. Uno de esos pocos libros eternos.

Gracias también a Lavinio por recordarnos nuestros olvidos, a Joan, Ana, j., Jordi, Eguzkine, y a los varios anónimos por vuestra participación entusiasta. A Jack, que nos pasó la lista de libros más vendidos, lista sobre la que un día hablaremos. ¿Sabéis que se puede manipular comprando sólo cinco libros?. Sólo falta hacerlo en el sitio adecuado...

A Helena por servirnos de teléfono de la esperanza y por ser amazona a la vez. La mujer de las mil caras.

También a Viktor por sus recomendaciones, entre otras cosas, aunque nos dejará de momento sin saber qué pasó con Rubén Darío.

Por supuesto a luciérnaga, que apareció vestida de anónima, pero cuyo buen rollo nos hacía intuirla un poco. Eres un amor, hermana.

Y por supuesto a los dos blogs, dolmen de empatía y sopedepoetes, que en realidad os han votado a vosotros porque nosotros, ya lo sabéis, como los reyes magos, no existimos.

Addison de Witt dijo...

Y, es lo malo de decir nombres, que a veces se olvidan algunos que llevamos muy dentro del corazón, gracias Anonimito por estar siempre ahí, con tu inteligencia y tu corazón. Un besote, guapo.

Anónimo dijo...

¡¡¡Gracias!!!

¡Lo de guapo me ha conmocionado! ¡Haré otra muesca en la culata del revolver! ¡Es la segunda vez que me lo dicen esta semana! ¡Y no ha sido mi santa y devota madre, no!

:)

A este paso, de anonimito me promocionaré a anónimo, y se sub-hombre a hombre ;)

Gracias a vosotros, Addison, que tantas alegrías nos traéis.

PD: recibí de broma el mensaje de Rajoy al móvil. Ese hombre sí que es un poema...

Anónimo dijo...

Hola Luciérnaga,

Pienso estar de acuerdo contigo en todo. La alegría puede sobre cualquiera de mis ideas. Me pierde...

Sí, tienes razón en que esos poetas no tienen una única voz, y Antonio Méndez es muy distinto de Falcón, por ejemplo. También creo que tienden mucho a sacar libros comunes, en los que suele haber una serie de nombres que nunca falla. Creo que estaría bien una mayor apertura, sea por su parte y por la de otros poetas. En realidad, los poetas marginados de lo mediático son la mayoría y están dentro de muy diversas escuelas, o en varias. Me gustaría que hubiera un mayor acercamiento, simplemente.

Y respecto al sentido social, de una u otra manera, se produce lo que dices, aunque quizás habría que utilizar una definición amplia de "lo social" para incluir a poetas, algunos de ellos muy buenos, que han sido más rebeldes en sus vidas que en su poesía, a veces muy orientada a un esteticismo que puede llegar a ser casi radical (lo cual no tiene por qué ser malo necesariamente).

Bueno, que sólo era eso. Un besi